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La impresión hidrográfica, también conocida como impresión de inmersión, de transferencia de agua o cúbica, consiste en la aplicación de diseños impresos sobre objetos tridimensionales.
Se llama impresión por transferencia de agua y consiste en una solución líquida con una película de pintura en su superficie que se fija al objeto sumergido. Resulta una técnica sencilla y visualmente impresionante, que en tan solo unos instantes consigue transformar los objetos y que, para los que no están al tanto de cómo funciona, parece casi obra de magia.
Esta técnica es popular en piezas de automóvil o monopatines, pero se utiliza cada vez más para casi cualquier producto dado que permite imprimir de forma rápida y a bajo coste toda clase de dibujos y estampados en una gran variedad de materiales. Algunos de los patrones decorativos más típicos son los que imitan la textura de la madera o la fibra de carbono, los de camuflaje, diseños geométricos, calaveras o llamas; pero puede usarse cualquier imagen, desde fotografías hasta textos.
Existen varias empresas que se dedican a esta técnica, pero cualquiera con un poco de maña puede adquirir los materiales necesarios e intentar el procedimiento por su cuenta. El proceso consiste en utilizar una película de alcohol de polivinilo, un polímero soluble en agua, la cual se puede aplicar sobre sustratos no porosos y resistentes al agua, tales como fibra de vidrio, plástico, cerámica, metal y ciertos tipos de maderas duras.
Primero, se debe preparar la superficie del objeto sobre el que se desea imprimir, limpiándola bien, pintándola si es necesario del color de fondo que queramos que defina el tono del gráfico que se le añadirá más tarde (si éste es bastante transparente) y asegurándonos de que la superficie sea uniforme. A continuación, se le aplica una capa base de una pintura que facilita la adherencia de los gráficos.
La película hidrosoluble se coloca en una tina o recipiente lleno de agua a una temperatura de entre 18 y 26º, flotando sobre la superficie con la cara impresa hacia arriba y procurando que no queden atrapadas burbujas de aire. Esta clase de films pueden comprarse pre-impresos, con una serie de diseños comercializados por las marcas especializadas, o personalizarse con imágenes de nuestra elección.
Se rocía la película con una sustancia activadora (esta parte es clave, aplicar demasiada cantidad o no la suficiente puede estropear el resultado) y se sumerge la pieza con cuidado y lentamente a través de la capa de tinta flotante. La presión del agua hará que la tinta, junto con el respaldo de alcohol de polivinilo, comience a envolverse alrededor del objeto, adhiriéndose a la superficie.
Si todo ha salido bien, el dibujo debería haberse impreso por todo el objeto. Después se seca, se lava y se le aplica un barniz que preserve el resultado.
Aunque requiere ser muy cuidadosos, el proceso es, como se puede apreciar en los vídeos, muy rápido y sencillo una vez se tiene un poco de práctica, y además se puede mecanizar y digitalizar para hacerlo aún más preciso y dinámico. Las posibilidades de esta increíble técnica a la hora de decorar y personalizar toda clase de objetos son muchas, ya que funciona en una amplia gama de superficies y prácticamente para cualquier diseño y color.