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A lo largo de la vida se piensa muchas veces en cómo sería exactamente la casa perfecta para cada uno. Está claro que no es lo mismo pensarlo cuando se tiene 5 años (que pensamos que todo es posible) que cuando se tienen más años. El problema está en que en ocasiones se descarta una idea para incluir en nuestra casa o la voluntad de encontrar otra vivienda que exactamente sea lo que buscamos por miedo, algo que es un error.
Si algo nos ha aportado Internet es que puede brindarte un montón de ideas y soluciones para conseguir materializar en tu casa lo que realmente deseas para ella. Y de eso sabe bastante Jay Jennings, la mujer detrás de la cuenta de Instagram @paintthetownpastel y propietaria junto a su marido Rob de la casa que muestra en esa plataforma. Su vivienda es realmente inspiradora, una explosión de colores pero equilibrados entre sí que refleja a la perfección la personalidad de ambos.
¿Cómo empezó todo?
Jay Jennings estudiaba arquitectura cuando descubrió que su pasión era la Teoría del Arte Contemporáneo, por lo que decidió cambiar a esa carrera y estudiar lo que de verdad le gustaba. Siempre ha tenido una predilección por los colores pasteles y brillantes, y eso lo reflejaba en su ropa y en su casa a través de muebles y accesorios. Además, ella y su marido son fanáticos de las películas de Wes Ardenson y toda su estética.
En 2017 se mudaron a Orkney, donde vivieron un año hasta que un día descubrieron una casa de estilo victoriano que les robó el corazón. A pesar de que era un lugar que necesitaba urgentemente una reforma, no fue un impedimento, sino una oportunidad para hacer la casa que realmente deseaban. Desde entonces ha ido remodelando todas las estancias y, aunque aún quedan algunas pendientes como un dormitorio, el tercer piso y espacios exteriores, Jennings lo toma como un proyecto en evolución que cobra vida poco a poco.
Las claves de su reforma: Muebles vintage maqueados
A Jay le apasiona comprar muebles de segunda mano porque eso le permite darles una nueva vida, pero reinventando su utilidad o simplemente pintándolos a su gusto. Un ejemplo de ello es el cabecero de su dormitorio, que fabricó ella misma partiendo de una estantería vieja, láminas de policarbonato para techos, pintura, sellador y además le añadió unas luces enchufables en él. Todo el proceso de construcción lo fue documentando en su cuenta de Instagram, donde aún se puede ver.
Previamente, se planteó qué colores encajarían en su residencia “primero escogí rosa, verde menta, lavanda, melocotón y azul bebé y fui cambiándolos y combinándolos sobre un plano de la casa”. Además, siempre ha seguido una norma (inventada por ella) y es que “las habitaciones adyacentes no pueden ser del mismo color”.
Algo en lo que también pensó a la hora de elegir los colores es en la sensación que le transmitían. Por ejemplo, eligió el color melocotón para su dormitorio porque siente que le da un aire acogedor, mientras que el baño (en aguamarina) le transmite más energía.
También aconseja que se debe perder el miedo a los colores, porque todo se puede volver a pintar si el resultado no convence. Habla desde la experiencia que tuvo con el pasillo de su casa, que en un principio pintó en blanco pero decidió como color final el lavanda, con el que se siente mucho más a gusto.
Una cocina en tonos azul y lavanda pastel con algún toque de amarillo y rosa
La cocina es su estancia preferida, y la idea que siguió para diseñarla fue pareciera una heladería. Como puede verse, se preocupó por tapar los electrodomésticos; ocultó el horno en la isla de la cocina, tapó con un manto de té la vitrocerámica y el resto de aparatos los guarda en la alacena. Considera que “tener los electrodomésticos fuera de la vista realmente ayuda a dar un aspecto limpio«.
En la cocina y otras estancias de la casa ha utilizado el color amarillo para dar aún más brillo cromático y además, juega con las distintas intensidades de los colores como sucede en el salón, que está pintado de rosa pero, sin embargo, el marco de la chimenea es de una tonalidad más intensa.
Se ha servido de collages, moodboards y bocetos para tratar de materializar las ideas que tenía para cada habitación, además de apps como Pinterest e Instagram. Con estas podía observar lo que otras personas han hecho en diversos espacios, así como también encontrar lo que le gusta y lo que no.
Pero también ha tomado otras fuentes de inspiración que no necesariamente tenían que ver con el mundo de la decoración: “Wes Anderson, Miami (alrededor de The Golden Girls), heladerías, el alegre minimalismo de 2LG, los dulces japoneses wagashi, buenos artículos de papelería, tiendas de dulces de mi infancia, Tokio, lavanda, los macarons y casi todo lo que sale de Copenhague en este momento”.
Jay tiene la convicción de que las casas tienen que ser verdaderamente del agrado de sus habitantes, ellos deben dejar volar su imaginación y pararse a pensar qué les hace sentir a gusto y que no, para saber qué mantener en ella y que cambiar. Ella no ha dejado de lado factores como el espacio y el presupuesto del que dispone (que reduce gracias a mucho DIY) y está consiguiendo su vivienda deseada, todo un ejemplo de que en el hogar de cada uno debemos llevar nuestros propios deseos hasta su máxima expresión.