Dentro del ámbito del diseño, existen muchos factores a tener en cuenta antes siquiera de aceptar un encargo y ponernos a trabajar en él. Las primeras decisiones se basan en seleccionar correctamente el tipo de cliente y la finalidad del trabajo que se va a realizar.

De vez en cuando surgen proyectos para los que quizás no estemos preparados o cuyas condiciones no se adapten a nuestras capacidades o a nuestros propios límites por lo que es importante saber cuando descartarlos para no llevarnos después sobresaltos o decepciones por parte propia o por parte del cliente.

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No es lo mismo un contrato para diseñar una cafetera nueva que una línea nueva entera de herramientas de cocina, pues se trata de proyectos con diferente carga de trabajo y en los que serán más importantes unas características u otras a la hora de hacer el análisis del proyecto.

Estas decisiones y factores a tener en cuenta también se aplican a los interioristas. Es por ello que hablaremos de unos conceptos básicos que explicarán en qué consiste el interiorismo comercial y cuál es su diferencia con el interiorismo residencial.

Diferenciar primero entre cliente y usuario o público

Es fundamental reconocer que no es lo mismo el cliente —aquel que pide que se realice el proyecto y quien lo financia— que el usuario —aquella persona o personas que harán uso constante del espacio que se diseña— aunque a veces pueden llegar a ser la misma persona.

El cliente en numerosas ocasiones marca las directrices generales del proyecto pero es el usuario el centro de todo el análisis de diseño pues es quien va a usar y quien tiene unas necesidades específicas dentro del espacio.

En proyectos residenciales la distribución de los espacios es más compleja pues cubren necesidades más básicas como tener una cocina, un baño, una habitación para descansar… Mientras que en proyectos comerciales la estancia es más efímera y sus zonas se enfocan en la exposición, el almacenaje, la zona de venta y transacciones…

Las características de ambos interiorismos

El diseño residencial requiere de ingenio a la hora de distribuir todas las estancias y tener mucho detalle en cada proceso. Fluidez, buena circulación, sensación de confort, completa funcionalidad. Son las características elementales de un buen interiorismo en vivienda, además de la elección de materiales y mobiliario que plasman la personalidad de los habitantes de la casa.

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Es por ello que para el interiorismo residencial existe una implicación intensa y es necesario invertir mucho tiempo en el cuidado de que cada cosa quede perfecta y al gusto del usuario.

Por otro lado, para el interiorismo comercial los tiempos son más acelerados, más apresurados. Los proyectos se realizan con celeridad ya que los clientes quieren tener sus locales a punto lo más rápido posible y el crecimiento y surgimiento de nuevos proyectos comerciales es también gigantesco.

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Otro punto es la creatividad. Los proyectos comerciales dan mayor facilidad para llevar a cabo ideas más  extravagantes e impactantes en ellos, pues buscan llamar la atención, impactar al público, generar una presencia y destacar frente al resto de comercios o competencias. En un local podemos tirar de imaginación y colocar sillas o vacas andantes por el techo o riachuelos que cruzan por el medio la estancia.

Para los interioristas comerciales es esencial tener una estrategia e informarse de métodos de venta y marketing. Al fin y al cabo, un proyecto comercial lo que busca es vender u ofrecer un servicio por el que ganará un beneficio y los interioristas tienen que tener esto en cuenta.

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En el diseño comercial o retail de interiores se mantiene y refleja la personalidad de la empresa consultando su plan de negocio, de ventas, su identidad de marca, los valores y objetivos de la misma.

En conclusión, un proyecto de interiorismo comercial fusiona la decoración y el marketing, comunicando así la filosofía de empresa y llamando la atención de los clientes para alcanzar los objetivos del negocio.

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