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El Hiperrealismo es uno de los movimientos artísticos más interesantes de las últimas décadas. Sus artistas usan la pintura para enseñar la realidad que las fotografías no muestran.
Se caracteriza por reflejar la realidad con todo lujo de detalles. Los detalles son muy importantes pues las obras son fotografías de la vida real dentro de un lienzo. De hecho, los artistas hiperrealistas suelen tener fotografías como fuente de inspiración.
Este movimiento artístico surgió en los Estados Unidos en la década de los 60, cuando triunfaban distintas corrientes artísticas que descendían de la abstracción. Aunque comenzó como un estilo minoritario, no tardó en expandirse a otros países. Los primeros artistas que trabajaron el hiperrealismo eran estadounidenses. Destacan Denis Peterson, Richard Estes, Chuck Close y Audrey Flack.
Peterson es un nombre muy importante en la historia de este movimiento y es un ejemplo de la crítica social que suele acompañarlo. Un ejemplo es su obra Dust to Dust (Polvo al polvo), en la que representa a un hombre indigente. El nombre de la obra es una referencia bíblica usada en los funerales. Por eso es fácil suponer que el hombre de la pintura esté a punto de morir, si no ha muerto ya, aunque eso pase desapercibido para todos. Peterson asegura que una persona de estatus bajo tiene el mismo derecho a ser retratado que cualquier famoso o figura popular. Toda persona tiene derecho a que se reconozca su existencia y condición humana y no ser tratada como invisible.
También realizó una serie de pinturas sobre el genocidio, la supervivencia y el sufrimiento. Su bisabuela tuvo que huir de su país y refugiarse en América por culpa del genocidio armenio. Don’t Shed No Tears nos muestra a una refugiada de Darfur en Sudán. Su trabajo se acerca más a la realidad del personaje y del hecho que una fotografía ya que elimina y altera partes de la imagen. Un ejemplo está en el cabello y en las arrugas que ha aumentado para mostrar con más fuerza el dolor de esa mujer.
Entre sus representantes en Europa están el español Antonio López y el austriaco Gottfried Helnwein. López comenzó en 1965 a pintar y dibujar interiores y objetos cotidianos con mucho detallismo. Helnwein se adentró en el hiperrealismo mostrando retratos de sufrimiento y dolor. Los principales temas de su trabajo eran el nazismo y el Holocausto, destacando la serie Epifanía. En Epifanía I (Adoración de los Reyes Magos), la virgen María, el niño Jesús y los Reyes Magos son encarnados por una mujer y sus hijo junto a unos oficiales de las SS que adoran al niño como símbolo de la perfección de la raza aria.
Comenzó siendo un género pictórico pero el hiperrealismo también ha encontrado su lugar en la escultura, con artistas como John de Andrea, Duane Hanson o Ron Mueck. Las obras escultóricas hiperrealistas suelen ser a escala natural.
Hanson suele mostrar a personas de la clase media de Estados Unidos. Es uno de los más reconocidos y su escultura Queenie II es de las más populares. En ella representa a una mujer afroamericana que trabaja como limpiadora, siendo una imagen de los trabajadores peor pagados invisibles para muchos. Hace sus esculturas a partir de modelos, usando resina de bronce y fibra de vidrio. Otro escultor estadounidense es Robert Gober, pero él recrea artículos domésticos de uso íntimo.
El australiano Ron Mueck es el más famoso de este siglo. La fama le llegó con la escultura Padre muerto. Se trata de una obra en miniatura de su padre muerto. Suele representar desnudos, jugando con las escalas. Los detalles son muy importantes en sus esculturas, y no falta el vello corporal, y podemos encontrarnos con personajes con las uñas de los pies amarillentas.
Aunque al hiperrealismo se le conozca también como fotorrealismo, se trata de dos movimientos distintos. Denis Peterson se encargó de diferenciar ambos términos diciendo que en el hiperrealismo usa una imagen para hacer una obra casi más realista que la fotografía, mientras que el fotorrealismo se limita a copiar la foto.
Para conseguir una realidad mayor que la de una fotografía, los hiperrealistas se permiten cambiar aspectos como en la profundidad de campo, la composición o el color. Así logran acentuar el aspecto de conciencia social de su trabajo.