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Siempre he creído que es mejor crear trabajo que buscarlo. Por eso no soy partidaria de echar CVs, sino de ofrecernos de forma proactiva a participar en proyectos o empresas que nos motiven y, si éstos no existen, crearlos por nosotros mismos.
Guiada casi por un instinto, siempre supe que mi lugar no iba a estar en una empresa como sucedía con la mayor parte de la población en el momento en que me lancé por mi cuenta. Pero con el tiempo, me he dado cuenta de que sin ser consciente, era de las personas que formaría parte de una generación que venía por detrás (aquellos que actualmente tienen los 20): los llamados millenials. Personas que no entienden de barreras geográficas gracias a las nuevas tecnologías, que no buscan el ascenso de niveles dentro de una de las grandes compañías y que creen en sus posibilidades creativas por encima de todas las cosas. Pertenezco a aquellos que no se encasillan en una ocupación, de los todoterreno que se adaptan y aprenden de todo aquello que les llega. Totalmente conectada y sacando partido a tope de las nuevas tecnologías.
Es precisamente en este campo de Internet y las nuevas tecnologías donde más salidas de futuro veo. Pero también hay otros campos que se están convirtiendo en tendencia. El otro día, por ejemplo, leí que personas con formación farmacéutica comenzarían a reencaminar su carrera hacia el campo y la medicina natural, como si fueran una especie de granjeros que buscan todo tipo de remedios farmacéuticos a partir de elementos naturales.
En definitiva, la nueva generación se compone por personas muy formadas, abiertos de miras, con posibilidad y ganas de moverse y con ganas de participar en proyectos que les motivan. Libres…
En mi caso, no me veía trabajando toda la vida en uno de esos empleos de 9.00 a 19.00hs en una oficina, con el único objetivo de ascender en la escala de la empresa y trabajando para otros. Es por eso que elegí el camino alternativo.
A día de hoy, por la situación de paro que se vive en nuestro país, cada día oigo más conversaciones de personas que hablan de montar negocios, pero me preocupa una cosa. La gente se está haciendo emprendedora obligada. Y no está mal, porque en la necesidad/presión muchas veces saca lo mejor de nosotros mismos. Pero… ¿nos estamos precipitando? ¿Cómo saber cuándo emprender?
Lo primero que os aconsejaría es que no os dejéis embaucar por aquellas oportunidades mágicas de negocio que salen en Internet y os ofrecen ingresos muy interesantes. Y menos aquellos negocios en los que os hacen invertir una cantidad para comenzar algo que, en poco, tiempo será muy rentable. Lo que suene demasiado fácil será un 99.99% un fraude (entendiendo fraude como una promesa que no se cumplirá, no necesariamente un timo).
Pero dejando a un lado la idea de emprender por necesidad imperiosa, me gustaría hablaros de cuándo personalmente inicio un proyecto personal nuevo. Un ejemplo, este blog. Como ya os he dicho en hace un par de días, cuando iniciamos cualquier actividad o proyecto de cero y queremos hacerlo crecer, necesitamos una constancia importante, ya que seguramente pasen al menos un par de años hasta que comience a dar algún fruto (contando con posibles excepciones). Por eso, debemos estar seguros de que aquello que iniciamos es realmente algo que nos gusta/apasiona, que nos haga sentir cómodos y en lo que nos veamos trabajando.
Puede parecer una estupidez ¡pues claro que me gusta! ¡si lo he elegido yo! dirás… pero constantemente me encuentro con personas que una vez se ven metidos en el negocio que antes habían idealizado, con los reveses que surgen y pormenores que no imaginaron antes, se ven encerrados sin poder salir en lo que se suponía que era su sueño. Esto mismo me ha llegado a pasar en pequeña escala a mi misma. En ocasiones he iniciado una actividad que pensaba que me gustaría, pero luego me decepciona.
El caso es que se pueden seguir algunas pautas para saber si nuestras ideas o ilusiones son reales y no simples caprichos idealizados.
– Comienza contando tu idea a personas de confianza. Cada uno te podrá dar una visión del tema. Sobre todo si se trata de algo innovador. Ten cuidado con los boicoteadores gratuitos, que siempre los habrá, pero hay pegas que tu gente cercana puede sacar y en las que tu no habías pensado.
– Permanencia de la idea en tu cabeza. En mi caso, doy un plazo de un año de permanencia de algo en mi cabeza para lanzarme a ello. Y aquí podrás decir, pues anda, que sí que te lo piensas… Y puede ser que sí, que me lo piense demasiado. Hay ciertas cosas y, sobre todo en áreas muy cambiantes como el de la tecnología, en las que no se debe esperar tanto, por lo que si tienes los medios y el equipo preciso para sacar algo en este área y piensas que puede funcionar, este plazo puede y quizás debe reducirse. Sin embargo, otros proyectos que no corren tanta prisa por su naturaleza, sé que tengo que lanzarme a ellos cuando me dan vueltas a la mente durante demasiado tiempo. Eso me pasó con este blog. Todo comenzó por mi pasión por la decoración. Podría haber decidido estudiar decoración (que lo haré), pero decidí unir esta pasión con mi profesión de periodista y la potencia de un medio en el que me siento como pez en el agua, Internet. Lo planteé como os digo y lo dí vueltas y, aunque no contaba con muchas patas que necesitaba, como programadores y diseñadores, decidí lanzarlo con ciertas carencias para irlo mejorando con el tiempo. Recordad, lo importante es HACER, no buscar excusas de todo lo que nos falta para que el proyecto en sí sea como siempre hemos esperado.
– Intenta siempre plasmar las ideas en papel hasta que las des una forma coherente y realista. Intenta analizar todas aquellas partes del proyecto o negocio que se te ocurran. Elabora un plan por escrito. Es una forma de comenzar a verlo materializado y darte cuenta de su viabilidad.
– Rodéate de profesionales que te puedan aconsejar, pero implica la menor gente posible en la formación del negocio. Personalmente, creo que los proyectos es mejor financiarlos por nosotros mismos. Mucha gente que crea una startup se desvive buscando financiación, pero he visto cómo muchos, tras conseguirlo, pasaban a una situación similar a la de trabajar para otros: el inversor busca, evidentemente, la rentabilidad a su dinero y puede ejercer presión (comprensible) sobre tu trabajo y exigir ciertas acciones con las que puede que no estés de acuerdo.
– Ve poco a poco intentando conseguir rendimiento económico de tu actividad que será lo que te permita reinvertir aquello que ganes en las mejoras que a lo mejor no pudiste hacer al principio. Ésta es una opción que yo he tomado, pero no todo siempre se debe hacer así. Hay personas que tienen ahorros o socios que aportan un capital y sacan algo completo y funcionando desde el primer momento al nivel más alto. Pero yo me posiciono en la parte difícil de partir de cero, sin fondos y sólo con fuerza de trabajo.
Posiblemente me esté dejando algún punto importante para saber cómo y cuándo lanzarnos a emprender. No dudes que si algo me viene a la cabeza, actualizaré este post. Al igual que si recibo algún feedback que me haga cambiar o replantearme mi postura, lo haré encantada. Siempre insistiré que aquí hablo según mi experiencia, pero tengo mucho que aprender de mucha gente.
Mientras, espero que estos puntos te hayan hecho reflexionar tanto como a mí misma y en el ejercicio de hoy te haré una serie de preguntas para que pienses en tu idea:
– ¿Tienes alguna actividad que no estás realizando profesionalmente ahora y en la que te imagines trabajando para ganarte la vida con ella?
– ¿Podrías nombrar algo en lo que te veas realizado cien por cien y a lo que no te importaría dedicarte a tiempo completo?
– ¿Podrías compaginarlo de alguna manera con tu actual ocupación?
– ¿Qué dificultades ves que podrían surgirte a la hora de dedicarte a ello?
– ¿Qué necesitarías obligatoriamente para poder iniciarlo?
– Dibuja en un papel o describe qué estructura tendría tu negocio/actividad. Si tienes interés en saber cómo hacerlo, puedes consultarme y podremos hacer juntos un mapa visual que te ayude. A los primeros 5 que me lo solicitéis, organizaremos una sesión online para analizar vuestro negocio/actividad y poder dibujarlo.
Y por hoy, poco más. Espero vuestro feedback, vuestras respuestas al ejercicio si os animáis a compartirlo con todos los lectores y, por qué no, vuestra petición para que os eche un cable con el esquema de vuestras ideas.
¡Hasta pronto!