Si algo nos recuerda la palabra mediterráneo es calidez. Al mar, las olas, los acantilados, las bonitas costas, las playas. En términos generales nos recuerda a vacaciones, al buen tiempo y al azul del mar, el blanco de la cal y el amarillo de la arena.

Y es que cada corriente arquitectónica y decorativa tiene una esencia que somos capaces de identificar de manera más o menos sencilla, aunque luego muchas comparten rasgos y detalles. De la arquitectura nórdica por ejemplo destacamos las construcciones en madera robusta y oscura y sus cubiertas inclinadas para soportar las inclemencias del tiempo como las tormentas de nieve. De la arquitectura caribeña hablamos de su colorido y los balcones desde los que se puede disfrutar de la brisa y el sol…

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En definitiva, cualquier estilo tiene sus características y sus particularidades aunque existan mezclas y elementos en común entre ellos. En este post nos centraremos en hablar de la arquitectura mediterránea y de sus puntos fuertes para que conozcas más sobre esta corriente tan conocida y valorada en el mundo del diseño.

El origen de la arquitectura mediterránea

Se empleaba este estilo arquitectónico en las zonas costeras de África septentrional —Túnez, Libia, Marruecos, Egipto y Argelia—, Asia occidental —entre los que destacan Turquía, Siria, Israel o Líbano— y Europa meridional — destacando España, Italia, Grecia, Malta o San Marino—. Puesto que los vientos marítimos y el calor son las principales características climáticas de estas zonas, el estilo mediterráneo fue diseñado para enfrentarse a ellas.

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Por ello las viviendas construidas en estas costas y con este estilo tienden a ser frescas, acogedoras, luminosas y abiertas, dando gran importancia al color blanco en paredes y ladrillos, así como decoración con azulejos artesanales, madera y terracota

Es por ello que este estilo arquitectónico está muy valorado entre los amantes de la arquitectura histórica y que a día de hoy se ha llevado a todas las partes del mundo por su riqueza, su naturalidad y calidez, generando ambientes acogedores y refrescantes.

Sus características distintivas

A continuación describiremos algunas de las principales características de este estilo.

La luz: la búsqueda directa de los rayos del sol 

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La tendencia a aprovechar al máximo el sol y sus rayos la vemos en la construcción de ventanas y puertas grandes o muy numerosas, consiguiendo así que entre la mayor cantidad posible de iluminación natural. Además se suelen instalar puertas transparentes en las terrazas o porches para facilitar el paso de luz.

El uso de materiales pétreos como sustento principal

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Gracias a que en las zonas costeras se encuentran canteras de las que se pueden sacar distintos tipos de piedras naturales, se suelen usar como elemento constructivo en este estilo. Además se utiliza mucho la cal y los compuestos de arcilla por su abundancia también, lo que les da un color cálido a los recubrimientos interiores y exteriores. Destaca su uso en las terrazas pues también son materiales que soportan bien el calor y apenas varían su temperatura manteniendo el frescor de suelos y paredes.

La calidez y claridad de los colores utilizados

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Se buscan generalmente colores claros como el blanco, el beige, el amarillo, el naranja… Ya que aportan esa característica acogedora y vivaz en los ambientes mediterráneos. También se usa el azul por su relación con el cielo y el mar. Además, se escogen colores como el blanco porque reflejan los rayos del sol e iluminan más incluso los interiores y en los exteriores consigue que no se calienten las superficies donde se refleja, ayudando a mantener el frescor de las viviendas.

Los suelos y techos mediterráneos

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Para los suelos, como ya hemos mencionado antes, se emplean tradicionalmente los materiales autóctonos como piedras naturales o baldosas de terracota que añaden ese estilo natural y fresco. En ocasiones también se usan suelos de madera clara que resaltan aún más la luminosidad de los interiores. En cuanto a los techos, se suelen mantener de color blanco acorde con el resto de la casa pero se añaden detalles como texturas o vigas sustentadoras de madera robusta y oscura para mantener el contraste y resaltar aún más el blanco y la luz.

La madera como detalle decorativo

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Predomina mucho la horizontalidad y las líneas rectas en el estilo mediterráneo, y esto se ve reflejado en las fachadas y en el mobiliario interior. Este mismo mobiliario se fabrica muchas veces en madera, la cual contrasta con la calidez de las paredes y suelos. Lo vemos en las puertas, los marcos de las ventanas y en persianas, pero también en cocinas y baños con encimeras o butacas de madera —ligeramente oscura y casi siempre maciza—. 

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