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La gran inspiración de Emmet Gowin se refleja en la fotografía de Walker Evans caracterizada por la belleza de lo simple.
Este artista de San Louis (Missouri) nació en 1903, iniciándose principalmente en la literatura para pasar realmente a lo que le inspiraba: la fotografía.
En sus comienzos se puede apreciar una alta influencia del modernismo plasmada en sus imágenes entre las que destacaban los planos picados y contrapicados. También se distinguen claras características Bauhaus y patrones geométricos.
Gran inspiración de Berenice Abbot que quedaría reflejada en su admiración por Eugène Atget y en su predisposición hacia los sujetos más comunes y ordinarios que le rodeaban.
Aunque realizó sus estudios en Francia, sería en Nueva York donde tomaría su primera cámara de 6 x 12 con la que retrata escenas de la vida cotidiana y comienza a entablar a amistad con artistas y escritores.
Sería con su cámara de 15 x 20 con la que recorrería Estados Unidos, fotografiando el régimen Batista en su obra The crime of Cuba, una serie de fotografías como forma de protesta en la que mezcla retratos arquitectónicos con escenas callejeras.
Durante la depresión, trabajó para el programa Farm Security Administration que quería recoger a través de sus imágenes las situaciones tan difíciles que se vivían en las zonas rurales de Estados Unidos durante esa época.
Fue en colaboración con el escritor James Agee cuando sacarían el libro Let Us Now Praise Famous Men en 1941 en el que se publicaron las fotografías de Evans que había tomado durante su convivencia con una familia de una granja de Alabama durante seis semanas. Los resultados fueron excelentes retratos de su día a día, de forma simple y directa, desde una distancia considerada.
Todo cambia cuando comienza a usar la cámara Contax de 35 mm, pues la escondía debajo del abrigo tomando instantáneas de gente por la calle o en el metro, sin un encuadre concreto. El resultado de estas obras se publicaría en el libro Many are called.
El Museo neoyorkino de Arte Moderno Moma fue quien sacó su primera exposición monográfica con la publicación paralela del libro American Photographs.
Evans también destacaría por su trabajo como fotógrafo para la revista Fortune. Fue en colaboración con Robert Frank con quien publicaría el artículo Beauties of the Common Tool.
La fotografía de Walker Evans siempre se ha caracterizado por la sencillez, por recogen los objetos más simples los cuales guardan grandes significados tras ellos, convirtiéndose en metáforas de lo existente.
Se trata de retratos en los que se plasma el poder que tiene el hombre de hacer de lo insignificante algo valioso. Escenas en las que encuentra miseria y dolor, pero también belleza y valor.
En sus últimos años de vida, aceptó el puesto de catedrático en la Universidad de Yale, y comenzó a utilizar una Polaroid con la que tomaría sus primeras imágenes a color captando toda una combinación americana de signos y señales que representaba todo lo que Evans apreció y odió en su vida.
Fotografía con significado intrínseco que se esconde bajo el adjetivo de belleza.