La arquitectura vernácula no responde a un estilo arquitectónico concreto como puede ser la arquitectura brutalista, sino que se trata de la arquitectura que se ha desarrollado en una región concreta a partir de los materiales y técnicas locales. De esta forma, no es lo mismo las edificaciones vernáculas del continente asiático a las del continente africano.

Hablar sobre la arquitectura vernácula hace que se piense de nuevo en los proyectos urbanísticos de las grandes ciudades. La importancia de esta arquitectura reside en que son un reflejo de la cultura y el contexto demográfico de cada región, además de que supone un enriquecimiento para la cultura de la población el poder utilizar materiales que son propios del lugar y trabajarlos de una forma artesanal.

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La arquitectura vernácula nace a partir de la necesidad del ser humano de adaptarse a un entorno concreto. Es por ello que para su construcción se utilizan materiales de proximidad como la madera, el bambú, fibras naturales o piedras naturales, entre otros. Normalmente, los suelos en los que se han edificado estas construcciones son arenosos o arcillosos.

Muchas de las edificaciones vernáculas son viviendas y centros comunes como escuelas u otros destinados al uso de la gente de la región. Para saber distinguir una obra vernácula de otra que no lo es, se deben comprobar los siguientes aspectos:

  • Su construcción debe haberse llevado a cabo mediante las técnicas de construcción tradicionales del lugar.
  • Deben haber trabajado constructores de la región en la que se lleva a cabo.
  • Los materiales que se hayan empleado, deben ser de proximidad, de tal forma que si se deja de usar la construcción, no supongan una fuente de contaminación del medio.
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Ejemplos de arquitectura vernácula

Esta arquitectura ha estado presente en todo el mundo y el hecho de que sean diferentes entre sí viene muy determinado por los climas en los que se desarrollan.

Casas colmena en Harran, Turquía

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El material predominante en estas casas es el adobe, una mezcla de arcilla, arena y paja, fundamental para que el sol no incida en el interior y así se mantiene fresco, y por ello es que en general no cuentan con ventanas. En invierno, el adobe permite que se retenga el calor en el interior, de tal forma que ahorrar en el gasto de energía. Cuentan con una altura de entre 4 y 5 metros.

Casas malayas tradicionales del sudeste asiático

Podemos encontrar estas viviendas en la Península de Malaca, Sumatra y Borneo. Las casas presentan variaciones dependiendo de la región en la que se encuentren, pero en la mayoría predominan la madera y el bambú. Como es propio de esta arquitectura, las viviendas están pensadas con el fin de poder ser reutilizadas en un futuro. Todas ellas se construyen sobre pilotes, en previsión de soportar inundaciones, mejorar la ventilación y también protegerse de ladrones y animales salvajes. Frente a esta elevación de la casa sobre el terreno, todas tienen escaleras que dan acceso al porche.

En cuanto al techo, debe soportar las lluvias y el calor propio del clima de la zona, por lo que suelen estar diseñados a dos aguas y algunos de ellos presentan ornamentaciones, así como también en toda la fachada. En el caso del interior, suele estar separado en sala de estar y las habitaciones (con particiones) y de forma anexa la cocina.

Arquitectura vernácula en Corea

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Las viviendas vernáculas de Corea son los hanok, que se describe como una «casa que respira» por el suelo en las que se edifica, que es de arcilla roja. Los cimientos de estas casas, a diferencia de las tradicionales malayas, son de piedra y están al nivel del suelo. En cuanto a la estructura, está hecha a base de vigas y pilares de madera, y las paredes son de arcilla roja, lo que permite regular la humedad propia de este clima. El techo de los hanok varía según la aldea pero en la isla de Jeju, donde están los más antiguos, está fabricado a base de paja y con forma redondeada.

Viviendas de la Comunidad Musgum

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A base de arcilla y dotándolas de forma de cúpula, las Tolek son otro ejemplo de arquitectura vernácula. Existen muchos ejemplos en África, pero este es uno de los más conocidos. Todas ellas están dispuestas en forma de círculo, unidas por un muro pero con espacio entre sí, y son distintas en cuanto a su tamaño.

Su fachada presenta relieves en forma de v invertida y un aspecto de significativo de estas viviendas es que carecen de cimientos, pero consiguen estabilidad gracias a que las paredes van disminuyendo en grosor a medida que se eleva la casa. Justo en el pico, contiene una abertura que permite una buena ventilación y mantener una buena temperatura. El suelo en el que se edifican es arcilloso, se tarda aproximadamente seis meses para construirlas y pueden encontrarse en el norte de Camerún y Chad.

Casas de la tribu Himba, en Namibia

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En el caso de las casas de la tribu Himba, originaria de Namibia, sus paredes están hechas a base de adobe, así como también utilizan madera. La forma de estas casas es circular y su techo, fabricado a base de paja, tiene forma de cono. Las viviendas no se sitúan formando un poblado, sino más bien se agrupan por familias.

Los palafitos

Los palafitos son construcciones que pueden encontrarse en muchas regiones del planeta, tales como países de Sudamérica (Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, Perú), de la zona del caribe (Costa Rica, Honduras y Panamá) y en el continente asiático (Birmania). Sin embargo, se sabe que en Europa existieron este tipo de construcciones en el área de los Alpes.

Lo que caracteriza a estas construcciones es que están edificadas sobre lagos, lagunas y caños, aunque también se establecen a orillas del mar, como sucede en Chile, o en tierra firme. Para ello, se apoyan en estacas o pilares de madera con una altura determinada para que si el agua sube, la casa no se vea perjudicada. La madera también se utiliza para el resto de la casa y también la paja.

Las yurtas

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Estas viviendas propias de Asia Central (especialmente Siberia y Mongolia) están preparadas para soportar las bajas temperaturas de la región y los fuertes vientos. A las paredes de esta vivienda se les denomina jana, fabricadas a base de un entramado de madera que soportan las vigas del techo (redondeado) dejando un anillo en el centro del mismo, que permite ventilación, entrada de luz y sujeción.

Todo ello se cubría con capas de lonas de lana y paja atadas con cuerdas, dejando espacio para una puerta que también la sujetaban estas, y en las épocas de más calor se retiraban algunas capas. Estas casas también se podían trasladar a otras ubicaciones con facilidad.

Los iglús

El Iglú es una de las edificaciones propias del Ártico y Alaska y quizás el ejemplo de arquitectura vernácula más conocido. Su nombre significa «casa o edificio» y también «casa de nieve» en inuktitut y precisamente porque se construyen a base de bloques de hielo, generalmente dotándoles de una forma de cúpula. Sin embargo, hay tres tres tamaños dependiendo de la función que se le quiera dar. Los más pequeños suelen hacerse para que duren un corto periodo de tiempo, los medianos están destinados a albergas a una familia y los más grandes (permanentes) tienen capacidad para hasta 20 personas.

Su forma de cúpula viene dada por la base circular, y el iglú se va construyendo de forma ascendente y en espiral, esto es colocando mayor cantidad de hielo progresivamente. Lo que no falta en estas construcciones son el túnel de entrada (orientado a sotavento) y un agujero en parte superior para que ventile el interior, aunque también suele contar con una ventana encima de la entrada.

Las Izbás

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Esta casa es de origen ruso, más concretamente del área rural del país, y su material predominante son los troncos de madera, lo que permite que el interior esté aislado de las bajas temperaturas de la región. Lo curioso de esta vivienda es que no se utilizan clavos en su construcción, tan solo el hacha, porque antiguamente el metal tenía un coste elevado.

El tamaño de estas casas varía en el norte y centro del país, al igual que las temperaturas son distintas, pero todas cuentan con una estufa, cocina y dormitorios.