Contenidos
Si hace poco os hablábamos de las ilustraciones del genio Ray Caesar, hoy os traemos otra figura genuina dentro del mundo de la ilustración. Hablamos de la maravillosa valenciana, Paula Bonet.
Sus ilustraciones han estado presentes en nuestra vida desde hace algunos años. Se colaban en nuestro subconsciente a través de las pequeñas colaboraciones que llevaba a cabo la artista. Tras trabajar técnicas como la pintura al óleo o el grabado, se centró desde 2009 en la ilustración, y fue todo un acierto.
Actualmente, y tras haber visto la luz su libro “Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End” la ilustradora es archiconocida. Sus ilustraciones de toque nostálgico inundan las redes sociales. Y sus ligeros trazos con el bolígrafo y el lápiz nos sumergen en un mundo creado por Paula, que nos atrapa queriendo más y más, convirtiéndonos en devoradores visuales de sus viñetas e instantes ilustrados.
Los protagonistas de su obra suelen ser eminentemente femeninos. Las mujeres que pueblan sus ilustraciones tienen en común que desprenden feminidad y una gran carga emotiva. Algo que se logra porque los dibujos suelen estar acompañados de alguna frase, que dota de sentido a la viñeta en sí, y en cierto modo lo complementa formando un todo.
Los mensajes podría decirse que son parte clave de lo que nos quiere transmitir la artista. El dibujo de por sí habla solo, pero es el mensaje que lo acompaña lo que definitivamente nos orienta a interpretarlo de una forma. En su último libro, predominan los tonos azules y el empleo del agua como elemento común. Pero ya la artista ha venido utilizando este estilo nostálgico en sus ilustraciones anteriores.
Algo que sorprende de su obra, es que parece casi improvisada, es decir el dibujo, que comienza con unos trazos en lápiz para proseguir con el bolígrafo, no están planeados, las manos de Paula se deslizan por la superficie, hasta crear sus ya reconocidas siluetas como emborronadas, donde todas las líneas tienen cabida. Posteriormente hace uso de la pintura acrílica o de acuarelas, así como de otros materiales para dar color a las escenas. Y lo hace también de una forma muy casual, domina la técnica a la perfección y sabe cómo acabarán esas gotas de acuarela humedecidas sobre el papel, pero al resto nos parece que esa imprevisibilidad planeada, es precisamente el encanto fundamental de su obra.
La artista ha logrado desarrollar un estilo, que reconocemos a simple vista, es ya señal de su identidad y sin duda todo un éxito.