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Un restaurante japonés de lujo, un acceso exclusivo y selecto, el encanto del secretismo… Todo ello ubicado en un lugar de lo más singular: una reproducción de un búnker de la II Guerra Mundial.
Hace unos días os hablamos de Le Nomade Supper Club, un restaurante pop-up que celebraba cenas y otros encuentros gastronómicos «a escondidas». En la misma línea de hostelería clandestina está planteado Yúgó the Bunker, el proyecto de chef y asesor gastronómico Julián Mármol, especializado en la comida japonesa y que atiende personalmente a los clientes en el local.
El negocio abrió originalmente sus puertas en la calle Alcalá, donde podíamos encontrar un pequeño negocio, Yugo Sushi & Kobe, a primera vista un sencillo japonés take away, con un mostrador retro decorado con piezas falsa de sushi en resina y cartón piedra. Ahora Julián Mármol ha traslado su restaurante al Barrio de las Letras, a un local de mayor tamaño para poder acoger a más personas en respuesta a la popularidad y la demanda con la que contó su iniciativa. Si tenemos el privilegio de ser invitados al selecto club de Yúgó cuando reabra sus puertas próximamente, podremos descender por unas escaleras angostas hasta llegar a un sótano oscuro y situarnos frente a una puerta metálica que precisa de una contraseña para ser abierta (los invitados la habrían recibido anteriormente en su teléfono móvil), y que da paso al auténtico ser de Yúgó: un restaurante de lujo en un local que imita a un búnker japonés de la II Guerra Mundial.
Con una foro que sigue siendo relativamente reducido, la decoración es auténtica al espíritu clandestino del restaurante: a media luz, de aires industriales y parca en elementos decorativos. Las mesas de madera están hechas artesanalmente con 350 palés de diferentes países, hay cascadas de agua deslizándose por las paredes de piedra como si fuesen filtraciones, y la música japonesa termina de rematar la ambientación del local. Mármol fue asesorado por expertos historiadores, e incluso por gente del mundo del cine, en materia de decoración y ambientación musical. El propio Julián ha ido recopilando objetos de esa época a lo largo del mundo para construir la recreación del local, en subastas, anticuarios o mercadillos: banderas, pañuelos de pilotos kamikazes, gorros y medallas militares, mapas, fotografías…
En cuanto a la comida, se nos presenta como de primera calidad: materias primas con trazabilidad absoluta, como alga nori de enorme pureza, soja no transgénica, la variedad sockeye de salmón, buey wagyu (que reciben masajes con sake y beben cerveza y agua de primera calidad durante su cría), tres variedades diferentes de wasabi y arroz Shinju Mai Premium. Temakis, tartares, niguiris, carne de Kobe, vieira salvaje, bocados de erizo, sashimi de salmón de Alaska, gunkan de sardina… Todos los platos que se ofrecen en Yúgó están cuidados al detalle y elaborados con productos excelentes.
Julián Mármol es un apasionado de la gastronomía nipona, que con este proyecto se ha propuesto combinar la buena comida con un entorno especial. Para acceder a Yúgó es preciso ser miembro del club (con una cuota de 200 euros anuales, y un máximo de 375 miembros) o ser invitado por alguien que ya lo sea. Los socios pueden venir cuantas veces quieran en función de la disponibilidad, y hacer reservas para comidas y cenas para traer hasta 30 invitados a lo largo del año en pequeños grupos.
El tícket mínimo por la comida es de 65 euros más bebidas, y nos garantiza el disfrute de la cocina japonesa más selecta en un ambiente exclusivo y diferente, con el encanto añadido de lo oculto, lo íntimo, el privilegio de sabernos unos de los pocos que podemos acceder a todo ello.