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Ya hemos hablado anteriormente de uno de los grandes arquitectos del mundo, Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier. Esta vez vuelve a nuestras páginas por una excelente noticia. Y es que el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedicó este verano su primera monográfica, “Un Atlas de Paisajes Modernos”, al gran artista suizo-francés.
Su huella en la arquitectura del siglo XX es inconfundible, llegando a convertirse en uno de los principales protagonistas del renacimiento arquitectónico internacional de la época y estandarte de la arquitectura moderna.
El MoMA abría las puertas de esta exposición el 15 de junio de 2013, con más de tres meses por delante para disfrutar de la obra hasta que cerrara el pasado 23 de septiembre. Una de las muestras más esperadas al tratarse de la primera monográfica dedicada a la producción de Le Corbusier en todas sus facetas: la de arquitecto, urbanista, diseñador de interiores, artista, fotógrafo y escritor. Pero cabe destacar el énfasis puesto en su concepción de la obra como paisaje y en su compromiso por respetar el entorno donde se integraban sus construcciones.
El conocido arquitecto se caracterizó por el empleo de diversos métodos y técnicas para el esbozo de sus proyectos (acuarela, dibujo, fotografías…), aspecto que quedaba plasmado en la muestra. Se incluyó también en este «Atlas de Paisajes Modernos» las pretensiones del genio por transformar a la ciudad moderna adecuándola a las necesidades del hombre a través de edificios de corte racionalista y de proyectos urbanísticos de gran relieve en los que buscaba crear nexos con el paisaje circundante.
La ingente cantidad de material recuperado asombraba al público asistente que, desde el primer minuto, podía sentir a Le Corbusier muy cerca. La cabaña de madera situada en la localidad marítima de Roquebrunne-Cap-Martín, en la que vivió durante años, se recreaba a escala natural para dar la bienvenida a los visitantes. Una exhibición que contaba con pinturas, maquetas, esculturas, planos, dibujos, vídeos, e incluso muebles, que no hacían más que reflejar la búsqueda del creador por alcanzar la interacción entre la arquitectura, sus habitantes y el paisaje.
Su filosofía se centraba en potenciar la calidad de vida humana en las grandes ciudades, evitando caer en el movimiento inverso de adaptar el ritmo humano a la ciudad. Por ello, proponía ideas como la separación de las vías de peatones de las zonas de paso de los vehículos o la instalación de zonas verdes y deportivas entre los edificios.
El objetivo: crear un entorno más agradable para todo ciudadano. Pero muchas de sus propuestas no llegaron a materializarse, por lo que esta exposición también recogía sus iniciativas sobre papel como los planes urbanísticos para París (1925); para Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro (1929) o para Moscú (1930).
Y es que, en realidad, de los 400 proyectos que diseñó solo 75 se llevaron a cabo, en parte por la mentalidad revolucionaria del arquitecto. La buena noticia reside en que el actual 2014 trae consigo la posibilidad de ver esta muestra en Caixa Forum Madrid, a partir del mes de abril, y en Caixa Forum Barcelona, a partir de julio.
Para todos los fieles del genio y amantes de la arquitectura, se convierte en una cita obligada que no se debe desaprovechar. Porque como dicen: “Uno muere cuando nadie le recuerda”, por lo que seguimos empeñados en recordar a esta figura brillante adelantada a su tiempo.
Imágenes: El País, El Diario, Revista Digital Apuntes de Arquitectura, 20 minutos, Noticias Arquitectura, Metalocus.