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Llega el color, los días despejados y la luz, eso que tanto añorábamos. La decoración con tonos pastel no es más que el reflejo de las estaciones que más adeptos tienen: la primavera y el verano. Pero por qué sólo vivirlas durante pocos meses, por qué no fundir la casa a esta paleta de colores.
Anteriormente, hemos hablado de colecciones decorativas que se rinden a los tonos pastel. La gran firma sueca, Ikea, nos sorprendía a principios de este año 2014 con su colección de edición limitada Brakig. Una línea de piezas que nos cautivaba por sus formas geométricas y su simpleza estética. Desde mobiliario básico hasta menaje de cocina con fabulosas vajillas.
Se trata del añadido perfecto a la estética nórdica, la sal que condimenta estos espacios. El blanco es el color base para la decoración escandinava, pero si deseamos evitar espacios monocromáticos, un tanto insípidos sin notas de alegría, entonces la suavidad de los colores pastel es la solución.
Actualmente, el azul bebé y el rosa palo son los grandes ganadores, pero siempre puedes ir más allá con delicados amarillos o verdes aguamarina. Este último es ideal para complementos textiles tales como mullidas mantas, cojines o pequeñas butacas. Una tonalidad que a nosotros en particular nos ha cautivado.
Entra en juego la tendencia DIY o “Do it Yourself”, donde puedes elegir en qué zonas de la casa quieres dar esas pequeñas pinceladas. Pintar las patas de la cama, los sillones o la mesa puede ser una buena elección. Se convierten así en detalles especiales que conceden a tu hogar un aire único.
La introducción de piezas de diseño en tonos pastel también es una buena decisión. De esta forma, se mantiene la limpieza visual propia del estilo nórdico con detalles estratégicos en colores suaves que capten la atención.
En definitiva, se trata de hacer del abanico pastel tu aliado para añadir esas pequeñas dosis de encanto, en mayor o menor medida, según consideres. Dotan al ambiente de un aire fresco, jovial y divertido.