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Hace tiempo que quiero escribir sobre un tema que siempre me viene a la mente cada vez que viajo. Cuando acabé la universidad, tenía muy claro que debía expandir mis horizontes, conocer nuevas culturas para enriquecer mi vida y descubrir mi camino profesional. Aunque me solían decir que tenía muchos pájaros en la cabeza (en otro post hablaré de los boicoteadores de sueños), sentía esa necesidad imperiosa de ir a diferentes lugares y no precisamente de paso. Me gusta viajar sin planes, sin estar de paso, sino por una temporada a ser posible, de más de un mes. Es la única manera de decir que se ha vivido realmente el lugar.
Lo más probable es que me digas que no todo el mundo tiene la posibilidad de hacer viajes de ese tipo. Y llevas toda la razón, pero una de las cosas que querría transmitir es que si tu pasión es realmente moverte, es posible crear una vida compatible con eso. Y si lo ves imposible porque ya te encuentras muy asentado/a o con ciertas obligaciones que te lo impidan a día de hoy, puedes obtener lo que otros obtienen de viajar a través otras actividades como dando paseos por la naturaleza o, simplemente, leyendo novelas. Entiende el viaje como ese momento de descubrimiento de cosas nuevas que te ayudan a encontrar la inspiración.
Pero desde luego, si tienes la más mínima posibilidad de moverte aunque sea a un lugar de tu misma provincia, no lo dudes, te abrirá la mente hacia lo que ya conoces y te enseñará todo aquello que no imaginabas. Eso es una especie de círculo el que se forma en mi misma: sueño con un viaje y cuando lo materializo, ese viaje me hace soñar con mi vida. Y así constantemente.
Hay una frase del filósofo Michel de Montaigne con la que me siento muy identificada: «A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco”. Y es que uno siempre parte con una idea, pero siempre se encuentra con sorpresas y aprendizajes inesperados.
Y ¿dónde quiero llegar con todo esto? Sencillamente a que otro de los consejos que le daría a alguien que tenga problemas de creatividad, aparte de la constancia de la que hablaba ayer, es que viaje, que descubra otros lugares y, si es posible, lo más diferentes posible a los que vivamos diariamente. No hay nada más inspirador que descubrir todo lo que los destinos pueden ofrecernos.
Me gustan mucho las listas, seguramente por haber tenido en el pasado ciertos problemas de organización que necesitaba resolver. Anoto mis tareas y las ordeno por prioridades (también escribiré de ello un día de estos), pero a veces me gusta jugar con la imaginación, soñar con los próximos lugares que quiero visitar y ponerlos en listas según lo que voy necesitando conocer. ¿De qué depende que algo esté en los primeros lugares? De mil cosas, puedo haber leído algún libro que hable de ese lugar, alguien me ha hecho alguna recomendación, o simplemente haber escuchado una canción que hable de ello. El caso es que según transcurre mi vida, los destinos van llegando.
Por eso, el ejercicio que me gustaría proponerte hoy es el siguiente:
– Haz un listado de 10 lugares que te gustaría conocer. Los cinco primeros que consideres posibles y los otros, que sean con los que más sueñes.
– Escribe qué crees que te aportará visitar esos lugares.
– ¿Qué forma tendrás de recordarlos una vez hayas vuelto? (algunos sacamos fotografías, otros escribimos nuestras sensaciones, quizás tú seas más de dibujar detalles, coleccionar objetos como servilletas de restaurantes…)
– ¿Cuál fue tu último viaje? ¿Te dio fuerzas para retomar tu trabajo creativo? ¿Podrías contarnos lo que te inspiró?
Cualquiera que sean tus respuestas, confío en que te harán soñar por un momento y en que tarde o temprano harás realidad alguno o todos esos viajes
No te olvides que puedes compartir el ejercicio con nosotros y eso alimentará el círculo. Tus destinos y las razones por las que quieres conocerlos estoy segura de que nos harán imaginarnos aún en más lugares y nos ayudarán a continuar imaginando.