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Pierre Carreau es un fotógrafo francés que en su proyecto AquaViva se ha propuesto capturar la vibrante energía del momento en el que el océano toca la costa. El resultado son unas espectaculares imágenes que parecen esculturas de agua.
Después de trabajar durante años en su Francia natal como ingeniero comercial, en el 2004 Pierre Carreau decidió abandonarlo todo y mudarse con su familia a la isla de San Bartolomé, en el Caribe. Es en las increíbles playas de este lugar donde Carreau ha desarrollado su serie fotográfica Aquaviva, con la que explora su fascinación por el mar y las olas.
El fotógrafo capta las olas en el preciso instante en el que se forman y antes de que se deshagan en espuma, con unas instántaneas llenas de energía kinética y, al mismo tiempo, tan estáticas que parece que la naturaleza se ha quedado congelada. Es precisamente esta contradicción entre movimiento y quietud lo que Carreau quería conseguir con sus fotografías, en un paralelismo con la naturaleza dual del mar tal y como él la percibe: «origen de la vida pero peligrosa, seductora pero aterradora; primordial y, sin embargo, siempre cambiante y en renovación».
El lugar y el instante preciso de los continuos movimientos del agua que Carreau ha elegido no es casual: en la frontera entre el mar y la tierra firme, el artista se propone evocar el paso primigenio de la primera y más importante migración de la vida.
AquaViva pretende despertar emociones puras con cada una de sus fotografías. Aunque son todas visualmente muy similares, infinitud de pequeños matices (las formas, los colores, la forma en que la luz se refleja y atraviesa el agua…) confieren una sensación particular a cada una de las imágenes de la serie.
Nosotros somos incapaces de captar a simple viste estos momentos, demasiado breves en el conjunto de la fuerza motriz de las olas para ser percibidos por nuestros ojos. Por eso Carreau se ha propuesto congelar y presentar ante nosotros esos instantes que se pierden con cada ola que rompe contra la costa; de forma que sus fotografías transmitan la belleza infinitesimal del siempre cambiante océano. Eso sí, se niega a explicar cómo: al igual que un mago nunca revela sus trucos, este fotógrafo prefiere guardarse para sí los detalles de la técnica que le permite captar estas increíbles instantáneas y dejar al espectador desconcertado y fascinado ante ellas.