Contenidos
Esta vez no nos trasladamos ni a París ni a Nueva York, sino a Malasaña, en pleno centro de la capital madrileña. Una zona caracterizada por su ambiente alternativo, su oferta cultural y la vida nocturna que encierra. Rasgos que hacen de este distrito una equivalencia del Barrio Alto de Lisboa o de Camden Town en Londres. Por ello, no es de extrañar que entre sus calles y adoquines demos con un apartamento bohemio tan especial. Con sólo ver la entrada que nos da la bienvenida, se respira ese aire único que esconde tras la puerta.
El propietario trabaja como director artístico en el estudio de grabación Universal Music. Se encargó personalmente de dar con el estilo idóneo para la vivienda, con lo que queda patente su excelente gusto. El piso refleja su amor por el arte y la música. Una mezcla que, sin olvidar la comodidad, combina la estética retro-vintage con piezas contemporáneas. Cada rincón recoge verdaderas joyas, objetos recuperados de mercadillos y recuerdos familiares que ofrecen una decoración boho-chic envidiable.
A pesar de haber sido reformado, el apartamento conserva las vigas originales de madera así como los suelos compuestos por mosaicos y grabados. La idea consistía en conservar la arquitectura tradicional, inclusive el concepto de espacio abierto. La falta de puertas dota a la vivienda de fluidez, permitiendo el paso de la luz y una agradable sensación de amplitud.
El interior respira nostalgia, rebajada gracias a la integración de toques de color y algunos accesorios decorativos más modernos. Su localización, en un antiguo edificio de Malasaña, llevó a sus dueños a conservar la atmósfera vintage, propia del interiorismo londinense, renovándola simplemente con notas de alegría en cojines, mantas, jarrones, cuadros… y demás complementos.
El dormitorio se funde al blanco para desviar estratégicamente la atención hacia los detalles, tales como una manta azteca o el enorme baúl a los pies de la cama. Un cuadro abstracto corona la pared central, actuando como cabecero. El mobiliario vintage se convierte en la guinda del pastel, un abanico de piezas que enamoran. Desde los sofás tapizados en cuero hasta teléfonos de anticuario o sillas con falso oxidado.
El baño se alza como uno de los lugares destacados. Con una amplia bañera, dos lavabos y un gran ventanal, pero sobre todo con una butaca desgastada en cuero marrón perfecta para una buena sesión de lectura tras un baño relajante. Nuevamente, vemos cómo los rincones de lectura se aplican a gusto de todos. Y a nosotros éste nos encanta.
Para acabar, qué mejor que salir de este apartamento bohemio e ir a parar a un pequeño restaurante que nos transporta a la ciudad del amor. La Rue absorbe la esencia parisina y se distingue por sus deliciosos crepes. Completar el encanto de la vivienda de la que hablábamos con un lugar predilecto para almorzar o despedir la jornada no deja de presentarse como una excelente idea.