El artista alemán Alexander Höller será el encargado de inaugurar New Positions el próximo 5 de octubre en Reiners Contemporary Art, un nuevo formato en el marco del programa expositivo de la galería, concebido para dar a conocer a artistas, entre 20 y 35 años, que no hayan expuesto todavía en España. Höller, que cuenta con una gran notoriedad en la escena artística alemana, es considerado por la crítica como el más reciente exponente de la feraz escuela pictórica germana. Su primera exposición individual en nuestro país incluye 8 obras de gran formato y una instalación pertenecientes a su última serie El grito silencioso, homenaje a El Grito(1893) de Edvard Munch.

La imagen singular y extravagante que proyecta Höller, la repercusión mediática que alcanza cualquiera de sus acciones y el gran éxito cosechado en el mercado internacional, a pesar de su juventud, no deben distraer de la cuestión verdaderamente importante: su producción pictórica reúne tanto unos valores técnicos y plásticos como unas cualidades intelectuales e intencionales poco frecuentes.

pintor alemán Alexander Höller

Una aproximación crítica de mayor profundidad permite descubrir a un artista serio, implicado, gran conocedor de la historia del arte y de los resortes de los distintos lenguajes estéticos, con una producción versátil que busca experimentar y explorar nuevos retos.

Reiners Contemporary Art acogerá la última producción de Höller, la serie El grito silencioso, homenaje a El Grito(1893) de Edvard Munch. La exposición está compuesta por 8 obras de gran formato y una instalación formada por 12 piezas de pequeño formato.

El grito silencioso significa una redefinición de la figuración que se apoya tanto en los recursos del expresionismo alemán de entreguerras y el cubismo sintético, hasta en el graffiti o el cómic.

En esta última serie, Höller abandona el óleo y el pincel de anteriores trabajos, y transforma la icónica imagen mediante el uso del spray y del pastel, en un campo de reivindicación y de experimentación. El grito silencioso no supone únicamente un ejercicio en busca de cierta confrontación y denuncia social. Más allá de esto, significa una renovación experimental del género retratístico, de una tipología concreta de retrato anónimo y angustiado.

Ese grito pictórico alerta y sitúa el foco sobre dos elementos claves para comprender nuestro tiempo: la incomunicación y aislamiento del individuo. También nos habla de la importancia de la imagen como mecanismo para alcanzar la atención que nos rescate de ese anonimato, aunque para ello debamos recurrir al falaz espejismo que supone la autofoto o selfie.