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Existen miles de estilos decorativos para las viviendas, miles de paletas cromáticas que podemos utilizar, elementos que podemos añadir, texturas, acabados, tipo de accesos, tamaños, carpinterías, etc… pero no debemos olvidar que todo ello proviene de las formas de habitar que hemos tenido los seres humanos durante siglos. Hoy veremos qué herencia decorativa de las domus romanas ha llegado hasta nuestros días.
A lo largo del mundo, además de tener en cuenta los gustos personales, las modas o los recursos disponibles para el interiorismo de nuestras casas, se tienen en cuenta también elementos como la climatología y las costumbres culturales.
En zonas más tropicales abundan la vegetación tanto en el interior como en el exterior así como las grandes puertas y ventanas que permiten la ventilación. Las zonas con una temperatura más alta tienden a usar materiales que conservan mayor el frescor. Los países nórdicos en los que suele haber fuertes lluvias y nieves tienen la tendencia de diseñar sus cubiertas con grandes ángulos de inclinación que evitan la acumulación de agua y grandes bloques de hielo y nieve.
En este post nos centraremos en explicar cuáles son las características del estilo interiorista romano, inspirado en las domus —de las que ya hablamos recientemente— y con el que daremos un toque clásico a nuestro hogar.
Los elementos que le darán un estilo inspirado en la época romana a tu vivienda
Se trata de recuperar un estilo clásico pero con elementos de los que disponemos hoy en día sin perder ese toque contemporáneo para nuestra casa. El estilo romano tenía una influencia mediterránea que transmite ese aire cálido y fresco que conocemos. Junto con los mosaicos, los muebles o detalles en madera, los arcos y las columnas, nos ayudarán a dar ese estilo romano que se vio reflejado en sus construcciones.
La ornamentación
En el antiguo imperio romano daban mucha importancia a la ornamentación de las viviendas. Cuantos mayores detalles y objetos cerámicos o de mármol tuviese una estancia, más riqueza e importancia tenía el dueño del hogar, por lo que cuidaban esos detalles.
Podemos colocar jarrones, figurillas o estatuas en nuestros recibidores o salones —ya sea en estanterías o en mesillas— que sean de colores claros o de materiales como el mármol o porcelana. También podemos añadir muestras de arte como grandes cuadros que cubran gran parte de una pared o papeles pintados de patrones geométricos con curvas y arcos que mantengan una paleta cromática beige, marrón o dorada.
Los mosaicos como herencia decorativa de las domus romanas
Otro de los elementos más destacados de aquella época es que cubrían con hermosos mosaicos diferentes estancias como los baños o los patios, por lo que ponían la mampostería en paredes, suelos, techos y hasta en columnas.
Podemos imitar estos decorados con mosaicos en las partes de nuestra casa que más nos gusten, consiguiendo dar un toque elegante y colorido a las habitaciones sin abusar demasiado de este recurso.
Los arcos y las columnas
Muchas grandes casas actuales están construidas con patios interiores que imitan la distribución de las domus romanas, en donde se suele aprovechar para colocar un bonito jardín, unas tumbonas, una piscina o una fuente.
Pues además, si queremos mantener un estilo romano, el uso de las columnas redondas con capitel y los arcos de medio punto quedarán perfectos con el resto de elementos que componen esta corriente decorativa. Conseguirán que los espacios de tu casa se unan de una forma más abierta dando amplitud a toda tu casa, además que agrandará los accesos interiores y exteriores facilitando la entrada de luz.
Con estos detalles lograrás que tu casa quede elegante y clásica sin perder ese toque vintage y contemporáneo y sentirás que formas parte de la mitología romana y de la vida del imperio entre los arcos y mosaicos de suelo de tu hogar.
Imágenes: Pexels y Depositphotos