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El arte en general tiene numerosos rincones que podemos explorar. Algunos muy familiares, otros que pasan más desapercibidos y otros pocos, apenas conocidos, de los que vagamente nos suena su nombre. Para la mayoría, el fauvismo, posiblemente forme parte de este último grupo. ¿Sabes de qué estamos hablando?
El fauvismo, también conocido como fovismo, es un movimiento artístico del siglo XX con una duración bastante escasa (1904-1908), en relación con otros movimientos de la época como, por ejemplo, el Cubismo o el Impresionismo.
Se trata de un movimiento desarrollado en el ámbito pictórico en Francia en el que destaca, por encima de todo, el exceso de colores llamativos y provocativos.
El término fue acuñado por el crítico de arte Louis Vauxcelles en el Salón de Otoño de París en el año 1905. En este evento se encontraban expuestas una serie de obras que no encajaban en ninguna de las corrientes conocidas hasta el momento. Quizás por la agresividad de sus líneas y colores, el crítico dio con el término ‘fauve’ (fiera en español) para designar las pinturas que tenía ante sus ojos.
En principio, el desprecio y la crítica negativa se impuso en la descripción y comentario de las obras de este estilo. Sin embargo, lejos de abandonar, lo que empezó siendo un término despectivo, fue asumido por este conjunto de artista y el movimiento fauvista se convirtió en el grupo de vanguardia de París.
Pero esta experiencia no es un hecho aislado. Hay varios ejemplos en los que queda patente que cuando aparece algo nuevo y diferente, que trastoca el equilibrio existente, primero es rechazado para después ser asumido. Y esta es la manera en la que el arte, en este caso, avanza y se desarrolla.
Henri Matisse, el precursor del Fauvismo
Al hablar de un precursor o padre de este movimiento, todos apuntan a que el puesto le corresponde a Henri Matisse. Este artista estudió, junto a otros involucrados en el grupo del fauvismo, en la escuela de Gustave Moreau. Éste basaba su enseñanza en la libertad de los alumnos, animándoles a hacer uso de “las técnicas que les dictara su temperamento”.
Fue en 1904 cuando la pintura de Henri Matisse Lujo, calma y voluptuosidad vio la luz como muestra del postimpresionismo, convirtiéndose al poco en “el manifiesto del fauvismo” donde ya se dejaban intuir las líneas características de este movimiento.
Un movimiento que nació contrario a los manifiestos del Positivismo, del Naturalismo y del Impresionismo. Todos ellos movimientos artísticos desarrollados y conocidos en aquella época.
Sin duda, otro nombre importante en el desarrollo de este estilo es Paul Gauguin, pues fue una figura de gran influencia para el movimiento del que estamos hablando. Libertad es la palabra que define su obra y este término podría ser la síntesis de los principios del fauvismo.
Quienes pertenecían a ese grupo de artistas escapaban de la composición y el orden que venían dominando las técnicas artísticas. Apostaban por la expresión de sentimientos y por los “impulsos vitales”, de forma que pintaban según la percepción que tenían del entorno en ese momento, dependiendo de su estado.
Llama la atención el uso del color. Buscan colores vivos y crear fuertes contrastes, para lo que se valen de la teoría del color, que diferencia entre colores primarios, secundarios y complementarios.
Así el color se impone sobre el dibujo, que empieza a ser poco definido. Además, dejan de lado técnicas como el claroscuro y la perspectiva, dando lugar a figuras planas y sin profundidad. En cuanto a los temas, éstos son muy variados quedando abiertos a la elección de cada artista. Podemos encontrar desde obras sobre el mundo rural hasta desnudos.
Sin duda, el fauvismo, fue un movimiento rebelde que rompió con las normas de la pintura de la época, dando lugar a cuadros provocadores de los que ahora podemos disfrutar.