La Educación Infantil se ha visto afectada a causa de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. De hecho, en el último curso ha habido una importante bajada de los niños y niñas de infantil matriculados. Según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Educación, en total se han perdido 127.244 alumnos.

Según datos del Ministerio, 167 centros han desaparecido ya que se han reducido el número de centros de Educación Infantil con actividad en este curso, es decir, en total, han seguido abiertos 8.933 centros de Educación Infantil frente a los 9.115 que había en el curso anterior.

Tal y como explican desde la escuela Brains Nursery School: «El desplome en la escolarización de niños de 0 a 6 años también se ve manifestada en el número de aulas en activo este curso, que también ha sufrido una caída muy relevante».

Tener claro este aspecto es primordial dado que los datos que año tras año publican desde la Unión Europea sobre la educación son negativos con respecto a España. Estos informes ponen de relieve que las escuelas españolas suspenden en sus métodos. Estos pésimos resultados sin embargo no exonerarán a las futuras generaciones de tener que competir por un puesto de trabajo y un desarrollo profesional a nivel global y no local, contando con coetáneos, fuera de nuestras fronteras, que habrán desarrollado más competencias y por supuesto idiomas desde edades muy tempranas.

Ante esta situación, la escuela infantil propone un modelo innovador contando con profesionales y espacios de aprendizaje especializados y exclusivos para estas edades (de 0 a 6 años) que favorezcan y posibiliten sentar las mejores bases para las siguientes etapas escolares. Además, es clave en esta etapa el seguimiento y detección precoz de posibles signos que nos alerten en cuanto al desarrollo de los más pequeños ya que contamos con un periodo especialmente sensible para los aprendizajes y con la posibilidad de modelar el cerebro gracias a la plasticidad cerebral en esta etapa.

Aunque la educación infantil no es obligatoria es un hecho que es el primer contacto del niño con el mundo y una fase clave en el establecimiento de conexiones neuronales en los niños, en su desarrollo, en la empatía y en la socialización. Tal y como ponen en valor desde la escuela: «Esta etapa es esencial para el niño y su crecimiento porque la pandemia ya ha afectado a muchos menores que les han privado de su libertad por eso hay que volver a estimularlos e ilusionarlos desde el cariño, el amor y el estímulo positivo desde el juego y el aula».

Desde  Brains Nursery School explican los beneficios que los niños adquieren al ser escolarizados desde una temprana edad y recibir una educación infantil de calidad:

1. Durante los primeros años, los pequeños construyen conexiones neuronales que usarán de cimiento para el desarrollo intelectual, social y emocional a lo largo de su vida.

2. Según la ciencia, las experiencias y la estimulación precoz reemplazan las estructuras físicas del cerebro. Los niños tienen un gran potencial por desarrollar y la estimulación de calidad constituye la diferencia para que tengan un desarrollo óptimo y sean adultos competentes y con oportunidades intelectuales a lo largo de su vida.

3. Los padres ayudan instintivamente a superar cualquier reto del niño, sobre todo, durante la etapa de 0-6 años, esto influirá positivamente para que él conserve su curiosidad natural, refuerce sus capacidades intelectuales innatas, se sienta seguro en las situaciones nuevas y confíe en otras personas. 

4. La escolarización temprana favorece la curiosidad innata de los niños y potencia sus diferentes inteligencias.

5. La capacidad que tiene cada una de las neuronas para desempeñar funciones nuevas se llama plasticidad cerebral. Así, existen ventanas de oportunidades conocidas como períodos críticos o sensibles, en los que el cerebro de un bebé es más receptivo a las experiencias del entorno.

6. Si se trabaja desde la estimulación temprana y contando con los profesionales adecuados, ayudando a los papás a respetar el ritmo del niño, a retroalimentar eficientemente y a descubrir, asesorar, estimular sus aptitudes y equilibrar sus debilidades, podremos trabajar en un terreno preventivo y sensibilizador que evitará problemas escolares futuros y hará niños capaces y con desarrollo de sus inteligencias.

7. Es esencial una educación emocional en la primera infancia, pues así se fomenta la química de su cerebro y les estamos aportando las herramientas necesarias para que ellos mismos controlen su funcionamiento, ayudándoles a adaptarse mejor, a mantener un mayor control y a ser, simplemente, más felices.

8. En cuanto a rutinas y hábitos de alimentación y sueño de los niños, la escuela juega un gran papel de apoyo y colaboración, tanto por las necesidades de crecimiento como por el papel preventivo para proteger y promover la salud, evitando trastornos que se pueden presentar en la edad adulta y que tienen su origen en la infancia.

9. Socialmente. La escolarización en la etapa de 0 a 3 complementa la función de la familia. Los niños, gracias a la escuela infantil, tienen la oportunidad de interactuar con otros adultos y otros niños. Esto fomenta el autoconocimiento y a aprender a relacionarse con los demás, ganando en autonomía y seguridad al aprender a manejarse en sus primeras “reglas” de convivencia y sociales.

10. Idiomas. La etapa de los 0 a 3 años es un periodo sensible en relación con el aprendizaje de idiomas. Y es que se trata del momento óptimo para aprender un idioma. Aunque es mejor comenzar cuanto antes (de los 0 a los 3 años), el intervalo adecuado sería hasta los 10 años. En estos años puede aprenderse con mayor facilidad y llegar a hablarse de forma más natural.