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A partir del próximo 21 de noviembre, se celebrará en Catar la 22ª edición de la Copa del Mundo de fútbol. Es la primera vez en la historia de la competición en que un país árabe ejerce de anfitrión, y también la primera vez que un Mundial se celebra fuera del periodo estival.
Este cambio de fechas ya nos da una pista sobre el gran desafío que supone organizar un evento deportivo de semejante magnitud en un entorno natural tan hostil como es el de Catar. El Mundial 2022 retrasa en esta edición para evitar los meses de más calor, en los que la temperatura mínima no baja de los 30 grados. Aun así, durante los meses noviembre y diciembre, la temperatura media está entre los 16 y los 30 grados.
La mayor parte de la superficie de la pequeña península de Catar, bañada por el Golfo Pérsico, es desierto, y su población, que no llega a los 3 millones de habitantes, se concentra (un 80%) en Doha, la capital.
La naturaleza no se lo puso fácil a los cataríes, pero, al mismo tiempo, les regaló su bien más preciado: gas natural y petróleo. Por necesidad, Catar lleva años impulsando la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico para encontrar soluciones que generen riqueza y bienestar a sus ciudadanos y aprovechen de manera eficiente los recursos naturales de los que disponen.
Esto se aplica también a la arquitectura, que deja maravillas arquitectónicas de gran complejidad técnica como es Pearl-Qatar, un conjunto de islas artificiales a pocos metros de la costa de Doha.
Por ese motivo, mientras muchos estén haciendo sus cábalas sobre quién ganará el Mundial 2022, bien sea de boquilla o haciendo sus apuestas con las múltiples opciones que ofrece la red, otros tantos están admirando los impresionantes diseños de los estadios que albergarán los partidos de fútbol.
Arquitectura en el Mundial de Catar 2022
El Mundial de Catar contará con ocho estadios repartidos en cinco ciudades de la península, seis de nueva construcción y dos remodelados. Los organizadores no han querido limitarse a edificar recintos deportivos, sino que, fieles a la historia reciente del país, han levantado obras innovadoras que aúnan funcionalidad y estética con esa mezcla de tradición y futurismo que ya es característica de la arquitectura catarí.
La ventaja de que el Mundial se dispute en un territorio tan pequeño es que los aficionados tendrán la oportunidad de poder desplazarse fácilmente de un estadio a otro. Para ello, se ha mejorado y ampliado una moderna red de transporte público, acorde al nivel de sofisticación de las sedes deportivas, que, además, ha tenido que salvar no pocas dificultades técnicas.
Catar ha recurrido a la crème de la crème. El Estadio Icónico de Lusail, que albergará la ceremonia de inauguración y la final, es obra del estudio Foster + Partners. Mientras que el estadio Al Janoub, en la ciudad de Al Wakrah, está diseñado por la británico-iraní Zaha Hadid, aunque su inauguración se produjo en 2019, tres años después del fallecimiento de esta rompedora arquitecta.
Hay diseños muy espectaculares que son artesanía pura y que reivindican el arte islámico. Buen ejemplo de ello es el estadio Al Thumama, en Doha, diseñado por el arquitecto local Ibrahim M. Jaidah con la asistencia de los coreanos Heerim Architects. La cubierta de este recinto está inspirada en el ‘gahfiya’, un gorro tradicional de la zona hecho en crochet. El estadio Al Bayt, del alemán Albert Speer Jr., en la ciudad de Jor, en cambio, se inspira en las tiendas de campaña que utilizan los beduinos para vivir en el desierto.
Todos estos estadios, además de estar equipados con la última tecnología, utilizan distintos sistemas de climatización sostenibles, un tema que ha sido clave en el desarrollo de estos proyectos. Se necesitaba asegurar el confort térmico de deportistas y espectadores, pero teniendo en cuenta la sostenibilidad; por ello, se han desarrollado sistemas de refrigeración en los que se reutiliza el agua, un recurso escaso en Catar.
Además, aprovechando el Mundial, se han llevado a cabo otros proyectos arquitectónicos, como unos hoteles flotantes en Doha, y se podrán “lucir” nuevas obras, como la del Museo Nacional en Doha, diseñado por Jean Nouvel.
Estadio 974 de Fenwick Iribarren
Probablemente, el estadio más rompedor de todos los del Mundial 2022 es, al mismo tiempo, el más sencillo.
Oficialmente bautizado como estadio Ras Abu Aboud, ya se le conoce popularmente como Estadio 974. Esa cifra hace referencia al número de módulos que componen la estructura del estadio, fabricado prácticamente en su totalidad con containers o contenedores marítimos.
Construido en la ciudad de Doha, es el primer estadio del mundo completamente desmontable. La idea es que se pueda reutilizar en otro Mundial o volver a usar los elementos que lo componen (gradas, contenedores, etc.) para otras obras. Además, de este modo, el terreno sobre el que se ha levantado el Estadio 974 podrá ser vendido al finalizar la Copa del Mundo para ser explotado de otra manera, y poder recuperar así la inversión inicial.
Este original diseño es obra del estudio español Fenwick Iribarren, fundado en 1990 por los arquitectos Mark Fenwick y Javier Iribarren. Este es seguramente el proyecto estrella del estudio para Catar 2022, pero no el único. Formaron parte del equipo que ha desarrollado el complejo estadio Al Thumama, y también fueron los responsables de la remodelación del estadio Qatar Foundation.
En la línea de otros estadios, el diseño del 974 también ha buscado la inspiración en la belleza y singularidad de la cultura local. En este caso, es un guiño a la tradición pesquera y marítima de Doha, al tiempo que también supone la apertura a otros lugares del mundo.
Arquitectura sostenible con el Estadio 974
Desde su concepción, su ubicación y su construcción, el Estadio 974 es un paradigma de arquitectura sostenible.
Está ubicado a pie de playa para aprovecha al máximo la brisa marina y refrescar de manera natural a los más de 40.000 espectadores que puede acoger este estadio. De este modo, se reduce el uso de la climatización artificial, disminuyendo notablemente las emisiones de CO₂.
Ya desde su construcción se evitaron un buen número de emisiones contaminantes. El hecho de utilizar módulos, no solo con los contenedores, sino también en los asientos de las gradas, ha hecho que se reduzcan gastos de transporte, uso de materiales y residuos de la construcción y dinero. Se atiende también a la sostenibilidad financiera, ya que el coste económico de esta edificación es mucho menor que el de otros proyectos. Un ahorro en la inversión que podrá destinarse a otras acciones.