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El macramé, esa antigua y artesanal técnica, vuelve con fuerza en decoración como una manera fácil y económica de decorar cualquier hogar y llenarlo de espíritu boho chic.
No hace mucho os hablábamos de una nueva tendencia en decoración que consistía en recuperar la vieja costumbre de adornar las paredes con platos de cerámica, convirtiendo así lo que no hacía mucho se consideraba anticuado en sinónimo de tendencia. Pues bien, con el macramé ocurre más de lo mismo: elemento decorativo habitual en las casas hace algunas décadas, pasó a ser considerado paleto u hortera y solo se empleaba en la decoración puramente kitsch, o sencillamente en la que estaba pasada de moda.
Pero a día de hoy esta sencilla técnica de tejer cuerda haciendo nudos a mano despunta de nueva con muchos puntos a su favor: la tendencia vintage, que nos lleva a apasionarnos por lo antiguo, está revalorizando el macramé; el hecho de que podamos hacerlo nosotros mismos encaja a la perfección con la corriente DIY de economizar y practicar el trabajo artesanal; y por su aspecto rústico-hippie resulta idóneo para aportar un toque boho chic a nuestros interiores.
Así pues, el macramé ha vuelto para dar personalidad a cualquier espacio, ya sea recubriendo maceteros, jarrones o sillas; como alfombra, tapiz o cortina; como macetero u adorno de pared… Esta técnica comprende más de 50 tipos de nudos diferentes, que pueden combinarse entre sí y hacerse con una amplia gama de materiales, principalmente fibras naturales (seda, algodón, yute, lana…) en muchos colores.
El macramé tiene más de 4.000 años de antigüedad, es de origen persa y su nombre es una palabra francesa que significa «nudo» y a su vez se deriva de los vocablos turco y persa. Es relativamente sencillo de hacer, y los materiales fáciles de encontrar y asequibles: un hilo de consistencia fuerte y una superficie, normalmente una barra de madera, en la que sujetar la labor. Por esto mismo se ha convertido en un buen recurso para los amantes del DIY, y una forma económica y artesanal de decorar.
Podemos encontrarle muchas ubicaciones diferentes, y encajará especialmente bien con elementos decorativos naturales como la madera o los muebles de fibras vegetales. Sin embargo, hay dos usos para el macramé que se están destacando en la decoración contemporánea: como portamacetas, y como tapiz.
Utilizar colgados de macramé como portamacetas no hará sino reforzar el elemento boho chic de nuestra decoración, ya que el uso de plantas es una de sus bases. Colgados de las paredes o, sobre todo, del techo, son originales y una forma fácil de integrar elementos verdes en nuestros interiores. Se puede colocar en su interior, además de una maceta, una botella de cristal o incluso una pecera, que puede contener plantas colgantes, flores cortadas, piedras, terrarios, velas…
Por su parte, los tapices realizados en esta técnica con diversos materiales (hilo, lino, algodón…), en muchos colores y adornados con todo tipo de abalorios son una forma creativa de decorar nuestras paredes. Su gran versatilidad de formas, tamaños y tonalidades garantizan que pueden encajar en cualquier estancia y aportar un toque étnico o hippie a nuestros hogares: usados como cortinas, como cabeceros de cama, como si de cuadros se tratase… ¡Las posibilidades son muchas!