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Somos partidarios de la fusión entre mentes creativas, dado que la mayoría de veces nos ofrecen resultados tan maravillosos como el que os traemos hoy aquí. Los fotógrafos David Wile y April Maciborka presentaban en 2013 su serie fotográfica “Pucker”, un proyecto conjunto donde fotografiaron a niños probando por primera vez un limón. Un cítrico cuyo sabor puede convertirse en el perfecto detonante para rostros infantiles llenos de expresión y sensaciones. La mítica frase “una imagen vale más que mil palabras” acude a nuestra memoria al ver la hilera de imágenes que han podido captar.
April Maciborka ya poseía experiencia en este campo, solo hay que ver su serial con niños inspirado en los iconos americanos de la cultura y de la música (Marilyn Monroe, Elvis, Madonna…), pero nunca con tanta naturalidad y desparpajo.
Se trata de una apasionada de los viajes y la naturaleza, cuyo sueño no es otro que el de fotografiar por todo el mundo. La fotografía es su vida, habiendo conseguido publicaciones en revistas como Applied Arts Magazine, PDN, American Photo, Photolife, YYZ, National Geographic…Con base en Toronto (Canadá), se considera una nómada capaz de capturar imágenes en cualquier lugar: bodas, causas humanitarias, viajes, paisajes, etc.
Por su parte, David Wile, residente también en Toronto (Canadá), comenzó su trayectoria fotografiando paisajes durante los viajes que realizaba. Actualmente, su técnica ha conseguido evolucionar, siendo capaz de combinar todo tipo de fotografías (retratos, moda, publicidad…). Ha trabajado para grandes agencias y buenos clientes pero, sin lugar a dudas, esta serie fotográfica es uno de sus proyectos más conocidos.
Estos dos profesionales han sido capaces de encontrar una sencilla técnica para extraer la emoción de los niños sin necesidad de mayores artificios. Las lentes de sus cámaras captan las mil reacciones al probar por primera vez un limón. Unos lloran desconsolados por el agrio sabor del cítrico, otros miran enfadados a cámara sin entender muy bien por qué le han engañado y, solo unos pocos, ríen entusiasmados ante el nuevo sabor.
A pesar del limón, se aleja de la amargura propia de la llorera de los niños retratados por la fotógrafa canadiense Jill Greenberg y se presenta como una serie fotográfica empapada de un sabor mucho más dulce y divertido; aunque pueda parecer irónico.