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El artista argentino Leandro Erlich es considerado como un verdadero maestro de la ilusión óptica tridimensional. Sus obras desafían los sentidos, cuestionándote si es posible que la primera impresión que te invade sea una mera ilusión. Juega así con la irrealidad, haciendo posible aquello que parecía imposible. Con un gran número de seguidores a sus espaldas, todos aquellos que visitan alguna de sus exposiciones o proyectos no pueden esconder su cara de asombro. La risa es otra de las reacciones más habituales ante el talento del artista.
Uno de sus trabajos más aclamados fue “Illusionary Dalton House”, al noreste de Londres, diseñada a petición de Barbican. Barbican es uno de los centros de arte y de conferencias más grandes de Europa que presenta todo tipo de actividades artísticas, ya sea música, danza, cine, eventos de aprendizaje creativo, pintura, arquitectura, etc. Además, se constituye también como la sede de la Orquesta Sinfónica de Londres.
Caminando por Hackney, al noroeste de la capital londinense, se asentó la obra del artista argentino que pudo disfrutarse hasta el 4 de agosto de 2013. Se trataba de la fachada exterior de una casa victoriana, un recordatorio de la arquitectura histórica del barrio, preparada para traicionar a la vista humana gracias a ilusiones ópticas tridimensionales.
Todo visitante podía verse reflejado sobre la fachada de un eildificio compuesto por tres plantas como si de Spiderman se tratara, escalando paredes o colgándose de los ventanales. En realidad, consistía en un espejo de grandes dimensiones colocado en un ángulo de 45 grados sobre la fachada situada en el suelo. Esta disposición de los elementos conseguía crear una ilusión que engañaba a los sentidos, pero nada es lo que parece. Una ingeniosa construcción capaz de desafiar la gravedad.
En España, tuvimos la suerte de contar con la presencia de este maestro en el Museo Reina Sofía, presentando su proyecto “La Torre”. Un edificio de once metros que hacía las veces de un gigantesco periscopio, cuestionando la visión de la realidad y desafiando nuevamente la ley de la gravedad. Se aprecia la pasión del argentino por los efectos que producen los espejos y los reflejos, consiguiendo que ninguna de sus creaciones pasen desapercibidas ante el público.
Instalaciones empapadas en astucia que ofrecen a los visitantes una experiencia extraordinaria llena de sorpresas, dado que no se trata simplemente de observar la obra sino de implicar física y psicológicamente al espectador, obteniendo como resultado reacciones que pasan por la perplejidad, la reflexión y, finalmente, por la carcajada que produce darse cuenta de que se ha formado parte de una situación inverosímil pero creíble.
¿No os gustaría traer nuevamente la magia de Leandro Erlich a España?