Contenidos
Si quieres entender qué es el movimiento surrealista, basta con conocer a Salvador Dalí, no solo su obra, sino su vida misma. Él mismo afirma que “El surrealismo soy yo…”, y en efecto, así fue. A pesar de que muchos otros artistas surrealistas existieron, y muchos quedaron opacados por la gran fama adquirida por Dalí, no dejó de ser un genio, más allá de sus excentricidades.
Además, no se puede dejar pasar incluso hoy, su estrafalario legado, el cual más allá de dejarnos maravillados con su gran ingenio imaginativo y su técnica perfeccionista, también nos dejó una gran huella gracias a su forma de ser casi performática.
¿Quién fue Salvador Dalí?
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech nació en Figueras, España, el 11 de mayo del año 1904 sin saber que se convertiría en un ícono del arte del siglo XX, máximo representante del surrealismo, y aún más, que le otorgarían el título de marqués de Dalí de Púbol. Sus padres fueron Felipa Domènech i Ferrès (quien sería quién más le animaría en su creación artística), y el abogado Salvador Dalí i Cusí.
Tuvo un hermano mayor, quién falleció nueve meses antes de su nacimiento (con tan solo dos años), creyendo por mucho que él miso era la reencarnación de éste. Posiblemente fue una idea impuesta por sus padres, quiénes lo llevaron a conocer su tumba cuando apenas tenía cinco años, y le afirmaron que él era la reencarnación del hermano.
¿Genio innato o autoproclamado?
Parece que no existiera alguien que no haya escuchado, así sea por azar, el nombre de este artista surrealista. No es para menos, supo exactamente cada cosa que agregó a su vida excéntrica. Lo llamaban loco gracias a su egocentrismo, lo que para él era mucho más que eso. Aceptó tener un gran intelecto, y en efecto así fue. Asumía ser un genio, él mismo se autoproclamaba como tal, siendo efectivamente así.
No es menos cierto que se valía de manera egocéntrica de su genialidad, pero tampoco queda duda de ello, su obra así lo muestra. No sólo fue pintor, también escultor, escenógrafo, grabador y escritor, desarrollando grandiosidades en cada una de estas manifestaciones artísticas. Haya sido innato o no su genio, dejó una huella imborrable en la historia del arte.
¿Famoso por excéntrico o por artista?
La fama que obtuvo Salvador Dalí se la llevó a su tumba, en especial porque a diferencia de otros grandes artistas, fue tan famoso en vida, como después de muerto. Nunca dejó de ser excéntrico, jamás dejó apagar su ego. Su intelecto siempre estuvo en crecimiento, especialmente por la gran curiosidad que le caracterizó ante las cosas fuera de lo común; al final, ¿a qué artista no le gusta mirar más allá de lo real?
Jamás le hizo falta ser excéntrico para mantener la fama que su arte le proporcionó, y así fue hasta el día del juicio final. Aunque podríamos combinar su forma de ser como parte de su propia obra, ¿un artista de la performance? Quizás de forma inconsciente, ya venía arrastrando en su propia vida esta otra forma de hacer arte; ya sabemos que hizo más que pintura. Fue un artista completo.
La vida cotidiana de Salvador Dalí
El simple hecho de que este gran artista caminara, hablara y gesticulara, ya eran actos muy excéntricos. Nos adherimos a una filosofía que expresa la vida de Dalí. Sus paseos, incluidos los más cercanos a él, están llenos de formas extravagantes y exuberantes. Desde su trabajo artístico, hasta su lugar más privado: su hogar, estará expuesto a su singular forma de ser.
Sin duda, conocer la obra de Salvador Dalí es la mejor manera de acercarse a su forma de ser, y quizás a todas aquellas cosas que tenía en la cabeza. No hay duda de que una mente brillante, que merece saber y tirar ideas que pueden ser una locura.
Dalí: el artista narcisista
Salvador Dalí fue un hombre que siempre buscó conocimientos sobre una variedad de temas, luego los llevó a su mundo lleno de imágenes donde todo era posible. Su imaginación era extremadamente inquieta, por lo que su vida fue como una obra de teatro. No estuvo actuando, es quién fue siempre. Era alguien que se gustaba a sí mismo y comenzó a adorarse a sí mismo, razón por la cual muchas personas lo describen como un narcisista.
Sus temas de interés incluyeron en temas mitológicos. Así pintó La metamorfosis de Narciso entre 1936 y 1937. En esta obra manifestó al narciso de la mitología grecorromana, quien se enamoró de su propia imagen cuando la vio reflejada en el agua. Sin embargo, los dioses del Olimpo transformaron su retrato en una hermosa flor: el narciso, inmortalizando su imagen.
Dalí amó ser amado. Por esta razón logramos observar en la obra a un grupo de personas justo detrás de las siluetas principales, las cuales representan a los muchos seguidores de la obra del artista a nivel mundial. Estas figuritas de indios, catalanes, rusos, alemanes, y más. Aquí vemos a mucha gente enamorándose de Narciso, o incluso de Salvador Dalí.
Su característico e icónico bigote
Con lo que más se identifica la figura del artista es con su peculiar bigote. Se inspiró en el soldado catalán Josep Margherita, cuyo retrato colgaba en la pared de la casa de infancia de Dalí. Así como también de uno de sus pintores favoritos, el artista andaluz Diego Velázquez.
La mayoría de las veces, se encuentran alargados, con bigotes inclinados hacia arriba, lo que sugiere que el reloj marca las 10:10. Solía usar un gel especial único para hacer crecer su barba y mantenerla así por más tiempo.
París y los centros psiquiátricos
El artista español visitó París para pasar por varios centros de enfermos mentales. Esto lo hace directamente el director del centro. Le mostró todas las habitaciones donde se encontraban los pacientes que examinaba personalmente, y una vez que el artista las hubo detallado, su respuesta fue sencilla: poco interesante.
En cada habitación por la que pasan, sus respuestas fueron las mismas hasta que llegan a la última habitación, donde suceden las cosas más extrañas del viaje. Miró un objeto desordenado con ojos salvajes y le exclamó: Esto, esto, esto, esto es un genio loco, puedes verlo de inmediato. Cuando ocurre este comportamiento, el encargado del lugar le habla al artista, diciéndole que la sala está vacía y que está admirando su propio reflejo en el espejo.
Todo un voyerista
Una de las cosas concretas que se ha confirmado es que Salvador Dalí efectivamente era voyerista. No estamos hablando de esto solo como una práctica sexual, sino en general frente a él, porque fue parte de su personalidad.
No se da cuenta solo de los turistas, horas después de la etapa del teatro desde la parte superior del balcón como una obra, tal vez, de alguna manera, es el centro, pero monitorea exactamente todos los detalles de su vejez hasta que él muere. Tal vez le estaba dando el mayor trabajo contemplativo que haría.
Las excéntricas obras de Salvador Dalí
La mayor evidencia de su excentricidad la encontramos en su obra. Fascinante y único, sin duda, pero tan lleno de excesos, secretos y símbolos que nos hace preguntarnos qué tenía en mente Salvador Dalí. Además de sus referencias al verdadero surrealismo, sus obras son inigualables, únicas y tan monumentales como él mismo las consideraría.
Aunque experimentó con la pintura, la talla y el grabado, este método era casi perfecto para aquellos a quienes admiraba; Todos estos son ejemplos de sus ideas extrañas e incluso egoístas. Salvador Dalí realizó una masiva obra de arte, entre las que destacan más de quinientas pinturas, sin contar si quiera el resto de su producción artística.
Su obsesiva representación de huevos
Otro elemento bastante habitual en la obra de Dalí es concretamente el huevo. Para él, se ve como una representación esperanza y amor, así como un posible recordatorio de que él mismo tiene un parecido sorprendente con su hermano fallecido.
Por eso no solo se encuentra en la mayoría de sus obras, sino también porque se trata de una estatua de huevo que se encontró para adornar tanto el Musée Figueres como su propio museo en Portligat, que al mismo tiempo fue también su casa.
Las evidentes figuras fálicas en la obra de Dalí
Salvador Dalí mostró en gran parte de su obra pictórica, e incluso en la escultura, una gran influencia en objetos fálicos. La sexualidad es de gran importancia en su producción artística, la cual quizás logra expresar una parte de su personalidad. Se representa una posible obsesión hacia la masturbación, e incluso algunas posibles frustraciones de su juventud. Las ideas del sexo como objeto de su inspiración. Estos traumas infantiles se transformaron en sus obras.
Por ejemplo, en una de sus casas tiene una piscina en forma de diamante rodeada de cómodos sofás. También hay otros íconos del pop como Perilli, donde llegó a hospedar a fanáticos y periodistas que querían conocerlo. En general, sus obras visuales, una vez que las mires, también notarás que estos símbolos son bastante claros.
Su gran musa Gala
Elena Dmitrievna Diakonova no puede dejarse pasar. Mejor conocida como Gala, fue su gran musa rusa, con quién convivió durante muchos años hasta su muerte en 1982. Efectivamente, fue su esposa, con quién además compartió sus excentricidades, muestra de ello está en el castillo medieval de Púbol que, aunque era propiedad de ambos, fue encargado para ella exclusivamente.
Lo más excéntrico en torno a este castillo, es que él no podía asistir sin invitación. Se dice que cuando se conocieron, se hicieron tal promesa, la cual consistía en que solo podía asistir al castillo bajo una previa invitación que Gala le hiciese.
La excentricidad dentro de su hogar
Basta con mirarlo, así sea en una simple fotografía, para darse cuenta de cómo pudo ser su hogar. Desde la propia arquitectura, hasta toda la decoración de interiores, e incluso exteriores se logra notar su excentricidad. Una fuente de leones solía tener, así como trabajos académicos de corte científicos y caracoles por todos lados.
En el mismo museo-teatro, en la fachada, verás siluetas fantasmales apoyadas en muletas, cosas comunes de Dalí. No son más que los recuerdos de los heridos de guerra. En cambio, en la casa de Portilligat hay una habitación secreta, según el criterio de Gala, inspirada en la Alhambra. Seguro que se encuentran caprichosas obras de arte en su hogar, así como en lo que fue su estilo de vida, en su cotidianidad.
Los tapices modificados
Como Púbol era la casa de Gala, Dalí no podía hacer nada allí. Motivo suficiente para cuidar la decoración ella misma. Sin embargo, ella misma le pidió que trabajara en una alfombra vieja que colgaba de la pared. El artista agregó dibujos de colores brillantes y deconstruyó a fondo las lindas características de cada pieza. Por supuesto, no puedo dejar de crear, y siendo extravagante, mucho menos.
Su fascinación por los animales disecados
Salvador Dalí era amante de la taxidermia, un motivo más para afirmar su gran excentricismo. Así como en el castillo de Púbol, como en la casa de Portlligat se encontraban como parte esencial de la decoración animales disecados. En el castillo se encontraba un caballo, mientras que en la casa quién daba la bienvenida era un oso abalorios.
Locamente cuerdo
Salvador Dalí fue considerado por muchos como ese artista loco que solo quería llamar la atención. Definitivamente sí le encanta llamar la atención de la gente. Él mismo asumiría que su única diferencia con un loco, es que este afirma no serlo, cuando el mismo Dalí asegura serlo. Esta cita no es más que parte de su excentricidad, que nos gusta llamar parte de su vida implacablemente activa. Sin duda, Dalí fue y seguirá siendo uno de los más grandes genios de la historia del arte.