En la pintoresca ciudad de Gyumri, ubicada en el corazón del norte de Armenia, está teniendo lugar una notable transformación en uno de sus más queridos parques urbanos. Un pabellón de observación, concebido como símbolo de conexión y renovación, ahora adorna este oasis verde.

La construcción del pabellón fue coordinada por Alberto Collet junto a un grupo de arquitectos internacionales y estudiantes de arquitectura que eligieron este pabellón para poder trabajar juntos. El diseño único del pabellón rinde homenaje al paisaje circundante y hace referencia a la rica herencia cultural de Armenia.

Con una llamativa escalera negra que asciende con gracia hacia el cielo, el interior del pabellón está adornado con espejos pulidos que reflejan el espíritu de la ciudad. A medida que los visitantes suben, se encuentran envueltos en un cautivador mosaico de luz y sombra en constante cambio.

Escaleras de madera para subir al pabellón de observación

La estructura del pabellón se basa en una estructura de madera compuesta por una base y 11 marcos laterales que a su vez están cubiertos con pwc. En la parte interna del pabellón, se colocaron 20 bloques de hormigón para actuar como cimientos, ya que, debido a regulaciones, no fue posible excavar en el suelo. También hay un sistema de refuerzo con puntales y perfiles de madera.

Pabellón de observación con escaleras en el lateral para subir a él

Esta maravilla arquitectónica es más que un simple espectáculo visual; es un puente entre el pasado y el futuro de Gyumri. La inclinación de la escalera refleja el ángulo de Sew Berd, una antigua fortificación que una vez resguardó la ciudad. Sirve como un homenaje silencioso a la historia y la resistencia de esta antigua tierra.

Dos personas subidas al pabellón de observación

La relación no termina ahí; desde el cenit del pabellón, los visitantes pueden contemplar la majestuosa estatua de Madre Armenia, un símbolo perdurable de la cultura y la fuerza armenias. Su ojo vigilante sobre la ciudad es un recordatorio de que, como el fénix que resurgió de las cenizas, Gyumri continúa prosperando.

Sin embargo, el pabellón no es simplemente una obra de arte; es un vehículo para la conexión humana. Atrae a familias y niños, invitándolos a participar, jugar y explorar. Es un faro de renovación y un espacio para reuniones, una plataforma donde se forjan recuerdos y se fortalecen los lazos.

El pabellón de observación de Gyumri representa un faro de esperanza y un catalizador para la regeneración. Su propósito trasciende la mera estética. Sirve como testimonio del poder de la colaboración, la celebración del patrimonio y la promesa de un futuro más brillante para esta ciudad resiliente.

Como símbolo de unidad y progreso, esta estructura es un icono que inaugura una nueva era para Gyumri, donde pasado y presente coexisten en armonía, y el futuro es tan brillante como los reflejos en su superficie de espejo.