Esta casa rural tiene un encanto especial, elegante por fuera, y aún más bonita en el interior. El espacioso interior cuenta con mobiliario elegante y moderno, con un uso mínimo del color. Brillante y llena de luz, cuenta con un montón de espacio para trabajar en la cocina, un espacio que amamos cuando se mezcla con otras áreas de la casa.
¿Quién dijo que lo rústico no puede ser moderno e innovador?, esta casa es un claro ejemplo de que ambas cualidades nos están reñidas. El atractivo exterior se consigue sin lugar a duda gracias al uso de la piedra, que recubre toda la casa y le da ese toque rural a la vivienda que la hace especial y muy acogedora.
Llama la atención el aspecto desgastado de la pared, con irregularidades que dan sensación incluso de estar agrietada y descuidad, nada más lejos de la realidad, ya que si nos fijamos detalladamente podemos apreciar como algunas «grietas» están perfectamente estudiadas. Para darle ese aspecto tan rústico y encantador.
Una vez dentro el contraste con el exterior nos produce un magnífico asombro, por el moderno diseño del interior.
Su principal característica es la libertad en el espacio, ya que puede presumir de contar con grandes dimensiones, en la que el mobiliario no ha sido excesivo para no empequeñecer ninguna zona.
El empleo de la piedra vemos como no sólo se ha utilizado en exterior, sino que también se le ha sacado partido para el interior. De esta forma, a pesar de su moderno diseño, nos recuerda el aspecto rural de la casa en su origen. Demostrando como la mezcla de lo rústico y lo moderno da un resultado atípico y maravilloso.
Además, la madera también es uno de los protagonistas para algunos objetos de la casa, en color natural o pintada de blanco en algunos casos. La madera siempre es una elección perfecta para darle ese toque campestre a cualquier hogar.
Los colores protagonistas son los tonos claros, empleando así un uso mínimo del color, creando una atmósfera tranquila que envuelve toda la casa. La única nota de color es el negro, como para la chimenea o el fogón, y el rojo y amarillo, empleados en sillas y cuadros. Rompiendo así el cromatismo y dando toques de color en algunos elementos.
