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Son muchas las imágenes, fijas o en movimiento, a las que tenemos acceso cada día. Tantas, que podríamos decir que nos hemos vuelto inmunes a ellas y apenas consiguen calar en las personas. Sin embargo, Isabel Muñoz, consigue llegar a nosotros con cada una de sus fotografías. Con tan sólo observar sus trabajos unos minutos, un torbellino de emociones nos invade. Sus fotografías llaman nuestra atención y nos atrapan, se graban en nosotros y no pasan desapercibidas.Isabel Muñoz es una fotógrafa española de originaria de Barcelona. A sus 20 años decide trasladarse a Madrid, ciudad que se convierte, desde entonces, en su lugar de residencia habitual. Allí, en 1979, se matricula en el Photocentro, primer paso para formarse en fotografía, su afición y, posteriormente, lo que será su profesión. A partir de este momento entra en contacto con diversos fotógrafos de la época y comienza a recibir sus primeros trabajos, en principio, dirigidos a la prensa y a la publicidad.
A pesar de conseguir encargos decide continuar con su formación al mismo tiempo, por lo que viaja hasta Nueva York para ampliar sus conocimientos en cianotipos, collage e iluminación, entre otras cosas.
Su obra siempre se tiñe de un elevado sentimiento que atrapa a sus observadores haciendo que estas imágenes, generalmente en blanco y negro, queden grabadas y remuevan algo dentro de nosotros. Su gusto por las personas y la danza le ha llevado a fotografiar fragmentos y situaciones de los cuerpos y escenarios de los bailarines. Funciona como una intermediaria entre lo retratado y nosotros, consiguiendo transmitirnos los sentimientos que envolvían la realidad del escenario percibido.
Este gusto por los cuerpos, elemento central de su obra, le hizo buscar una técnica idónea capaz de reproducir la textura de la piel de la forma más certera posible. Así, dio con la platinotipia. Una técnica de revelado fotográfico trabajosa, que se realiza de manera manual y que se convirtió, desde el momento en el que la conoció, en su forma de revelado fotográfico, consiguiendo unos resultados realmente admirables.
Su trayectoria profesional se ha desarrollado por todo el mundo. Ha recorrido diferentes países de distintos continentes de la mano de una de sus pasiones, la danza, algo tan general y, al mismo tiempo, tan particular de cada región. Si bien, aunque el baile fue el centro de su obra durante mucho tiempo, éste dio paso a otros temas, siempre con el sentimiento y simbolismo de los cuerpos. De este modo, ha realizado series, por ejemplo, sobre la esclavitud o sobre la dignidad de los niños del mundo, como ocurre con su exposición Infancia, que ya ha viajado por varias ciudades.
Desde que realizó su primera exposición, Toques, en Madrid en 1986, no ha dejado de tener la oportunidad de exponer sus trabajos en diversas ciudades de distintos países, exposiciones que llegan hasta la actualidad y que nos permiten conocer parte de su trabajo.
Desde la danza hasta la esclavitud, desde bailarines hasta guerreros, el circo, las tribus, el lenguaje corporal… Cualquiera que sea el motivo de sus fotografías, todas ellas llevan un mensaje inscrito que consigue transmitir. Y esto se debe a que, como ha expresado en una entrevista para el diario El Mundo, “no puedo fotografiar nada que no pase antes por mis sentimientos”.
Podemos conocer más sobre su trayectoria y trabajo a través de la página web de Isabel Muñoz. También son varias las publicaciones que recogen fragmentos de su obra, como Arqueología de la piel o alguna otra que lleva por título su nombre.
Su trabajo se ha visto reconocido en varias ocasiones por la crítica y por premios como la Medalla de Oro al Mérito de Bellas Artes (2009) o el Premio PhotoEspaña (2009), entre otros.