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Rachel Valdés (La Habana, Cuba, 1990) reflexiona sobre el espacio, invitando al espectador a un diálogo directo a través de cuestiones perpetuales y sensoriales. El sujeto, el objeto y el entorno se vuelven uno como referencia a las distintas disyuntivas que conforman la vida del ser humano (lo mental y lo físico, lo objetivo y lo subjetivo).
Valdés es una artista multidisciplinar. Trabaja con diferentes manifestaciones entre las que escoge la que estima más sugerente en función de la idea que vaya a desarrollar. Así, en su trayectoria encontramos acuarelas, dibujo digital, instalaciones o pintura.
Su trabajo es intrigante, despierta curiosidad, la necesidad de saber qué hay más allá. Ella afirma que siempre le ha atraído lo místico, y el suspense.
“Esa sensación de no terminar la historia, o como que en cualquier momento puede tener un final completamente inesperado. Con mis esculturas, y también con la serie de dibujos que presento en esta muestra, me gusta dejar un camino abierto a la percepción e interpretación”.
La belleza inmensurable de una piscina
Galería La Cometa Madrid presenta Piscinas, la primera exposición individual de Rachel Valdés en la capital, con una selección diversa de sus trabajos en torno a un tema central: las inmensas piscinas vacías que habitan el paisaje de La Habana.
Encontramos acuarelas y dibujos digitales, pero también fotografías. El montaje incluye el acompañamiento permanente de una instalación sonora que reproduce el sonido de un aguacero. En total, 21 piezas de formatos diferentes.
La muestra es una reflexión sobre los escenarios deshabitados. “No quiero darle un tono fatalista. Evidentemente hablo del aislamiento, de la soledad, del vértigo. Pero a la vez son como templos. No dejan de ser paisajes arquitectónicos, que son para mí de una belleza inmensurable. Esas paredes de concreto, llenas de estructuras perfectas, corrompidas pero fuertes que, a lo mejor, en algún momento volverán a funcionar como en el pasado”.
Aunque es la primera vez que esta serie se muestra al público, Valdés la empezó a trabajar hace más de diez años, profundizando en ella a partir de 2020. En la muestra percibimos dosis de la ambigüedad figuración-abstracción, “me interesa como posibilidad para inquietar, como argumento para relatos improvisados o para sugerir narrativas suspendidas en el aire y que ahora tienen un peso específico”, apunta la artista.
“Las piscinas, en tanto elementos casi urbanos, subyacen en la intimidad de mis sueños paradójicamente. Se adscriben a mi espectro de obsesiones formales como las pirámides, las paredes, los laberintos, la arquitectura en general: componentes todos de mis recorridos por dentro y por fuera de mí misma”.
Las piezas presentes en Piscinas provienen de experiencias vividas por Valdés en el pasado, básicamente de la Cuba de los años 90. En las mismas hay una influencia de instalaciones abandonadas, como el centro deportivo donde dio sus primeras clases de natación.
“Me llamaba mucho la atención cómo aquel lugar, casi siempre, tenía las piscinas vacías. Aquellos agujeros de forma rectangular me parecían como edificios enterrados, enormes profundidades. Hoy los veo como una especie de monumentos al olvido, templos que invitan a la introspección y la contemplación”.
Vemos en su trabajo referencias constantes a la arquitectura y a la geometría. Paisajes arquitectónicos donde la perspectiva se apodera de elementos que recuerdan a aquellas piscinas entresacadas de sus recuerdos.
“Creo que, de alguna manera, estos patrones se quedaron en mi subconsciente hasta el día de hoy. Lo que yo dibujo semeja a pirámides invertidas, restos arqueológicos de edificios y ciudades que alguna vez soñé y hasta exploré alguna vez. Recuerdo minuciosamente casi todos sus detalles, líneas rectas de un extremo a otro para enfatizar su raíz arquitectónica racionalista. Represento estas imágenes, que forman parte de mi imaginario, para acercar al espectador a ese estado de percepción que deseo experimentar y compartir”.
Se dio a conocer internacionalmente con grandes instalaciones inmersivas y con pinturas abstractas gigantes pero, en Piscinas, Valdés vuelve al dibujo y a la acuarela.
“El dibujo para mí siempre ha sido la base de todo. A la hora de desarrollar una idea parto de bocetos, y dibujos previos. Digamos que la perspectiva, el cálculo matemático y la puesta en escena de una forma tridimensional dentro de un espacio bidimensional, es algo que me ha fascinado desde los comienzos de mis estudios. Esa idea de crear ilusiones ópticas a través de una superficie. Creo que de ahí surge un poco esa dicotomía que siempre intento conectar en mi discurso general, esa relación entre el mundo material y el mundo inmaterial, lo objetivo de lo subjetivo, lo físico y tangible, junto con lo opuesto”.
En esta exposición, la artista se remite al dibujo y la acuarela porque el estudio de las perspectivas aguadas y el color le permiten una libertad, dentro de lo dogmático, que puede ser una representación prácticamente arqueológica.