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De David Lynch a Francis Ford Coppola, pasando por Wes Anderson, los grandes genios del cine hacen sus pinitos en el diseño de interiores, llevando a cabo la decoración de hoteles, bares y discotecas.
Pufs tapizados con estampados de tigre, cascadas de cortinas de terciopelo carmesí, lavabos de mármol y latón… El nuevo Hotel Faena de Miami Beach parece recién salido de un estudio de cine. Y con motivo, este hotel lleva la firma del realizador Baz Luhrmann, quien se convirtió en decorador para inyectaren este establecimiento la extravagancia de sus largometrajes (Moulin Rouge, Gatsby, etc).
Fue de hecho tras haber asistido a la proyección de Gatsby cuando Alan Faena, dueño y promotor del hotel, tuvo la idea de que Luhrmann y su esposa, Catherine Martin, diseñadora de vestuario y ganadora de un Oscar por su diseño de producción: «Ellos han contribuido a la construcción de esta fantasía y a la elaboración de la narración que constituye la linea directriz de este hotel».
Pero Baz Luhrmann no es el primer realizador que se ha embarcado en este tipo de proyecto. Antes de él, David Lynch concibió el club parisino Silencio y el año anterior, Wes Anderson insufló un poco de su universo vintage e intemporal en el bar de la Fundación Prada de Milán
Igualmente muy ligado a la decoración, Francis Ford Coppola buscaba reencontrar el ambiente de jungla exuberante de su película Apocalipse Now cuando desenterraron el Blancaneaux Logde en los bosques amazónicos de Belize. «Junto a su esposa Eleanor, decoró completamente el lugar, inicialmente concebido para sus vacaciones con amigos y transformado en hotel en el año 1993», cuenta Myriam Kournaf, directora de The Family Coppola Resorts.
El realizador también ha inaugurado el hotel Turtle Inn, también en Belize, y más recientemente La Lancha, en Guatemala, totalmente decorado por el con telas y muebles antiguos de los mercados locales.
Alejandro Landes ha tenido el mismo sentido del detalle en la Casa Bahia, en Florida, de la cual es responsable tanto de su arquitectura como de su decoración. Desde el edificio hasta las camas, sin olvidar los vasos para los cepillos de dientes, el director de Porfirio lo ha diseñado todo en esta casa: «Me involucré en este proyecto como un cineasta en una película, desde el escenario hasta el corte de pelo de los actores».
Lo que sorprende de esta enorme mansión son las aberturas rectangulares de distintos tamaños puestas al servicio de unas espectaculares vistas sobre el océano. «En mis películas como en la arquitectura, es el mundo a mi alrededor lo que me inspira. Dentro de las limitaciones del medio, yo decido lo que quiero mostrar o esconder, mi forma de jugar con la luz» explica él. «Una película y una casa son construidas de la misma manera, el proceso creativo es similar».
Matthieu Delaporte, realizador y atento observador de los vínculos entre el diseño y el cine lo confirma: «No es un azar que estos realizadores se lancen a la aventura de la decoración con hoteles, bares y lugares de ocio nocturno. Estos sitios constituyen paréntesis, son las burbujas de la vida real.» Pero según el, este fenómeno es muy poco probable que se propague a grandes proyectos: «Estos cineastas no se atreverían con estaciones, por ejemplo, ya que su concepción toma una dimensión muy funcional y que necesita un mayor nivel de profesionalidad».
Los realizadores prefieren los ámbitos más intimistas. El fabricante de porcelana Bernardaud no se equivocó: en 2013 dio carta blanca a David Lynch, Julian Schnabel (La escafandra y la mariposa) y Marco Brambilla (Demolition Man) para crrar una serie de platos en los que cada uno escondió distintas historias: Brambilla dibujó la última cena, Schnabel un monumento indio y Lynch su visión del hombre. «Para los cineastas, la atmósfera es esencial, ya que influye en la forma en la que el espectador abordará su obra» dice Matthieu Delaporte «Este viaje a través de la decoración no es absurdo, en la medida en la que la noción del contexto y la construcción son igualmente primordiales. Ser realizador es pensar el espacio«.