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El arquitecto japonés nacido en Oita, en la isla de Kyushu (1931), ha sido el galardonado con el premio Pritzker de arquitectura este año.
Este premio conocido como el «Nobel de la arquitectura», reconoce la labor de aquéllos que con su obra han contribuido al enriquecimiento de la humanidad. Creado por Jay A. Pritzker, tiene un gran componente social y busca reconocer la labor de los arquitectos que contribuyen con sus creaciones a una mejora del entorno y la comunidad.
En la trayectoria de Isozaki podemos encontrar momentos clave que definen la estética de sus edificios y el por qué ha sido galardonado con este premio.
Inicios del arquitecto Arata Isozaki
Estudió arquitectura en la Universidad de Tokio, siendo su profesor Kenzō Tange, con el cual trabajaría hasta 1963. Más tarde se establecería por su cuenta, creando un estudio que empezó llevando a cabo proyectos con una marcada influencia de la arquitectura tradicional japonesa, Arata Isozaki & Associates.
De la mano de su primer maestro bebió del movimiento metabolista, fundado en 1959. Este defendía la funcionalidad y flexibilidad en la arquitectura, en respuesta a una futura sociedad masificada que careciera de espacio; esto da lugar a edificios ampliables y de diferentes volúmenes.
Otras importantes influencias de este arquitecto serían el Brutalismo, muy presente en sus obras a través del uso del hormigón, y el Posmodernismo, que defiende la libertad formal del artista frente a la rigidez impuesta por otros movimientos.
Arata Isozaki & Associates arquitectos
En 1967 funda su estudio. En él lleva a cabo diversos proyectos, siempre respondiendo a la misma premisa: la arquitectura debe responder al entorno donde se encuentra, con esta premisa principal se conseguirá una obra que perdure y se integre en el territorio.
Ante todo sus obras responden a dos supuestos principales: el primero, ya nombrado, unión entre edificio y medio físico, y el segundo, una notable influencia de la arquitectura tradicional japonesa que se puede observar en la mayoría de las cubiertas de sus obras, a través del empleo de la teja japonesa Hiragawara.
Isozaki y el Palau Sant Jordi
A propósito de la celebración de las Olimpiadas de 1992 en Barcelona, se encomendó al estudio de Isozaki la elaboración de un pabellón que sirviera para albergar los eventos deportivos y que más tarde tuviera otras funciones.
Este proyecto preocupó enormemente al arquitecto, debido a que culturas y medio físico eran diametralmente opuestos: debía adaptarse a un medio totalmente desconocido para él y a una cultura que se alejaba bastante de la oriental.
Queriéndose adaptar a la arquitectura tradicional de la Ciudad Condal y buscando incorporar elementos orientales en esta construcción, utilizó la tradicional teja japonesa de Hiragawara como revestimiento de la cubierta en forma curva y otros materiales como el zinc.
Buscando armonizar el edificio con su emplazamiento, se sirvió de mallas de superficie curva, dando un toque vanguardista a toda la construcción.
Esta teja que recubre toda la cubierta ondulada de la construcción se realizó en Castellón, lugar donde Gaudí también mandó realizar revestimientos cerámicos.
Con este pabellón Isozaki nos quiere dar un ejemplo de intercambio cultural, dando como resultado un lugar Universal, que sirva para albergar algo tan internacional como los Juegos Olímpicos.
El Palacio de convenciones de Nara
En esta construcción realizada por el estudio de Isozaki se tuvo muy en cuenta el solar que iba a ocupar el edificio. Éste en forma triangular dio lugar a un edificio en forma de elipse y curva closoidal, causando un fuerte impacto urbanístico.
En esta obra también se utilizaron las tradicionales tejas japonesas, cubriendo toda la superficie, siendo necesarias unas de pequeñas dimensiones que se adaptaran a las formas curvas del edificio.
En la arquitectura tradicional japonesa, las tejas y vertientes de los tejados de los templos nos evocan superficies con forma de agua, e Isozaki las recupera para traer a la actualidad esta metáfora a las olas del océano.
Art Tower Mito
Quizá una de las obras más rompedoras del arquitecto japonés. Esta torre en forma de la hélice Boerdijk Coxeter, fue construida en 1990 en el municipio de Mito, en la prefectura de Ibaraki.
Alberga un teatro, una sala de conciertos y una galería de arte. Al tema del sonido se le prestó una gran atención y lo llevó a cabo Nagata Acoustics.
Una de las características más notables de los edificios de Isozaki es que cambian dependiendo de la perspectiva con la que son mirados. Con esto y su preocupación por entorno y tradición, no es de extrañar que recibiera el premio Pritzker este año