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La historia de las alfombras kilim se extiende en el tiempo y por el mundo, desde Irán, Afganistán, Turquía, India, Pakistán, China o Nepal llegan a nuestra casa para hacer de ella un espacio con una estética étnica – ya son un referente en este tipo de decoración en el que la mezcla de culturas y productos artesanales son imprescindibles -.
Hace algún tiempo os hablábamos de las alfombras exóticas, una manera de hacer de vuestro hogar un lugar cálido, y hoy queremos adentrarnos un poco más en el origen y uso de los kilim. Un tipo de alfombra que cada vez tiene más espacio en nuestras vidas por grandes dosis de exclusividad y su gran facilidad a la de combinarlas con diversos estilos.
De origen persa los kilims son piezas decorativas con personalidad y un gran valor histórico. Como ya adelantábamos en el anterior post, son alfombras que se diferencian de las tradicionales por no tener pelo, en vez de ir anudando sobre la urdimbre, la lana y el algodón se tejen formando hilos entrecruzados. Con lo que se consigue un producto mucho más livianos y con motivos decorativos más ricos y variados.
Hace más de 3500 años las tribus nómadas del Asia Central ya tejían kilims con técnicas milenarias. En su origen este tipo de piezas se utilizaban para decorar los suelos y paredes de las casas o tiendas nómadas en Persia y Turquía. También para proteger a los animales y al equipaje de las inclemencias del tiempo. En la actualidad se han conseguido establecer como un elemento decorativo muy interesante en todos los hogares, gracias a la originalidad de sus formas y a su belleza.
Se empieza a imponer en decoración la mezcla de estilos y añadir detalles étnicos, razón por la cual los kilims ganan adeptos, además sus formas interminables y sus mil y una combinaciones dan ese toque original y resistente a cualquier espacio. Son perfectas para dar color a espacios minimalistas. Sectorizar ambientes, ya que logran un espacio visual bien definido. De alguna manera definen fronteras imaginarias dentro de distintos espacios abiertos.
Además completan la decoración, crean espacios acogedores y agradables, resguardan del frío -algo que agradecemos en las épocas invernales-. Lineas rectas, formas geométricas, gamas de colores y tonos imposibles. Estas alfombras llenarán de color y vida todo un hogar con un estilo personal y atemporal.
Todas estas piezas, originales de tiempos muy remotos, vuelven siguiendo las tendencias actuales en interiorismo. Regresan con un aire bohemio y cautivador para quedarse, al menos, hasta que acabe la temporada fría.