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Una de las principales características de los seres humanos es que existe mucha diversidad. Hablamos además de todo tipo de diversidad: desde diversidad física —somos altos, bajos, tenemos la piel de muchísimos tonos distintos, los ojos de varios colores, el pelo, la talla—, pasando por ideologías, religión, personalidad y hasta cultura.
Toda esta diversidad permite el enriquecimiento de la sociedad pues de lo distintos que somos, aprendemos siempre los unos de los otros.
Pero desde que tenemos noción de la historia del hombre, sabemos que cada civilización y cada grupo, dentro de sus diferencias, ha buscado sobrevivir y para ello se ha organizado para construir refugios y espacios para cubrir sus necesidades de protección y abastecimiento. Porque para el ser humano el lugar de vivienda es el centro de su vida, en él pasa gran parte de su tiempo y en él experimenta muchas situaciones.
Existen tantos tipos de viviendas como características y necesidades de sus habitantes, variando su tamaño, sus materiales, la distribución… De aquí podemos hablar de la arquitectura vernácula de cada parte del mundo, con sus particularidades y la explicación de cada detalle de los espacios diseñados.
En este post nos centraremos en el análisis de la arquitectura vernácula del continente africano y de cómo ha evolucionado hasta la actualidad.
El contexto de la arquitectura vernácula africana
Numerosos estudios afirman que esta variante arquitectónica ha pasado tanto por construcciones efímeras en sus sociedades más nómadas y por el contrario, por construcciones descomunales e inamovibles —como las inmensas pirámides plantadas en el desierto—.
El continente africado ha sabido responder ante las demandas de sus sociedades construyendo increíbles ciudades de piedra como Mauritania y Zanzibar, el legado milenario de Egipto, las iglesias subterráneas en Etiopía y maravillosas edificaciones con materiales sencillos y locales como la flora y el barro.
Pues bien, en la actualidad son estas últimas de las que más hablaremos por su sentido tradicional y sus características tan destacables en cuanto a sostenibilidad, optimización y desarrollo social y autónomo.
Cuando hemos investigado, se han encontrado artículos que hablan sobre un festival que se celebra todos los años en la ciudad de Djenné, en el territorio central del Malí, que es llamado por sus habitantes la Fête de Crépissage. En este “festival” la comunidad se reúne y colabora para reforzar los muros de barro de la Gran Mezquita —que en 1988 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, siendo uno de los monumentos más conocidos de África—.
Esta reunión nos muestra que las comunidades locales deberían participar activamente en la configuración de sus propias ciudades, puesto que son también parte de su identidad y no sólo conformarse con ser una voz pasiva.
Debido a las consecuencias del colonialismo, muchas de estas prácticas arquitectónicas perdieron relevancia e incluso el pueblo africano perdió los medios para desarrollar por sí mismos sus técnicas y modelos autóctonos, dando pie a que sean estilos y métodos occidentales los que predominen en la construcción contemporánea del continente.
Sus características, su impacto social y otros ejemplos de arquitectura vernácula africana
En estas ciudades africanas que mantienen estos métodos, lo que se pretende es emplear los materiales locales y mediante la colaboración ciudadana, mantener sus espacios y entornos. La climatología y la topografía del espacio son claves a la hora de describir la manera de construir, además de darnos pistas sobre los materiales de los que se dispone en la zona.
Escuela Fass y residencia de profesores, por el arquitecto Toshiko Mori, en Senegal
El ambiente del territorio de Djenné, en el que nos hemos fijado, tiende a ser muy caluroso por lo que el material más usado es el barro gracias a su propiedad de soportar el calor y mantener fresco el espacio edificado con él. Lo vemos en casas y en templos construidos en la ciudad, de la mano de la propia comunidad que se esfuerza por prosperar con aquello de lo que disponen.
La mezquita de Sankoré, en Tombuctú
El valor que aporta la participación de las comunidades en el proceso de diseño y construcción es un punto clave para el crecimiento y el desarrollo sostenible que necesita la sociedad contemporánea, que se enfrenta ya a los cambios climáticos y las consecuencias del deterioro de los recursos limitados que tenemos en el planeta y a la contaminación humana.
Las viviendas Musgum, en Camerún
Imágenes: Pixabay y Depositphotos.