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Estoy empezando a pintar, no porque me considere una artista o algo así, si no porque no tengo nada más que hacer y porque trabajando me olvido un poco de todos los problemas que tengo. Nunca pinto sueños o pesadillas; pinto mi propia realidad. Frida Kahlo
Biografía de Frida Kahlo
Muchas veces en el dolor se encuentran los placeres más profundos, las verdades más complejas, la felicidad más certera.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, más conocida como Frida Kahlo, fue una de las más grandes artistas mexicanas de la historia que transformó su vida pintándose a sí misma. Nació en la Casa Azul de Coyoacán (México) el 6 de julio de 1907. Allí vivía junto a sus tres hermanas y sus padres, Matilde Calderón, mestiza india de Oaxaca, y Guillermo Kahlo, judío alemán refugiado. Su padre era un fotógrafo reconocido entonces en México que documentaba la arquitectura colonial para el gobierno. Se pasaba las horas hablándole a su hija Frida sobre el arte antiguo de México.
Cuando tenía cinco años, Frida sufrió una enfermedad muy grave llamada poliomielitis, y a pesar de que sobrevivió a ella, la enfermedad provocó que una de sus piernas se debilitase y fuera más corta que la otra.
Para situarnos un poco en el contexto temporal, Frida creció en el umbral de una de las grandes revoluciones del siglo XX: la Revolución Mexicana, un movimiento armado que se inició en 1910 con el objetivo de finalizar la dictadura de Porfirio Díaz y que culminó con la promulgación de la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, siendo ésta la primera a nivel mundial en reconocer las garantías sociales y los derechos de los ciudadanos.
A pesar de que esta revolución terminase, esta continuó transformando y resultó un cambio enorme para muchos mexicanos: surgió un gran movimiento creativo en todos los aspectos del pensamiento (pintura, filosofía y cine). Entre todos los cambios, destaca la Escuela Nacional Preparatoria, donde la Frida de 15 años se convirtió en una de las primeras mujeres estudiantes de la preparatoria.
Frida Kahlo: el accidente que le cambió totalmente la vida
En 1925, cuando tenía 16 años, sufrió un terrible accidente que le cambiaría la vida por completo: el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía. Como consecuencias físicas, sufrió la fractura de varios huesos y lesiones graves en la espalda, que la inmovilizaron por muchos meses los cuales pasó acostada en la cama. Fue entonces cuando Frida comenzó a expresarse a través del arte de la pintura y pasó el resto de su existencia plasmando sus experiencias.
Con 21 años, Frida ya estaba casi recuperada, aunque sus secuelas continuarían atormentándola el resto de su vida.
Aunque haya dicho “te quiero” a muchos y haya tenido citas y besado a otros, en el fondo sólo te he amado a ti.
Tras la revolución mexicana, el nuevo gobierno empezó a contratar a varios artistas para que pintaran grandes murales en las paredes de los edificios públicos con el fin de recordar la grandeza de la historia del país, entre los que se encontraba el artista muralista Diego Rivera.
Lo cierto es que Frida tuvo innumerables amantes, hombres y mujeres indistintamente, pero el gran amor de su vida fue este celebrado artista mexicano, quien la amó y la destrozó a partes iguales. La intensidad y la dificultad de su relación con Diego dominó una gran parte de su vida.
Lo que a Frida le llamó la atención de Diego era su concepto de libertad. En la sociedad no había nadie tan libre ni tan atrevido como Rivera, se hacía respetar y podía expresar libremente lo que quisiese ya que sabía que nadie se iba a interponer en sus pensamientos y en sus decisiones.
Sin dejarse intimidar por la reputación de Diego, Frida se atrevió a llevarle sus cuadros para preguntarle si creía que ella tenía potencial como pintora. Para mí era obvio que aquella chica era una auténtica artista. Sus obras, su habitación, su chispeante presencia, me llenaron de una maravillosa alegría escribió entonces Diego sobre Frida. Desde ese momento, ambos fueron inseparables y comenzaron su inverosímil relación: ella con 21 años y él con 41.
Tras un breve noviazgo, el 21 de agosto de 1929, Frida y Diego Rivera se casaron. No tuvieron nunca un lugar de residencia fijo, pues viajaban mucho a los Estados Unidos, vivieron en la Casa Azul, y también en San Ángel, donde se encontraba el estudio de Diego y más tarde se construyó también el de Frida.
En esa casa sucedió uno de los momentos prolíficos de Frida en la pintura, pues sus autorretratos empezaron a reflejar una clara influencia fotográfica de su padre que derivó en una identidad clara en su obra.
Sin embargo, lo cierto es que para Diego la fidelidad era algo imposible, incluso llegó a mantener una relación amorosa con la hermana de Frida, Cristina, la hermana que ella más quería.
Por eso y muchas cosas más, en 1939, 10 años después, Frida y Diego se divorciaron. Frida decidió entonces mudarse y se compró un pequeño apartamento en la Ciudad de México. Desde entonces empezó a tener amantes, aunque todos sabían que era imposible ocupar el lugar de Diego en su corazón.
Casi después de un año de la separación, Frida decide que quizás podría vivir con Diego a su manera, en un matrimonio con mutua independencia, por eso volvió a la casa que él había construido en San Ángel y años más tarde, volvieron a casarse.
Juntos crecieron emocional y profesionalmente hasta el final de sus días y aprendieron a no depender tanto el uno del otro, lo cual llevó a Frida, a pequeños pasos, a encontrar el éxito internacional en sus pinturas mientras las secuelas a causa de la enfermedad que padecía la iban consumiendo poco a poco.
A pesar de sus limitaciones físicas, Frida nunca dejó de pintar y además, sus actividades no sólo se redujeron a eso, pues también fue maestra en la Escuela Nacional de pintura y escultura La Esmeralda y, lejos del arte, también participó de forma activa en la política del país y llegó a ser miembro del partido comunista, donde conoció a León Trotsky durante su exilio en México.
Doctor, si me deja beber este tequila le prometo no beber en mi funeral.
Cuando cumplió 37 años, la salud de Frida comprometía su vida cotidiana y fue empeorando durante los siguientes diez años. Acabó inmóvil en la cama y en silla de ruedas hasta el fin de sus días, días en los que la soledad la invadió por completo.
En el año 1953, la amiga de Frida, Lola Álvarez Bravo, decidió exponer la obra de Frida en su galería, pues a pesar de tener éxito internacional nunca había expuesto en solitario en su propio país. Debido a su inmovilidad, Frida no se lo quiso perder y se presentó allí en una cama. Rebosante de felicidad, allí ella presidió su única exposición en solitario.
El 13 de julio de 1954 Frida murió en la Ciudad de México, con sólo 47 años. Diego murió tres años después de Frida, admitió que sólo entendió el poder de su amor hacia ella después de su muerte. Su última exposición como pintor fue un pequeño bodegón de rodajas de sandía, en homenaje a la última pintura que hizo Frida.
Si quieres saber más de la vida de esta artista y de una manera más audiovisual, conoce la película que se realizó en 2002 sobre su vida.
Pintura y obras de Frida Kahlo
La tristeza se retrata en todita mi pintura, pero así es mi condición, ya no tengo compostura.
Empezó pintando a familiares y paisajes, pero lo cierto es que su personaje principal era ella misma. Hizo alrededor de 55 autorretratos, la mayoría de ellos mientras estaba recuperándose del accidente, pues tenía un espejo en la cama frente a ella donde se miraba y se retrataba. Estaba invadida por sí misma y por su enfermedad, se pintaba rodeada de las cosas que eran importantes y las que le causaban dolor.
En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mi misma.
Las obras de Frida principalmente se identificaron con la corriente surrealista, pinturas que se relacionaban con los sueños irreales. Sin embargo, ella marcó una brecha muy clara entre este concepto y sus pinturas: Frida no pintaba sus sueños, sino una realidad traducida en sus emociones, sentimientos y dolor.
La temática de sus creaciones siempre estuvo relacionada con su vida y las múltiples complicaciones de salud que cambiaron su vida, por lo que podemos decir que toda su pintura es casi autobiográfica. Utilizaba una paleta de colores muy vivos, característica que nació de la indudable influencia de la pintura de Diego Rivera.
La mayoría de los artistas de México de aquella época pintaban sobre temas sociales y políticos. Sin embargo, Frida se pinta a sí misma en un mundo íntimo, a la más pequeña escala imaginable (la mayoría de sus cuadros eran bastante pequeños). A principios de 1938, Frida envía algunas de sus pinturas a un grupo que expone en Ciudad de México y, por primera vez, su pintura empezó a llamar la atención.
En ese mismo año el artista André Bretón, padre del surrealismo en Francia, llega a México para visitar a Trotsky y ver las obras de Frida Kahlo. No quedó decepcionado. En octubre de ese mismo año Julien Levy, artista surrealista, la invitó a exponer en su galería en Nueva York.
Por primera vez fue tratada como una pintora de derecho propio, no como la esposa del gran artista Diego Rivera. Tuvo un éxito espectacular y se vendieron la mitad de los cuadros. A partir de ese momento empezó a tener un cierto éxito mundial y, entre otros éxitos, El Louvre compró una de sus obras, la cual fue la primera pintura mexicana contemporánea de su colección y en 2013, el Museo de la Orangerie (París) hizo una rememoración de su obra con pinturas prestadas por el Museo Dolores Olmedo (México).
En la época en la que vivió, el auge en cuanto al mundo artístico estaba presente especialmente en Europa. A pesar de que creó algunas de las imágenes más inolvidables del siglo XX, la mayoría de sus pinturas permanecieron en la oscuridad, ignoradas durante toda su vida, un hecho que a Frida no le importó nunca, pues siempre decía que pintaba para ella misma.
Para comprender mejor su mirada, conozcamos algunas de sus obras más emblemáticas.
Autorretrato (1926)
En 1926 Frida Kahlo pinta su primer autorretrato. Tendría para entonces 19 años de edad y sufría las consecuencias del grave accidente que la dejó mucho tiempo postrada en cama.
Diego y yo (1931)
Frida pinta este autorretrato junto con su marido Diego Rivera un año después de casarse. Para ella, Diego era lo más parecido a un Dios y lo admiraba como pintor, de ahí el motivo por el cual lo representa con la paleta de pintura en la mano y de grandes proporciones (aunque lo cierto es que Rivera sí que era bastante grande). A ella misma, por el contrario, se representa más pequeña, más frágil.
Mi nacimiento (1932)
Frida pintó este impactante cuadro a raíz de la muerte de su madre, además de este estar también asociado con sus trágicos abortos. Representa su nacimiento como si se hubiera dado a luz a sí misma y aparece la madre con el rostro tapado por las sábanas. Sobre la cama cuelga un cuadro que retrata a la Virgen de las Angustias llorando. Al pie de la obra hay un pergamino abierto en el que debían de ir unas palabras pero que no escribió nunca.
Hospital Henry Ford (1932)
Esta es una de las obras más impactantes del repertorio de la artista. A consecuencia de sufrir un aborto espontáneo y de lo más doloroso, Frida representa en esta obra sus sensaciones y pensamientos de los que fue víctima durante su estancia en el Hospital Henry Ford donde estuvo ingresada 13 días. Se expone a sí misma ensangrentada, llorando y completamente desprotegida en su desnudez mientras sostiene en la mano hilos rojos de sangre que conectan entre sí.
Unos cuantos piquetitos (1935)
A través de esta escena, Frida quiso denunciar la violencia machista tras haber leído en el periódico la siguiente noticia: un hombre mató a su mujer y en los tribunales se defendió diciendo que sólo le había dado «unos cuantos piquetitos». Según la policía, fueron veinte puñaladas.
Lo que el agua me dio (1938)
En la pintura, la suma de numerosos elementos puede ser mucho más evocadora para representar una historia. Con su obra Lo que el agua me dio, Frida expresó su propias propias vivencias, todo lo que la vida le había dado, tanto bueno como malo. Cuando André Breton visitó México y vio esta pintura, inmediatamente la calificó de surrealista.
Las dos Fridas (1939)
En la obra, Frida Kahlo hace una búsqueda de ese equilibrio necesario para sobrellevar todas las emociones y dolores que pasaba en ese momento. A pesar de que su situación sentimental es obvia en la obra, no debe ser considerada el motivo central sino el motor que impulsó a pintarlo. En este cuadro, Frida parece haberse inspirado en el recuerdo de una amiga imaginaria que tuvo de pequeña.
En este autorretrato doble, la Frida de la derecha aparece vestida con un traje simple mexicano y la Frida del lado izquierdo viste un traje blanco de estilo europeo, con motivo de sus dos herencias culturales. Ambas están conectadas por la sangre, por las arterias de los corazones expuestos.
Autorretrato con pelo corto (1940)
Fue el primer autorretrato después de su divorcio con Diego Rivera. En él se representa a ella misma en el centro sentada, vestida con traje y con el pelo corto, queriendo mostrar así el cambio en su vida después del divorcio.
Autorretrato con collar de espinas (1940)
Se trata de uno de los autorretratos más famosos de la artista. La pintó durante la época de crisis de su matrimonio y está llena de simbolismo: Frida como protagonista principal indiscutible luce seria y dolorida; el collar espinoso se asemeja al de Cristo y expresa sufrimiento y humillación; el mono simboliza el amor que su marido no le dio; el colibrí muerto representa su mala suerte en el amor, pues este animal suele representar lo contrario; el gato negro simboliza la mala suerte y las mariposas y libélulas representan símbolos cristianos de resurrección.
Raíces (1943)
Este cuadro de pequeñas dimensiones muestra a Frida acostada en un paisaje rocoso mientras su cuerpo echa raíces de las que fluye su sangre como símbolo de vida. La pintó tras casarse por segunda vez con Diego Rivera, y simboliza su reencuentro como pareja tras varios años de separación y sufrimiento.
Diego en mi pensamiento (1943)
Este autorretrato representa en miniatura a Diego en su propia frente indicando el amor obsesivo que Frida sentía por él y su deseo de poseerlo en exclusiva, dejando desaparecer así las infidelidades de su marido.
La columna rota (1944)
Sin duda alguna, La columna rota es una de las obras más emblemáticas de Frida. A diferencia de sus otros autorretratos, en este ya no aparecen ni animales ni flores de colores vivos. El accidente que sufrió en su juventud fue definitivamente lo más significativo en su corta vida y en este cuadro refleja todo el sufrimiento que pasó durante toda su vida.
Nos adentramos ya en el último periodo de su vida, cuando el dolor físico la impide vivir una vida normal y tiene que llevar un corsé de acero por muchos meses. Sólo cubierta por unas sábanas, Frida representa su cuerpo abierto para dejar ver su columna vertebral, representada como una columna jónica, describiendo así el dolor causado por el accidente a través de numerosos clavos en su piel. La mirada de Frida es triste y de sus ojos caen lágrimas. Este sentimiento se acentúa por el fondo de la obra: un terreno seco y un cielo vivo y atormentado.
Sin esperanza (1945)
Durante este mismo periodo, a causa de sus penas Frida Kahlo sufrió una extrema delgadez. Por ese motivo, tuvieron que alimentarla a través de un embudo.
Sobre un paisaje que presenta el día y la noche como fenómenos indiferentes para quien sufre encerrada, Frida se representa en una cama colocando en su boca un enorme embudo que recoge todo tipo de carnes y pescados, así como una calavera decorada con los motivos del día de muertos sobre la que está escrito su nombre.
Ciervo herido (1946)
Tras una fallida operación en la que había puesto todas sus esperanzas para curarse de sus dolores de espalda, Frida se representa en esta pintura en un ciervo herido por flechas, expresando así su inmensa decepción.
Viva la vida (1954)
Su última pintura fue un bodegón de rodajas de sandía. Ocho días antes de morir firmó esta obra con su nombre, el lugar y su frase de despedida: Viva la vida.
Símbolo del feminismo y la libertad sexual
Soy mi propia musa. Soy la persona que mejor conozco. Soy la persona que quiero mejorar.
En un mundo de hombres en el punto de mira de todo éxito, Frida Kahlo no sólo destacó por su personalidad y por su talento, sino que inspiró a muchas mujeres por aquel entonces reprimidas.
Cuando hablamos de Frida Kahlo lo primero que se nos viene a la cabeza es su aspecto físico. Ella decidió desde el primer momento crear su imagen como si de una obra se tratara, conduciendo su vida hacia la igualdad.
Masculinizó su aspecto y rechazó los estereotipos de género, incluyendo y aceptando el vello facial como una belleza natural en la mujer. Además, en sus obras representaba abiertamente temas tabú como la sexualidad de la mujer, el machismo y el aborto. Daba voz a las mujeres reprimidas que aceptaban las infidelidades de sus maridos o que no hablaban de libertad porque eso no las correspondía por ser mujeres.
Sin embargo, Frida Kahlo es un símbolo del feminismo no solo por sus cuadros.
Su padre, Guillermo Kahlo, tenía muy buena relación con Frida y desde el primer momento vio en sus ojos autenticidad. Decía que de sus hijas era la más valiente, inteligente y única. Bien es cierto que para la época en la que vivía, Frida vestía «como un chico». Nunca se preocupó del qué dirán ni se avergonzaba de llevar chalecos, trajes y corbatas. En eso su padre siempre la apoyó, a diferencia de su madre que era tan conservadora como era lógico en aquella época.
De hecho, cuando Frida se hartó de las infidelidades de Diego, no dudó en cortarse el cabello y dejar de ponerse las ropas mexicanas que tanto le gustaban a él, pues consideraba que ya no tenía que estar atractiva para él sino para ella, y que mucho menos debía de suplicarle por su amor. Para ser un mujeriego había que ser hombre y para sufrir a causa de infidelidades había que ser mujer. Esa era la ley y Frida decidió romperla considerándose libre en el amor y enamorándose de hombres y mujeres por igual.
Por otro lado, aunque ya el hecho de que una mujer hubiese tenido tanto éxito en el mundo de la pintura, Frida quiso ser una mujer luchadora en otros ámbitos. Era defensora del comunismo y de los derechos de los indígenas y participaba activamente en política, un rol que estaba asignado al género masculino.
Frida Kahlo fue una mujer que quiso improvisar su propia libertad a través de sus pinturas, con el fin de superar sus miedos y una vida llena de dolor. Hoy en día esta gran artista es conocida mundialmente y se ha convertido en un auténtico icono para las mujeres que luchan por su libertad.
Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos; pensé que no era un ser de este mundo. Sus cejas juntas eran una golondrina en pleno vuelo. Chavela Vargas