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«Yo pinto porque vine a La Jara».
Carmen Laffón
Una de las más importantes pintoras españolas de los últimos tiempos fue, sin duda, Carmen Laffón. Dejó una contribución incuestionable al mundo del arte, sin dejar de lado la gran sensibilidad que siempre mantuvo, a partir de una constante evolución hoy evidente en toda su trayectoria.
Biografía de Carmen Laffón
María del Carmen Laffón de la Escosura era el nombre completo de la gran artista plástico española. Nació en Sevilla el 8 de octubre del año 1934, y falleció el 7 de noviembre del 2021 en Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz. Durante gran parte de su vida se dedicó especialmente a la escultura y la pintura figurativa.
La artista creció en medio de un hogar de campo en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); un ambiente que para ella siempre fue tan especial, como significativo. Así como la casa de sus padres, su jardín, son parte fundamental de su encuentro con la naturaleza, siendo de gran inspiración para Laffón.
La artista evolucionó sin dejar de trazar una obra muy íntima, quizás por la sencillez que siempre caracterizó su personalidad, así como la cierta timidez y pudor que reflejó en sus lienzos.
Educación en casa
Carmen Laffón nació en torno a una familia acomodada y muy culta, con ideales progresistas. Sus padres se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid (su padre fue un médico reconocido, llamado Manuel Laffón), donde adquirieron los ideales necesarios para decidir educar a su hija en casa, donde los profesores debieron asistir personalmente para ello.
Desde la curiosidad infantil, a la sensibilidad del dibujo
Sus inicios en la pintura están marcados por la curiosidad que le causaba su vecino artista Manuel González Santos, amigo de su padre, a quién desde muy pequeña miraba pintar, cosa que le encantaba. Ya cuando tenía alrededor de 12 años, comenzó a ayudarle a organizar su espacio de trabajo, en el que desarrollaría sus obras.
Todo esto siguió ocurriendo hasta que el artista decide incentivarla permitiéndole pintar. Lo primero que le encargó fue una lata de sardina en una ventana, siendo para Laffón una actividad maravillosa que marcaría el principio de su carrera. De esta manera, Manuel González Santos habla con el padre para que le permitiera ir a su estudio y comenzar a pintar.
La pintura de Carmen Laffón arranca, con el apoyo de su padre, inicia en el estudio del artista Manuel González Santos, simultáneamente llevaba la educación correspondiente en casa. Sin embargo, solo tres años después ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, concluyendo su carrera pictórica con un último curso en Madrid.
Carmen Laffón Continúa su carrera como artista
Después de haber realizado ese último curso en Madrid, obtiene varias becas que le permite viajar por países como Italia y Francia. Estuvo primero en París, donde quedó cautivada por la obra de Marc Chagall. Un año más tarde viaja a Roma gracias a una beca otorgada por el Ministerio de Educación. Oros viajes importantes se dieron hacia Viena, Austria y Holanda. Luego de ello, regresa a Sevilla.
Inician las exposiciones
Hacia los años sesenta, Carmen Laffón desarrolla su primera exposición en Madrid con Juana Mordó, quién además le ofreció un contrato en la galería Biosca. A raíz de esto, la relación entre ambas se prolongó durante al menos 16 años más.
Durante este periodo, también se rodeó de otros artistas con los que trabajó Mordó, como Antoni Saura, Manuel Millares, Pablo Palazuelo, Lucio Muñoz, Fernando Zóbel, José Luis Mauri, Antonio López, Eusebio Sempere, Gustavo Torner, Manuel Hernández Mompó y Jaime Burguillos.
La posición que tomaba Carmen Laffón en el círculo de artistas que rodeaba a Juana Mordó era predominante, especialmente por poseer una forma de pintar completamente diferente al de otros, considerando que la mayoría realizaban obras primordialmente abstractas (excepto Antonio López, que era figurativo). Estos motivos llevaron a considerar dentro de los círculos creativos en España, gran importancia a la obra de la artista.
La independencia como artista de Carmen Laffon
Progresivamente, y luego de los diez y seis años junto a la galerista Juana Mordó, logró no solo independencia económica, sino cierta libertad en el desarrollo de su trabajo pictórico. De esta manera, desarrolló una nueva etapa de gran enriquecimiento y estímulo, sin dejar de lado su concepción habitual con relación a su entorno.
Carmen Laffón no dejó de mantener gran naturalidad y mucha sinceridad característica de su personalidad. No dejó de mantener su visión viva en torno a los motivos que siempre percibió para pintar: sus emociones y sensaciones, principal incentivo para la creación.
La enseñanza artística
Hacia 1967 se creó la escuela El Taller, en el que exploró aquel mundo de la enseñanza artística, junto a José Soto y Teresa Duclós. Sin embargo, no es hasta 1975 que logra incorporarse nuevamente en el mundo de la enseñanza, con Don Miguel Pérez Aguilera, específicamente la cátedra de Dibujo del Natural de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde se quedará hasta 1981.
Es durante este periodo que se produce un encuentro importante para su vida, con la desembocadura del Guadalquivir, un lugar privilegiado para ella, donde decidió instalar un estudio.
Premios y reconocimientos
Hacia el año 1981 recibió el Premio Nacional de Bellas Artes. Algunos años más tarde, en 1991 fue jurado y presidenta del Premio Durán de pintura, junto a Antonio Manuel Campoy, quién también era jurado. Siete años más tarde, es nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
En 1992 se desarrolló una gran exposición en el Museo Reina Sofía de Madrid, el cual consistía en un recorrido por toda la carrera artística de Carmen Laffón. Actualmente, diversos museos poseen obras de la artista, como el Museo Provincial de Jaén en España, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el Museo Meadows de Dallas, entre otros.
En el año 2000 expresó un sensible discurso donde relató su relación con Sanlúcar de Barrameda y el Coto de Doñata, el cual fue titulado Visión de un paisaje. Seis años más tarde expuso en la cripta del claustro del Monasterio de Silos su obra titulada La Viña, la cual fue inspirada en su residencia en La Jara, específicamente en la viña que tenía como si se tratase de un jardín.
Últimos días de la artista Carmen Laffon
Carmen Laffón cultivó una importante obra a lo largo de su vida, tal como la tan conocida El paisaje y el lugar, junto a otras tantas pinturas, dibujos y esculturas. Hacia el año 2015 tuvo el gran éxito al mostrar su obra en el Palacio de Carlos V de Granada.
A los 87 años de edad falleció la hija predilecta de Andalucía, rodeada de un paisaje que siempre fue muy suyo, aquel que desde su infancia siempre le inspiró, y le dio la sensibilidad y el tacto para su inmensa producción, en su casa de La Jara. Sus últimos años de cómo pintora los trabajó allí, muchos de aquellos en los que mostró la desembocadura del río Guadalquivir a Bajo de Guía, de La Jara al Coto de Doñana.
Amó profundamente no solo el arte, sino la vida misma, especialmente la zona en la que vivió sus últimos días (su hogar). Con esa discreción que siempre le caracterizó durante toda su vida, el 7 de noviembre del 2021 falleció. Desde el confinamiento estuvo allí, trabajando sin parar; su estudio lo trasladó a su salón, sin dejar de lado que durante el 2020 Sevilla, aún sin saber que un año después se despediría, le rindió tributo con tres muy importantes exposiciones.
Características de la pintura de Carmen Laffón
Carmen Laffón expresó en su obra la intimidad de lo cotidiano, siendo muy personal al emplear las tonalidades. Se puede decir que trabaja y componía los colores casi de forma analítica, sin salirse del margen real; los configuró como una necesidad vital en su modo de expresión.
Asimismo, Laffón logra generar un clima particular en cada uno de sus lienzos, huyendo del distanciamiento, pero intentando llevarnos a la mayor proximidad posible del objeto del cuadro. Con todo ello, la artista se sirvió de manera magistral de la luz.
Su obra abarcó desde el retrato 8realizó diversos retratos a reyes de España, como a Sofía de Grecia y Juan Carlos I), así como la naturaleza muerta objetos de uso cotidiano, y por supuesto, el paisaje. Empleó en gran medida técnicas como el carboncillo, el óleo y el pastel, entre otros.
Algunas obras de Carmen Laffón
Recopilar la obra de Carmen Laffón requiere de mucho más que unas pocas palabras, considerando que desde los 12 años no se ha detenido creando. El Museo de Bellas Artes de Sevilla recopiló un total de 1.300 obras para la realización de un catálogo razonado en el año 2020, sin contar las obras que allí no se han mostrado, aún más al entender que muchas de sus obras están en manos de coleccionistas privados, e incluso de galerías hoy día inexistentes.
Sin embargo, consideraremos solo algunas que dan una pequeña visión de tan solo un pequeño pedazo del gran trabajo de Carmen Laffón.
En Santa Adela. Mis padres en el jardín, 1978 – 1995
Carmen Laffón realizó esta obra entre 1978 y 1995, un óleo sobre lienzo de gran formato, 190 x 200 centímetros perteneciente a una colección privada. En ella retrató a sus padres en medio de la cotidianidad de una tarde en el jardín. Como siempre fue común en la artista, mostró la gran sensibilidad que siempre le caracterizó.
Asimismo, la honestidad profunda con la que retrató a sus padres quedó en evidencia. Ella pintaba no solo lo que veía, sino también lo que sentía. Todo ello, sin dar pinceladas apresuradas, sino que se dedicaba a un ritmo único, volviendo a la imagen para enmarcar cada detalle, conformando un universo propio.
La poética de lo cotidiano fue su mayor interés, extrayendo la profundidad de cada ser humano que retrató, como en este caso a sus padres. No dejó de transmitir cierta paz, pero conjugándola a cierta inquietud que solo ella sabía lograr. La luz fue siempre su mejor arma pictórica, acercándonos más a la escena de lo cotidiano, dejándonos querer tener una silla más para estar allí en frente, compartiendo con sus padres.
La sal, salinas de Bonanza, 2017 – 2020
La sal fue quizás el último proyecto realizado por la artista, dando con ella una muestra que recopiló 50 piezas que recopilaron una muestra de su visión de las salinas de Bonanza de Sanlúcar de Barrameda. Bajo este único motivo, la artista se mantuvo trabajando durante al menos cuatro años con grandes formatos.
El paisaje que mostró en cada una de estas piezas se compuso de un característico gaditano panorama, donde el mar se confunde con la tierra por sus blanquecidas tonalidades con las que creó una surte de espejo entre la montaña, y el mar.
En el horizonte trazó una línea que nos divide en dos el paisaje, respondiendo a la característica perspectiva con la que ya la artista solía trabajar desde La Jara, en la que sutilmente elevaba sobre el mar. Al realizar tal retrospectiva hacia un único motivo, Laffón demostró una vez más su interés por lo íntimo.
Asimismo, se apropió del blanco para hacerlo protagonista, considerando que la desembocadura del Guadalquivir posee tonalidades plateadas (de hecho, le llaman la Taza de Plata), razón suficiente para acercarse a estos paisajes con tales matices, empleándolos, además, de una manera magistral; sin dejar de capturar la luz.