Antonio Palacios es uno de los arquitectos y urbanistas más influyentes en la arquitectura de Madrid. Sus obras se caracterizan por estar diseñadas con estilos como el ecléctico, el modernista o el regionalista, así como su monumentalidad. Su legado está presente en edificios tan emblemáticos de Madrid como el Palacio de Comunicaciones, actual Ayuntamiento de Madrid o el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, también ha dejado huella en su comunidad de origen, Galicia.

Sus comienzos

Antonio Palacios nació el 8 de enero de 1874 en Porriño (Galicia). El hecho de que su padre fuera trabajador en las Obras Públicas del ferrocarril que conectaría Guillarey con Valença do Minho y su madre contara con la propiedad de las canteras de granito de Atios y Budiño, sería determinante para encaminar sus estudios hacia la arquitectura, aunque mostró fuerte interés en la pintura y escultura. No obstante, a ello le daría gran importancia en todas sus obras.

En sus años de universidad, se acercó al trabajo de arquitectos como Viollet le Duc, Otto Wagner o el que fue su profesor Ricardo Velázquez Bosco. Este último le brindó la oportunidad de trabajar con él en 1900, aunque fue con su compañero y amigo Joaquín Otamendi con quien empezaría a despegar su carrera profesional.

Primeros proyectos

Tras finalizar su formación, Palacios y Otamendi se presentaron en conjunto a diversos concursos arquitectónicos sin tener apenas experiencia. Ejemplo de ello fue el proyecto que presentaron en 1903 para el Casino de Madrid, que les hizo quedar finalistas. Aunque esta obra fuera finalmente firmada por Luis Esteve y dirigida por José López Sallaberry, incluyeron en el proyecto ideas de la escalera que diseñaron.

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Todos los concursos a los que se presentaron les permitieron adquirir experiencia y reconocimiento. Pero el que sin duda les proporcionó popularidad y les consagró como arquitectos fue el Palacio de Comunicaciones, actual Ayuntamiento de Madrid.

Inicio de su éxito

El proyecto de construcción del también conocido como Palacio de Cibeles, sacado a concurso en 1904, les fue adjudicado por cumplir a la perfección con los requisitos de aunar las centrales de correos, telegrafía y telefonía, que el número de pisos no fuera superior a cinco y las fachadas debían estar en sintonía con la decoración de la zona. Además, su proyecto fue inferior al presupuesto fijado.

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Es un imponente edificio de 12.207 m2 de superficie, que se compone de una fachada central, adaptada a la forma circular de la Plaza de Cibeles y dos torres pentagonales que la conectan con alas laterales situadas en la calle Alcalá y el Paseo del Prado, que se extiende hasta la calle de Montalbán. Escogieron la piedra caliza como material presente en todas las fachadas. Además, quisieron conectar la calle Alcalá con la calle Montalbán mediante un corredor, al que se le denominó como pasaje de Alarcón. Este también sirvió organizar la distribución interior. De esta forma, se diferencia la dirección y administración del espacio que se proyecta hacia la plaza de Cibeles, en el que se desarrollan funciones de gestión y operaciones. En él se mezclan influencias historicistas, el Modernismo y la Secession vienesa.

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Fotografía de Luis García

Antes de la finalización de las obras en 1918, Demetrio Palazuelo ya le había propuesto a Antonio Palacios la construcción de la Casa-Palacio de Demetrio Palazuelo, situada también en la calle Alcalá. En este edificio se albergaron locales comerciales, oficinas y viviendas, estas últimas destinadas a la clase acomodada. De nuevo, plasma en este edificios elementos propios de la Secession vienesa. Este fue uno de los varios encargos que el industrial le hizo a Palacios, como otra obra muy característica del arquitecto como es la Antigua Casa Comercial Palazuelo, situada en las proximidades de la plaza del Sol.

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Fotografía de Luis García

El edificio estaba destinado a despachos, oficinas y locales comerciales, y hoy en día los sigue acogiendo. Para sus dos fachadas (una con proyección a la calle Mayor y otra a la calle Arenal) decidió aplicar el estilo propio de la arquitectura de Chicago, que también plasmará en obras posteriores. Pero lo más característico de este edificio es el interior, de inspiración modernista. El patio central está decorado con suelo de mármol, y diferencia por un lado los dos ascensores, con las escaleras a su alrededor, y por otro corredores con un hueco en el centro ondulado, que contiene barandillas de forja y pasamanos en dorado.

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En manos del arquitecto también estuvo de 1909 a 1916 el proyecto de construcción del antiguo Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, ahora conocido como el Palacio de Maudes.

Siendo conscientes de los progresos de la medicina, Antonio Palacios, de nuevo en conjunto con Joaquín Otamendi, diseñaron el edificio con el fin de poder albergar en un futuro los espacios que fueran necesarios para desarrollar las nuevas prácticas de la medicina. Otro de los fines de construcción de este hospital, encargado por Dolores Romero y Arano, viuda de Curiel y Blasi, era acercar la medicina a las clases más desfavorecidas. De ahí que el palacio cuente con cuatro naves, con amplias galerias, colocadas en función del esquema de planta cruciforme, resultando un edificio con espacios racionalmente distribuidos y funcionales. Estas se proyectan a partir de un patio ambulante de forma octogonal. A este también tiene acceso el pabellón administrativo y de servicios generales (entrada desde la calle Maudes), la iglesia, siendo su ubicación una novedad, ya que tradicionalmente se situaba en el centro de los hospitales (entrada desde la calle Raimundo Fernández Villaverde); y el edificio de consultas y cirugías, unido al patio mediante una pasarela metálica acristalada (entrada desde la calle Reviño). El único pabellón que no está conectado con el patio es el de aislamiento, precisamente por la función que se le otorgó.

Alrededor de todo el edificio se encuentran los jardines. Ambos arquitectos los dispusieron así pensando en los efectos positivos que podrían tener en el estado de ánimo de los convalecientes. La distribución de todo el palacio también partió de voluntad de aportar la máxima iluminación, movilidad y ventilación al mismo.

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El edificio del Banco Español del Río de la Plata, con dos fachadas que se proyectan hacia las calles Alcalá y Barquillo, fue encargado a Palacios y Otamendi en 1911 y terminó en 1918. Desde octubre de 2007 alberga la sede del Instituto Cervantes.

Lo que más llama la atención son las cuatro cariátides que presiden la entrada al edificio. Es por ellas que también se le conoce popularmente como Edificio de las Cariátides. Otro elemento destacable de esta obra son las columnas jónicas que se sitúan en las fachadas y se intercalan con vanos acristalados, aportando de nuevo una monumentalidad propia en sus obras y de estilo neogriego, inspirado por su viaje a Grecia.

Con una planta cuadrangular, a pesar de la grandilocuencia de su fachada, el interior se caracteriza por una distribucional racional. Se compone de una patio central destinado a la atención de los clientes del banco y cuatro pisos. A estos se le añaden un semisótano y un sótano, en el que cuando aún estaba el palacio de los marqueses de Casa-Irujo, se ubicaba el célebre Café Cervantes. También cuenta con un ático, y sobre él se encuentra una cúpula de vidrio, que proporciona iluminación al interior del edifico. Esta cúpula no es visible desde fueran ya que está oculta por un pórtico, reposado sobre las columnas jónicas, y que a su vez incluye columnas, en este caso corintias. Este edificio también contiene un elemento transgresor, en este caso se trata de un material: el granito pulido, utilizándose por primera vez en España.

Edificio de Industria

De 1917 y a 1931 Antonio Palacios estuvo trabajando también para la Compañía Metropolitana Alfonso XIII, conocido hoy como el Metro de Madrid. En su momento, construyó edificios auxiliares como la actual Nave de Motores, antigua Estación Eléctrica de Pacífico o las subestaciones de Quevedo y Salamanca.

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Fotografía de Antonio Tajuelo

Suyo es el icónico diseño del logotipo de Metro de Madrid. Sentó las bases de muchas estaciones, ya que se encargó del diseño de todos los elementos que componen las estaciones, así como su decoración. Aunque hoy en día muchas de ellas han sido modificadas, fueron obra suya los famosos y desaparecidos templetes de las estaciones de Sol y Gran Vía. Sin embargo, aún podemos apreciar parte de la huella que dejó en el metro de Madrid en las estaciones de Tirso de Molina, Noviciado, Cuatro Caminos y la estación de Chamberí, que aunque se cerró en 1966, ahora es un centro de interpretación y conserva elementos como señalizaciones o publicidad.

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Arquitecto consolidado

El proyecto de Antonio Palacios del Círculo de Bellas Artes, sacado a concurso en 1919, partió con inconvenientes, ya que su idea inicial sobrepasaba la altura máxima fijada. Tras la insistencia de los miembros del círculo, se eligió su proyecto. A partir de este trabajo, Palacios continua su carrera en solitario, ya que Joaquín Otamendi pasó a ocupar el puesto de arquitecto de Correos.

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Inspirado por la arquitectura americana, está diseñado de tal forma que las plantas constan de diferente escala, siendo las primeras las de mayor dimensión. Además, quiso que cada una de ellas tuviera un uso concreto, desde exposiciones en la planta baja hasta una biblioteca en el primer ático. Este proyecto de Palacios también incorporó novedades como la piscina con columnas cerámicas. Una escalera imperial de doble tiro es la encargada de garantizar el acceso a todas las plantas, accediendo a la misma desde el vestíbulo. No obstante, hubo estancias que se reservaron para uso exclusivo de los socios del Círculo. A diferencia de sus obras pasadas, este edificio no cuenta con un patio central, y de esta forma también rompió con la estructura tradicional de los casinos culturales y recreativos propios del siglo xx en España (medio copiado). El gobierno declaró el edificio como el Centro de Protección de las Bellas Artes y de Utilidad Pública, dotándolo de una gran relevancia para la vida cultural e intelectual.

En 1924, mientras desarrollaba este proyecto, fue nombrado Hijo Predilecto de Porriño, y en el año de finalización del mismo, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le nombró miembro numerario.

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Fotografía de Tamorlan

A pesar de que Antonio comienza a desarrollar el proyecto del Banco Mercantil e Industrial en 1933, el edificio comienza a construirse en 1942 y se termina en 1945.

Se compone de dos fachadas, que se proyectan a las calles Caballero de Gracia y Alcalá, que cuentan con diferencias entre sí. La fachada de esta última calle es la más característica del edificio, y se debe al arco que se puede apreciar en ella, que recuerda a los arcos del triunfo. En ella Antonio Palacios también innova introduciendo un material como el acero inoxidable, en este caso incluyéndolo en el mirador acristalado que se ubica debajo del arco.

En cuanto a su interior, consta de una nave de 60 metros de largo compuesta por una gran bóveda de pavés (material innovador) con arcos en mármol, decorada por dos lámparas de araña y detalles en bronce.

El Banco Mercantil e Industrial es el reflejo de la última etapa de la obra de Palacios, en la que primó la austeridad en los edificios, ya que renuncia a los motivos ornamentales. Hoy en día es la Secretaría General Técnica de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. También es el último gran proyecto del arquitecto.

Obras en Galicia

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El arquitecto compaginó las grandes obras de la capital con trabajos en su comunidad natal. Una de las obras significativas de Galicia es el Teatro García Barbón de Vigo. Se inauguró en 1900, siendo una de sus primeras construcciones. En un principio, se le nombró como Teatro Rosalía de Castro. El teatro está edificado en granito blanco y destaca por su estilo neobarroco y modernista. Además, el arquitecto tomó como referencia la Ópera de Garnier de París para diseñarlo.

En Porriño (su ciudad natal) construyó la Casa Consistorial, también edificada a granito como guiño a las canteras que poseía su madre, y tomando como inspiración la catedral de Tuy (Vigo).

Otros edificios reseñables que ilustran el legado arquitectónico de Palacios en Galicia son la actual guardería de la Alameda de Santiago de Compostela, el edificio Viñas-Aranda en Vigo o el Templo Votivo del Mar en Panjón.

Otros cargos

El arquitecto compaginó sus proyectos con su cargo de profesor de Dibujo en la Escuela Superior de Artes e Industrias y de Proyectos de Detalles Arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Madrid. En 1911, su inquietud por las artes le animó a organizar la exposición de Artes Decorativas en el Palacio del Círculo de Bellas Artes en el Retiro. También contribuyó con el periódico gallego Faro de Vigo y en la revista Vida Gallega escribiendo artículos sobre arquitectura gallega.