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Ana Mendieta fue una artista cubana criada en Estados Unidos, cuya obra en torno al arte conceptual, la escultura, pintura y videoarte, le llevó a desarrollar performance en torno al land arte (arte terrestre). Su exploración primordial se ejecutó en torno al cuerpo femenino, usando el suyo propio como una suerte de contemplación sagrada.
Mendieta persiguió a través de su obra los cuatro elementos de la naturaleza: el aire, la tierra, el fuego y el agua, trazando un camino en el que fusionó el arte con la naturaleza. Sin embargo, la finalidad última fue la exploración de su propio cuerpo, desde la feminidad de sí misma. Desembocó de esta manera en el body art, tamizando cierta espiritualidad caminando entre su educación católica, y aquellos rituales de la santería cubana.
Biografía de Ana Mendieta
Ana Mendieta nació en Cárdenas, Cuba, el 18 de noviembre de 1948, en medio de una familia prominentemente política de la sociedad cubana. Tuvo dos hermanos siendo ella la segunda, su hermano menor Ignacio y su hermana mayor Raquel. Su padre fue un abogado importante que mantuvo conexiones en torno a la política, llamado Ignacio Mendieta.
La lucha que se mantuvo en cuba en contra de Fulgencio Batista, fue una en las que participó, siendo partidario de Fidel Castro, hasta que se alejó por las creencias anticatólicas de la nueva Cuba, participando más adelante en diversas actividades contrarrevolucionarias.
La Operación Peter Pan que sacó a Mendieta de su país natal
Entre 1960 y 1962 se ejecuto una maniobra organizada por la Diócesis Católica de Miami, y el mismo Gobierno de Estados Unidos con la finalidad de exiliar de exiliar a jóvenes de Cuba hacia EEUU, en medio de la reciente revolución cubana. A esto le llamaron Operación Peter Pan, en la que lograron sacar alrededor de 14.000 niños de la isla, entre ellos, a Ana y su hermana Raquel Mendieta.
El 11 de septiembre de 1961, Ignacio Mendieta, con intención de proteger a sus hijas, las había enviado a Miami. Ana tenía 12 años y su hermana Raquel 14.
De la aventurera huída de su país natal, a la realidad de ser una niña migrante
La felicidad de Ana Mendieta descrita por su hermana Raquel al pisar el sueño de Miami se describe como tan auténtica, que la llevó a besar la tierra que pisaba. Sin embargo, nada fue perfecto al principio. La mayoría de los niños y jóvenes que llegaban a Estados Unidos, tenían familiares o lugares a los cuales llegar, ellas no.
Un campamento de refugiados fue su lugar de llegada, luego de semanas ahí fueron llevadas a Iowa, en Dubuque. Pasaron alrededor de seis años de viviendas de iglesias a hogares de acogida, hasta que finalmente lograron reunirse con su madre y su hermano, tras el llamado “Vuelo de Libertad” que les permitió salir de Cuba.
Sin embargo, no sería lo mismo con su padre, quién fue encarcelado en Cuba bajo el cargo de deslealtad a Fidel Castro, especialmente por haber participado en la llamada Operación de la Invasión de Bahía de Cochinos. Pasaron 18 años para que se volviera a reunir con su familia, aunque falleció poco después de llegar a Estados Unidos.
Formación académica
La trayectoria artística de Ana Mendieta inició en la Universidad de Iowa, donde estudió, donde más tarde obtuvo una maestría en Bellas Artes, en 1972, año en el que además a un programa interdisciplinario fundado cuatro años antes. Este programa insistía en influenciar al alumno a indagar mucho más allá de los límites tradicionales del arte.
Fue precisamente ahí donde conoció al académico y artista Hans Breder, quien se convertiría desde entonces en una gran influencia para ella. Un año antes de iniciar en este programa, Mendieta habría realizado su primera individual. Sin embargo, fue en este espacio que reconocería que lo que quería transmitir no podía realizarlo a través de la imagen plástica, ya que no era suficiente. Inicia entonces un proceso de autoexploración artístico.
Viaje a México
Hans Breder, además de ser su instructor en el programa Intermedia de la Universidad de Iowa, no solo fue su primera gran influencia, sino también el responsable de llevar a Mendieta a la exploración de otras tierras. Un viaje a México se desarrollaría con la finalidad de estudiar lugares arqueológicos de Oaxaca.
En este lugar Mendieta un reverencial sentido por el espacio sagrado. Ella misma describiría tal experiencia como un volver a la fuente. Este primer viaje se transformó en un importante punto de inspiración para la serie titulada Silueta, realizada durante siete años, entre 1973 y 1980.
La intimidad de la performance de Mendieta
Ana Mendieta fue sin duda una artista que hizo cuanto quiso a pesar de haber fallecido tan joven, según lo que sentía en su entorno y en sí misma. El mismo año en el que inició su serie Silueta, 1973, realizó al mismo tiempo en su apartamento una performance asumiéndose ella misma como la víctima.
En la performance, se ató a una mesa estando ella untada de sangre, pero no sin invitar a sus amigos y compañeros para que fueran testigos de la “escena del crimen”. Todo esto lo realizó en conmemoración y tomando como fuente de inspiración un hecho real. En la universidad en la que estudió, una joven de 20 años llamada Sara Ann Otten fue violada y asesinada.
El cuerpo de Sara fue encontrado durante las vacaciones una noche en su propio dormitorio. Fue muy cruel lo que le hicieron a la joven antes de morir, e incluso tras su muerte. A pesar de que Ana Mendieta no afirmó en ese entonces de forma directa de qué se trataba su performance, en entrevistas posteriores siempre expresó lo conmovida que siempre estuvo al abordar temas de violencia tras ese asesinato de Otten.
El movimiento de arte feminista y Ana Mendieta
Los años 70 mantuvieron un gran auge en torno al feminismo, especialmente porque surge la Segunda Ola como respuesta a diversas transformaciones alrededor de los cambios económicos, entre otras tantas situaciones políticas. Se exigían diversos derechos a la mujer, como la igualdad de pagos salariales, entre otras, naciendo así muchas agrupaciones y organizaciones de mujeres.
Ana Mendieta estuvo en contacto con otras artistas feministas, como Mary Beth Edelson, Nancy Spero y Carolee Schneemann, la cofundadora de la primera galería de arte que era gestionada solo por mujeres, donde precisamente la artista se sumaría.
A pesar de que Ana Mendieta jamás se consideró feminista, sí estuvo activa durante un periodo en círculos de arte feminista. Efectivamente sí colaboró en actividades feministas, como en la publicación de arte feminista Heresies, aunque siempre le desagradó que se le encasillara simplemente como artista latina o artista feminista.
Se casa con Carl Andre
Al artista minimalista Carl Andre le conoció gracias a Nancy Spero, en la A.I.R Gallery, con quién más tarde se casaría, el 17 de enero del año 1985, meses antes de su repentino e inexplicable fallecimiento.
La santería, su gran conexión con Cuba
Ana Mendieta, a pesar de haber crecido en Estados Unidos, siempre mantuvo la idea de volver a su país. En 1980 tuvo la primera oportunidad de regresar como parte de un intercambio cultural con su país natal. Gracias a tal viaje, logró conectarse nuevamente con sus orígenes, así como aquel sentimiento de pérdida que muchos exiliados debieron experimentar.
En su obra quedó plasmado el uso de sus orígenes cubanos, especialmente con la santería, como una forma de reconectarse con su tierra natal. De niña, viviendo en Cuba, conoció este sincretismo religioso gracias a las personas que en su casa trabajaban. A partir de ahí usó la sangre animal como elemento clave en su obra. Durante los tres años siguientes, viajó nuevamente a Cuba alrededor de siete veces más.
Viaje a Roma
Gracias al Premio Roma que obtuvo en 1983, logró mudarse a la capital italiana, donde continuó su exploración artística, esta vez, hacia “objetos” de arte, en el que se incluyeron tanto esculturas, como dibujos. Durante este tiempo mantuvo en un ir y venir su relación con André, aunque al reconciliarse, se casaron. Vivió en Roma hasta 1985, cuando regresa a Nueva York.
Sus últimos días al regresar a Nueva York
En agosto del año 1985 Ana Mendieta y su esposo Carl André regresan a Nueva York. Un mes después, falleció la artista al caer del piso 34 del apartamento en el que vivían, en el Greenwich Village, el 8 de septiembre. Antes de caer, los vecinos escucharon ruidos, la violenta discusión entre ambos.
Sin embargo, al no encontrar testigos, André después de ser juzgado, fue absuelto del cargo de asesinato. El abogado de este determinó el hecho como un accidente o suicidio, a pesar de que aún hoy se ponga en duda. Muchos críticos, feministas, amigos y familiares, creen la posibilidad de que habría sido empujada por la ventana tras la discusión por quién era su esposo.
Hizo mucho, en tan poco tiempo. Jamás sabremos cuánto más pudo haber realizado, tenía solo 36 años cuando cayó para no despertar más.