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Ya hemos hablado en alguna ocasión de algunos muebles tubulares y su historia, como es el caso de la silla Cesca de Marcel Breuer o la silla oscilante Freischwinger. Lo cierto es que a día de hoy el modelo de sillas que carece de patas traseras nos resulta común y, hasta en ocasiones, no se ha valorado este diseño generándose multitud de imitaciones de los diseños iniciales.
La primera ocasión en la que una silla oscilante se presentó al público tuvo lugar en una exposición dedicada al hogar denominada Die Wohnung (La Casa) en 1927, bajo la dirección de Mies Van der Rohe, donde se presentó igualmente la nueva arquitectura y objetos para la vivienda tras el periodo de carencia que se había sufrido durante la Primera Guerra Mundial.
En esta exposición se invitaron a 17 arquitectos que participaron en un proyecto con un total de 21 edificios y fue tal su repercusión que supuso un corte con la arquitectura que se realizaba hasta entonces (más tradicional) para dar paso a un nuevo estilo (Neues Bauen), en definitiva, a la Arquitectura Moderna.
Volviendo más a la temática de muebles, dos arquitectos presentaron en esta importante muestra sus sillas tubulares:
Por un lado, encontramos la de Mart Stam, cuya silla era una línea tubular de unos 20 mms. de diámetro lacado en gris, continua y con forma casi cuadrada. Esta silla contaba con asiento y respaldo de tela gruesa o goma.
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Por otra parte, Mies Van der Rohe presentó su modelo, también sin soporte posterior, pero en lugar de ser un cuadrado constaba de una línea semicircular. En este caso en lugar del lacado, el tubo estaba niquelado y su grosor era un poco mayor, 25 mms. de diámetro. Su asiento y respaldo eran de lona.
Ambos diseños se inspiraban en asientos de medios de transporte que se construían en la época (coches, aviones, ferrocarriles…) con la estructura en forma de voladizo, con la que se había descubierto que sin soporte trasero se podía hacer frente a la mismísima gravedad.
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El material utilizado (acero) resultó ser suficientemente fuerte como para aguantar todo el peso que se apoyaba sobre los asientos. La oscilación (de ahí su nombre) era también fundamental para el soporte, por lo que el material resultaba finalmente perfecto para el diseño al permitir un movimiento ligero y que se doblara para adquirir la forma.
En 1928 una tercera figura entró en juego, se trataba de Marcel Breuer con una variante de la silla de Stam con un tubo algo más grueso y flexible, con un aspecto más pulido y un respaldo que permitía reclinarse ligeramente.
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A partir de 1930 estos modelos se pusieron muy de moda y sus compras fueron multitudinarias. Fue ahí cuando surgieron los conflictos entre las marcas / diseñadores por la autoría real del diseño que tanto estaba triunfando en ese momento. Hasta que en 1932 los tribunales se decantaron finalmente por adjudicarle los derechos de autor a Mart Stam no sólo en cuanto al modelo que creó en 1927, sino también en cuanto al tipo de silla sin el apoyo trasero.
De esta forma, a pesar de que los otros dos diseñadores por su trayectoria y renombre siempre han sido más reconocidos y pasaron a la historia por sus dilatadas carreras, en este caso, tuvieron que pagar a Stam derechos de licencia por el uso de su diseño. Sin embargo, después de la guerra, parece ser que esto pasó al olvido, ya que estos modelos se han atribuido indiferentemente a Breuer, Van der Rohe y a Stam de forma alternativa.
Aún así, desde aquí también querríamos reivindicar al padre de la idea, Mart Stam que fue el pionero y el que la ideó inicialmente. Porque la historia, cuando la conocemos mediante fuentes fidedignas, merece ser contada tal y como fue. Y los creadores, merecen ser reconocidos por su trabajo.