Contenidos
En el número ocho de la Calle de La Puebla encontramos el Café de la Luz. En el barrio de Malasaña y a unos pocos pasos de Gran Vía, casi escondida, se sitúa esta cafetería acogedora que está punto de cumplir su quinto aniversario.
Desconocemos el origen del nombre, pero lo que es seguro es que en el Café de la luz no faltan lámparas. Es uno de los atractivos de la cafetería, donde podemos encontrar lámparas de todo tipo, formas y hasta épocas.
El local posee una decoración que te envuelve y te hace sentir como en el salón de una casa. Los suelos son de madera envejecida, con efecto desgastado. Las paredes son blancas y combinan los listones de madera con otras partes de ladrillo descubierto. Y se encuentran decoradas con espejos y cuadros.
Sorprende del lugar que una de las paredes está pintada con pintura de pizarra, y allí han dejado todo tipo de mensajes los que han visitado el café. En las paredes también encontramos varias estanterías con libros, que se pueden leer mientras te tomas algo.
Además de los cuadros que decoran sus paredes de forma permanente, durante todo el año, el café es un lugar de exposición y venta de obras de diversos artistas que trabajan disciplinas como la ilustración, la fotografía y el arte en general.
Los sofás y mesas que componen el espacio, poseen el encanto propio de las cosas que se conservan en buen estado, a pesar de haber sido envejecidas por el paso del tiempo. Y son algo dispares, en cuanto a que es difícil encontrar los muebles repetidos. Algo que, a priori puede parecer un tanto ecléctico, pero que termina siendo muy coqueto.
El espacio está bien distribuido, el café es abierto y fresco, con grandes ventanas en un lado. Además posee unos cuantos rinconcitos que sin duda te trasladarán ese sentimiento hogareño.
Asimismo el salón subterráneo es un lugar idóneo, que se presta para presentaciones de libros, reuniones y otro tipo de actos sin coste alguno para el que asiste.
En el café podemos disfrutar de sus desayunos, minibrunchs, tostas, quiches y de sus tartas para merendar, así como de sus batidos y distintos cafés.
Por supuesto los fines de semana, es el sitio ideal para tomar unas copas de forma relajada, muy cerca del centro.
El café es sin duda un lugar relajado donde pasar un buen rato, escribir, leer un buen libro o disfrutar de una taza de café, todo ello aderezado con buena música y un ambiente de lo más tranquilo. Un imperdible del barrio de Malasaña.