La pintura metafísica fue un movimiento artístico italiano, siendo determinante para el surgimiento de otras corrientes posteriores tales como el Realismo Mágico, la Nueva Objetividad, el Novecento e incluso el Surrealismo. Quiénes desarrollaron tal estilo pictórico fueron Carlo Carrá y Giorgio de Chirico, iniciando principalmente con las obras oníricas de este último desde el año 1910, aunque de manera formal la escuela se estableció en 1917.

Inicios de la pintura metafísica

En 1911 Giorgio de Chirico participó en una exposición en el Salón de los Independientes en París. En ella mostró obras donde se reflejaban atmósferas inquietantes a partir del uso de ilógicas sombras, espacios vacíos que perturbaban, e incluso inestables perspectivas calificadas más tardes por Guillaume Apollinaire como metafísicos.

De Chirico desarrolla durante este entonces, obras como El enigma del oráculo de 1910, en el que muestra un desarrollo de objetos despojados de todo tipo de asociaciones comunes, transformando todo significado natural. De forma irracional, yuxtapone novedosos sistemas de relaciones donde el misterio se hace protagonista, y con ello se enfrenta ante un nuevo pictórico.

Sin embargo, no es hasta el año 1917 en el que se funda la Escuela Metafísica, junto a Carlo Carrá desde el hospital militar de Ferrara, donde ambos estuvieron internados tras haber sido heridos a causa de la Primera Guerra Mundial, aunque se dice también que se estaban recuperando de trastornos mentales. De cualquier manera, fue este encuentro fundamental para el desarrollo, aunque efímero, del movimiento metafísico en el arte pictórico.

Antecedentes de la pintura metafísica

Fue en el siglo I a. C. que se empleó por vez primera el término metafísica, específicamente por parte del filósofo Andrónico de Rodas para dar título a las obras de Aristóteles, el cual al traducirlo tiene como significado “después de la física” para catalogar y explicar lo que significa la metafísica.

Iconografía de la pintura metafísica

La iconografía que engloba a la pintura metafísica se fundamenta a partir de la creación de espacios ficticios, bajo preceptos de perspectivas ilusionistas, aunque intencionadamente subvertida. Se puede notar, por ejemplo, en obras de Giorico De Chirico ciudades con plazas profundamente inquietantes, al mismo tiempo que agrega paredes de ladrillos distantes que transforman el ambiente.

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La plaza de Giorgio de Chirico, 1913. Dominio público vía Flickr.

Asimismo, dentro de las iconografías que muestra la pintura metafísica, también encontramos clásicas estatuas para sustituir, si se quiere, a personajes reales, esto sin dejar de lado claustrofóbicos interiores en algunos casos. Los maniquís suelen aparecer también, derivados de los sastres, proporcionando una suerte de presencia humana pero sustituta, totalmente escasa de expresión.

Características de la pintura metafísica

Lo suprasensible es una de las características fundamentales de la pintura metafísica. Considerando los fundamentos de la metafísica, no es de extrañar que todo aquello que muestre estar más allá del mundo sensorial, todo aquello que sea transcendente se transforma en su máxima elevación a un sistema artístico.

Cada cosa visible representada en la pintura metafísica, sobrepasa la realidad objetiva, especialmente al mostrar una segunda realidad, solo que llena de misterios en la que se esconde otra realidad tras la aparente. Pareciera completamente creíble una realidad ilógica por hacer uso de alternativas lógicas, en especial por hacer uso de edificios, estatuas, maniquíes y trenes principalmente.

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Autorretrato de Giorgio de Chirico, 1917. Dominio público vía Flickr.

El arte de los artistas metafísicos se ve como una representación naturalista de objetos, personas y movimientos dentro de un espacio escénico controlado, pero al mismo tiempo puede también parecer inquietantemente quieto y aislado del mundo ordinario. Durante la Primera Guerra Mundial, aportó un fuerte lenguaje poético, corrigiendo las tendencias destructivas y divisorias de la modernidad.

En este sentido, existió el deseo de conectar con el gran pasado italiano, siendo aún más fuerte en artistas como Carrá, cuyas pinturas eran mucho más centradas que las del mismo Chirico, quién continuó en la exploración de la naturaleza mística del cotidiano mundo desde formas mucho más amplias.

Desarrollo de la pintura metafísica

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Giorgio de Chirico se encontró poco admirado por obra de Cézanne, entre otros modernistas franceses, pero sí se inspiró en Arnold Böcklin, simbolista suizo, así como del alemán Max Klinger, de quién pinturas como El enigma de una tarde de otoño de 1910 es considerada como su primera obra metafísica.

Se inspiró en ella, siendo para Chirico descrita como una “revelación”, la cual experimentó en Florencia, en la Pizza Santa Croce. En obras posteriores, creó una imagen inquietante de plazas abandonadas, a menudo rodeadas de empinadas arcadas bajo una luz tenue. Largas sombras proyectan figuras pequeñas en la distancia; o en lugar de esto, maniquíes de sastres sin rasgos distintivos. La finalidad de esto fue crear un efecto de sensaciones de dislocación del espacio-tiempo.

Después de aquella exposición en el año 1917, muchos críticos comenzaron a expresar que Carrá habría sido el hacedor de la pintura metafísica, aunque no fuera así. Poco hizo para disipar o desmentir las afirmaciones de la crítica, publicando más tarde un libro al respecto, en 1919, siendo esto lo que detonaría la enemistad entre éste y Chirico, siendo además el año en el que ambos abandonarían el estilo pictórico.

Sin embargo, otros artistas continuaron desarrollando tal estilo durante un tiempo más, tal como Giorgio Morandi, Mario Sironi y Filippo de Pisis, al menos hasta 1920. Asimismo, este estilo recaería como una gran influencia para muchos otros artistas como Max Ernst y Felice Casorati, entre otros.

Influencias de la pintura metafísica

En Alemania existieron exposiciones en torno a la pintura metafísica, entre 1921 y 1924 dejando un legado que inspiraría en obras de artistas como Oskar Schlemmer y George Grosz, en especial el uso de los maniquís. Los elementos temáticos y formales de la pintura metafísica serían usados también por muchos surrealistas, en especial por Salvador Dalí, e incluso en muchas pinturas de René Magritte.

En el contexto arquitectónico sería también de influencia la pintura metafísica, especialmente entre las dos grandes guerras en Italia, en el que se usaría la atmósfera atemporal de la poética metafísica para hacer que fuese compatible con las necesidades propagandísticas del momento.

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Naturaleza muerta de Giorgio Morandi, 1918. Dominio público vía Flickr.

Cuadrados metafísicos fueron construidos en Italia con sentidos metafísicos, tales como Varese y Brescia, e incluso en grandes ciudades recién fundadas como las del Agro Pontino que culminarían en el inacabado E42 de Roma.

Principales artistas de la pintura metafísica

Si bien la pintura metafísica comprendió alrededor de tan solo diez años exclusivamente en Italia, logró ser desarrollada por grandes artistas que dejarían un extraordinario legado cultural, que al mismo tiempo fe de inspiración para otros movimientos artísticos. Los artistas que desarrollaron en gran medida pinturas metafísicas son los siguientes.

Carlo Carrá, 1881 – 1966

A pesar de que Carlo Carrá es uno de los mayores representantes de la pintura metafísica, especialmente por haber adoptado las ideas de Giorgio de Chirico al conocerlo estando internado en un hospital, fue un importante pintor italiano reconocido por haber creado obras en torno a otros movimientos artísticos, como el futurismo.

Desde los 12 años trabajó en la ejecución de murales, a los 18 años ya tenía encargos importantes, firmó el Manifiesto de la Pintura Futurista junto a Russolo, Boccioni y Marinetti, hasta conocer a Chirico y reinterpretar su idea pictórica en torno a la imagen. Dejó un gran legado no solo como pintor, sino también algunos libros relevantes.

Giorgio Morandi, 1890 – 1964

Uno de los artistas más influyentes y reconocidos como los mejores de Italia del siglo XX es Giorgio Morandi, especialmente reconocido por sus famosos bodegones. Fue Cezánne uno de los artistas que más influyó en su obra, marcando su estilo propio e inconfundible.

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Naturaleza muerta de Giorgio Morandi, 1946. Dominio público vía Flickr.

A pesar de haber sentido gran interés por el futurismo, la quietud del movimiento fue su mayor interés. Gracias a este interés, fue que tras conocer a Giorgio de Chirico que su obra cobró sentido, la pintura metafísica influyó en sus creaciones. Fue miembro de la escuela metafísica, de la que tomó y se apropió del estilo que pronto compaginaría en torno a su principal influencia, siendo luego conocido como un Cezánne tras un filtro del arte metafísico.

Felice Casorati, 1883 – 1963

Felice Casorati no solo fue pintor, sino también grabador y escultor italiano, a quién poco se le puede generar clasificaciones precisas a su estilo artístico. Mantuvo siempre una combinación entre lo clásico y lo moderno. Sin embargo, mantuvo en su obra temáticas relacionadas a la cotidianidad doméstica, en el que también realizó múltiples naturalezas muertas y retratos.

Tuvo influencia de simbolistas como Gustav Klimt en un periodo determinado, y a pesar de que fue soldado de guerra durante un momento determinado, más tarde continuaría con la pintura, pero asumiendo características propias de la pintura metafísica.

Giorgio de Chirico, 1888 – 1978

La Escuela metafísica fue fundada por Giorgio de Chirico, y por supuesto de este movimiento pictórico. Su idea fundamental consistía en plasmar lo irracional del mundo que nos rodea a partir de la cotidianidad de los objetos en torno a pocos habituales contextos, con lo que consiguió mostrar una realidad verosímil, pero ilógica.

Su mayor influencia fue el arte clásico, quizás porque era de origen griego, aunque habría emigrado a Alemania junto a su familia. Fue en este país donde se empapó no solo del expresionismo alemán, sino de la filosofía de Nietzche y Shopenhauer, incluso de los principios freudianos, transmitiendo todas estas ideas poéticas en sus obras.

Obras más representativas de la pintura metafísica

Las obras más representativas de la pintura metafísica no solo se encuentran dentro de los diez años que abarcó el movimiento, sino que se extendió un poco más por quienes siguieron los ideales planteados por Giorgio de Chirico, y todo lo que caracteriza a la pintura metafísica. Algunas de las más relevantes son las que mencionaremos a continuación.

El Profeta, 1915

El Profeta es un claro ejemplo de la pintura metafísica, realizada por Giorgio de Chirico, adelantándose con ella al surrealismo. En esta obra combina o antiguo con lo moderno, sin dejar de lado ideas oníricas claras en ella. Al mismo tiempo, la dualidad entre lo tranquilo y lo inquietante, lo soñado y lo real propiamente surreal.

Transmite claros silencios inquietantes a partir de esa desierta plaza, la sombra en el suelo, e incluso la típica arquitectura clásica al fondo. Todo esto, además, deja lo más característico en su obra: las evocadoras y profundas ideas poéticas en torno a la simpleza de su belleza.

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El profeta de Giorgio Chirico, 1914-1915. Dominio público vía Flickr.

Como fue usual en la pintura metafísica, se observa el profeta que no es una persona, sino un maniquí que mira hacia una pizarra que proyecta una suerte de dibujos arquitectónicos, estando en soledad, pero siendo amenazado por una única sombra que sale del cuadro, tapándonos de quién la proyecta.

A pesar de que fueron diez años en el que se desarrolló tal estilo, a posterior se realizaron otras que continuaron con las características generales de tal estilo. Otras obras también con rasgos de la pintura metafísica son las siguientes:

  • La canción de amor de Giorgio de Chirico, 1914.
  • La melancolía de la patria de Giorgio de Chirico, 1916.
  • Héctor y Andrómaca de Giorgio de Chirico, 1917.
  • La casa roja de Carlo Carrá, 1927.
  • Beethoven de Felice Casorati, 1928.
  • Naturaleza muerta de Giorgio Morandi, 1930.