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El 23 de julio de 1823, Augustin Fresnel y sus revolucionarios dispositivos lenticulares equiparon a no menos de cien faros en Francia y en ultramar. Este invento moldeó el paisaje de nuestras costas, les permitió brillar a lo largo y ancho del mundo y garantizó también la seguridad de las rutas marítimas francesas.
De Bréhat a Ouessant, de Gironda a Finistère, de Belle-Ile a la isla de la Reunión, estos guardianes de la costa son testigos de un patrimonio técnico e histórico único. Doscientos años después, los faros celebran el origen de sus destellos a través de exposiciones, visitas insólitas y talleres que dan a conocer a estas lentes y a las grandes innovaciones a que dieron lugar.
Los curiosos y apasionados a los faros pueden aprovechar el otoño para acudir a estas tierras y disfrutar, sin prisas, de los grandes paisajes del Finisterre bretón.
Escapada solitaria a la isla de los faros
Los paisajes de Ouessant atrapan a los que la descubren. La isla más al oeste de la península bretona es un paraíso para los urbanitas en búsqueda de desconexión. En ella los lugareños desarrollan su vida al son del mar y dejándose guiar por el destello de sus míticos faros. Ir a Ouessant es una experiencia aún más impactante cuando se acerca el invierno y la naturaleza despliega toda su fuerza.
Con gorro y zapatos impermeables, los paseos bajo el cielo gris, el aire fresco y el viento permiten desconectar y cargar pilas. Una experiencia en los confines bretones perfecta para quien desea aislarse de los ritmos de la vida urbana y reconectarse. Recuperar una preciada libertad, en un diálogo íntimo con la naturaleza para volver a lo esencial.
En kayak frente al faro de la isla Virgen
En el norte de la provincia de Finistère, tres profundos estuarios recortan la costa, los llamados Abers. La más grande de todas las rías, la Wrac’h, es conocida por su bahía de los Ángeles. En las inmediaciones de este pintoresco puerto de pesca artesanal, las dunas salvajes y las playas de la península de Santa Margarita ofrecen un entorno apacible. Para completar el paisaje, enfrente, aparecen cinco islas.
Las islas de Erch, de Fort Cézon de Wrac’h y sus dos islotes Wrac’h y Stagadon y la isla Virgen que alberga el faro más alto de Europa. Glaz Evasion ofrece paseos en kayak por el Aber Wrac’h, el brazo de mar más grande de Finisterre. Una forma original de acercarse a los faros de Ile Vierge e Ile Wrac’h que custodian esta desembocadura. Jérôme ofrece varias fórmulas para descubrir estos miradores desde el mar: salidas guiadas de un día o de media jornada, minicampamentos de 2 días y salidas al atardecer con degustación de ostras.
Navegar entre faros hasta la isla de Molène
Christel, Lucky y su equipo invitan a sus tripulantes a pasar un fabuloso día de encuentros extraordinarios y paisajes salvajes. El primer parque natural marino de Francia es un espacio excepcional y frágil en el que se puede observar la mayor concentración del mundo de faros en el mar, focas, grandes delfines, 120 especies de peces y una gran cantidad de aves protegidas. La aventura empieza en el puerto de Le Conquet.
A bordo de su lancha, surcan las aguas que se agitan entre los faros. Los más afortunados recibirán la visita de los grandes delfines que habitan en ellas o avistarán algunas focas encaramadas a un islote. En la isla de Molène disponemos de tiempo libre antes de volver al continente a última hora de la tarde. Salida disponible todos los días entre abril y octubre, en función de las condiciones meteorológicas.
Dormir en un faro a 25 metros de altura
Dormir en lo alto de un faro es adentrarse en un universo legendario lleno de aventuras y de olor a salitre. En las afueras de Port-Louis, el faro de Kerbel acoge a los apasionados del mar a 25 metros de altura. Deberán subir 120 escalones para poder apreciar el horizonte, una vista de 360o de la bahía de Quiberon, de Lorient y la isla de Groix. En la antigua cúpula del faro, con parqué de caoba y muebles de diseño, uno duerme mecido por las olas del mar y se despierta frente a una vista panorámica sin igual.
El faro de Lervily y la casa del farero
Una casa de farero perdida en el fin del mundo de la bretaña francesa, frente al océano y la bahía de Audierne… En este entorno salvaje en medio del páramo, en una zona reconocida por la Red Natura 2000, un pequeño faro domina la costa acompañado por la casa del farero, totalmente reformada y que dispone de 4 dormitorios y 2 baños.
La sobrecogedora panorámica del océano y de la naturaleza está omnipresente a través de los 7 grandes ventanales de su salón. Un lugar para evadirse y desconectar nada más llegar. La playa de Trescadec, su arena blanca y el sendero de los aduaneros completan este entorno y nos acercan a los lugares míticos de Finistère, como el cabo Sizun, la punta de Raz o la punta de Van.