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Ludwig Mies Van der Rohe es considerado uno de los mejores y más influyentes arquitectos del siglo XX. Su desarrollo arquitectónico encuentra su razón de ser en la vanguardia, con la creación de espacios funcionales adaptados a la vida moderna sin dejar de lado la creatividad y la belleza, lo que hace su sus obras verdaderas piezas de arte.
Este arquitecto de origen alemán comenzó sus andanzas en el taller de esculturas de su padre, trasladándose a Berlín pocos años después para entrar en el estudio que allí tenía el arquitecto Bruno Paul.
Tras completar su primera obra en 1907, comenzó a trabajar en el estudio de Beherens, lugar en el que entró en contacto con Le Corbusier y Walter Gropius, ambos grandes arquitectos de esta época. Es durante estos años cuando empiezan a fijarse las tendencias de su estilo, que irá evolucionando a lo largo de los años gracias a las influencias de quienes se van cruzando por su camino. Poco después, en el año 1912, decidió montar su propio estudio, tarea difícil debido a la escasez de trabajo.
Aunque en sus inicios apostaba por un estilo que se inclinaba más hacia los postulados del neoclasicismo, pronto observamos en su obra una apuesta más vanguardistas. A esto, contribuyó el visionado de la obra del arquitecto H.P. Berlage.
Así como el contacto, tras la Primera Guerra Mundial, con arquitectos vanguardistas de la talla de Man Ray o Walter Benjamin. Es en este momento cuando se consolidaron sus ideas y tendencias arquitectónicas, rasgos característicos que quedarán impresos en toda su obra posterior.
Hacia el año 1922, entró a formar parte del Novembergruppe y participó en la realización y publicación de la revista G, lo que le permitió entablar relaciones con Doesburg y Lissitzky, otros dos grandes del momento.
Es cuatro años más tarde cuando su carrera profesional empezó a despuntar gracias a que recibió nuevos encargos y gracias a la construcción de la casa Wolf en Guben y la casa Hermann Lange en Krefeld. Además participó como director en la exposición de viviendas de Weissenhof, en Stuttgart, lo que también contribuyó a que aumentara el número de encargos oficiales que recibía.
Las obras más conocidas de Mies Van Der Rohe
Sin duda, una de sus obras más conocidas es el Pabellón de Alemania que realizó para la Exposición Internacional de Barcelona en 1929, considerada una de sus mejores obras, representativa del movimiento moderno. Esta construcción de tamaño pequeño apuesta por la continuidad espacial, de tal modo parece no haber límites entre las salas de las que se compone. De este modo se consigue una sensación de libertad espacial y continuidad. Al mismo tiempo diseñó la conocida como Silla Barcelona, representativa del mobiliario de este pabellón.
Tras dirigir la Bauhaus durante tres años, Mies Van Der Rohe emigró a Estados Unidos asumiendo el cargo de director de la facultad de arquitectura del Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago. En esta nueva etapa de su vida, continuó realizando grandes obras como la casa Farnswort en Illinois, un rascacielos de vidrio en Nueva York conocido como Seagram Building y la Galería Nacional de Berlín.
Su estilo se mueve entre la sencillez, consagrando su lema de menos es más, la amplitud de los espacios, la importancia de los pequeños detalles y las líneas horizontales. También se atreve con la mezcla de materiales como el vidrio y el acero, muy presente en su obra, sobre todo en durante sus últimos años.