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Los proyectos que Zaha Hadid realizó durante su carrera nunca han pasado desapercibidos, y en el caso del centro que diseñó para la organización Maggie’s, la intención de la arquitecta fue intencionalmente esa. Todos los centros Maggie’s son construidos con ese propósito, para que las personas diagnosticadas con cáncer sepan que pueden acudir a un lugar concreto y cercano al su hospital para recibir información sobre la enfermedad y acompañamiento durante el tratamiento de esta si así lo desean.
Tal y como explicó la arquitecta “una vez que accedes en el centro, entras en un mundo completamente diferente. Es como un tipo de espacio doméstico, es relajante. Los hospitales deberían tener espacios privados, lugares donde los pacientes pudieran tener un poco de tiempo para ellos mismos, donde retirarse… esto va sobre cómo un espacio puede hacerte sentir bien”.
Este centro es la primera construcción permanente que creaba la arquitecta en el Reino Unido. Para el diseño de este centro anexo al Hospital Victoria de Kircaldy, Hadid se inspiró en la industria del carbón, con mucha presencia en la zona, pero también en la idea de cómo el carbón proporciona calor y reconforta. Esta idea la plasmó a la perfección porque cuando se accede al interior, la sensación que se siente es la de entrar a una vivienda luminosa y acogedora.
La construcción, con forma de barco, ocupa un total de 250m2 de superficie, y para diseñar su estructura, fue crucial tener en cuenta que se emplazaría en una quebrada cerca de los parques del hospital, por lo que decidió crear un edificio a base de formas triangulares y que supusiera un nexo entre los parques y el bloque del hospital.
En las fachadas quiso incluir ventanas sin seguir un patrón concreto para colocarlas (están situadas incluso en el techo de forma irregular) y además en forma de triángulo, que llaman la atención de los viandantes. Además, la fachada del edificio que da al nordeste contiene grandes ventanales, lo que proporciona una gran cantidad de luz al interior (también proporcionada por el resto de ventas) pero además ofrece una vista inmejorable de los jardines, que aporta una sensación de paz y tranquilidad a los visitantes.
En cuanto al interior del edificio, la arquitecta iraní implantó como color principal el blanco, que da sensación de amplitud y aporta mucha luminosidad, algo que contrasta con el exterior.
Como sucede con otros centros Maggie, es importante dotar de protagonismo a la zona de la cocina, ya que es un punto en el que se puede propiciar diálogos entre los visitantes. A parte de este, el centro dispone de otras zonas en las que mantener reuniones y otras de descanso. Para diferenciar las áreas, se valen de cortinas, puertas blancas grandes que cuando están cerradas parecen formar parte de la pared, y cristaleras.
Con el mobiliario se pretende mantener la estética minimalista y acogedora pero también aportar toques de color. Principalmente se incluyen sillones, butacas y mesas y sillas de comedor, ya que en el propio edificio se incluyeron estanterías en las propias paredes, lo que permite que los espacios sean amplios y además resulta muy conveniente para que los pacientes vean los libros que tienen a su disposición.