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El Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente celebra este año su séptima convocatoria, reforzando así su excepcional vínculo con el arte y la artesanía contemporánea. Un hito que ha conseguido posicionarse como referente en el calendario cultural y que volverá a acoger en ARCOmadrid 2023 las creaciones inéditas de cinco artistas que han sido capaces de reflejar la conexión de la marca con el mundo del arte.
Todas estas obras, creadas a través de un proceso de producción artesanal reinterpretadas en clave contemporánea, han tomado de nuevo a la ciudad de Granada y a su monumento estandarte, la Alhambra, como principal fuente de inspiración.
De este modo, tras haber sido seleccionados como finalistas, los artistas Pablo Capitán del Río, Cristina Garrido, Irene Grau, Almudena Lobera y Alberto Odériz expondrán sus obras en el espacio que Cervezas Alhambra tendrá en ARCOmadrid 2023 del 22 al 26 de febrero.
Considerada una de las principales ferias de mayor prestigio en el mundo del arte contemporáneo y con mayor renombre a nivel nacional, acogerá además el jueves 23 de febrero el anuncio del ganador de esta edición. El nombre se dará a conocer tras la deliberación de un jurado formado por un panel de expertos con gran trayectoria dentro del panorama artístico nacional e internacional.
En palabras de Alicia Ventura, comisaria del Premio: “El Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente se ha convertido en una plataforma indispensable a nivel nacional que ayuda a los artistas contemporáneos a enriquecer su leguaje y recuperar nuevas herramientas y técnicas que de otro modo irían cayendo en el olvido debido a la industrialización de los procesos constructivos. La artesanía es cada vez más un necesario refugio y un aliado de la producción artística contemporánea”.
Reforzando la singular conexión que Cervezas Alhambra guarda con la artesanía y el arte, el Premio Cervezas Alhambra está presente en ARCOmadrid desde el año 2017. Esta colaboración nació de forma natural gracias a que comparten los mismos valores y apuestan por visibilizar y apoyar el talento emergente en la creación artesanal.
De hecho, el Premio conecta a estas promesas del panorama artístico español con artesanos de primer nivel, reforzando de este modo el objetivo de la iniciativa que permanece inalterable a lo largo de los años: ser fieles a la identidad de Cervezas Alhambra, estrechamente vinculada con su ciudad de origen, Granada, y con la Alhambra.
Ambas se convierten en dos fuertes símbolos de inspiración a la hora de crear las obras y suponen la materialización del saber hacer, la creatividad y el respeto por la materia prima de todas las piezas que han acabado formando parte del Premio en las diferentes ediciones.
En definitiva, esta iniciativa representa el afán de Cervezas Alhambra por descubrir la riqueza de los procesos y una singular manera de crear, dedicando a cada cosa el tiempo necesario porque el resultado merece la pena. Esta es una filosofía que la cervecera tiene en común con los artistas y los artesanos, pues con ellos comparte una forma única de hacer las cosas: Sin Prisa.
Sobre los artistas y sus obras
Pablo Capitán del Río ha trabajado en Glauca en colaboración con Sara Sorribes (Vidrio Sorribes). En este proyecto, el artista ha querido unir dos elementos aparentemente opuestos: el vidrio y la magnetita.
Su relación con Granada es el vidrio de Castril y la magnetita que se extrae de la zona de la Vega, la Sierra de Baza y Sierra Nevada. De algún modo estos materiales parecen poner en tensión fuerzas contrarias, el flujo de la sílice al fundirse y la atracción que ejerce el imán natural.
El resultado es una fusión entre el líquido y la piedra, entre lo que se retiene y lo que se escapa. Las planchas de vidrio reposan sobre una sólida estructura de hierro geométrica de metal que contrasta con la superficie acuosa del vidrio.
La pieza de Cristina Garrido, Recuerdo de la Alhambra, ha sido realizada en colaboración de Julio Jiménez García, de Artesanía Nazarí. Una obra que constituye una aproximación material y sensible de la artista a los estudios de fotografía moriscos abiertos en las ciudades monumentales españolas en las últimas décadas del siglo XIX y hasta la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.
La instalación se compone de un doble arco de medio punto y los elementos ornamentales que lo flanquean, superpuestos a un croma a modo de photocall portátil, eco de las escenas que servían de fondo para los retratos, y se completa con elementos documentales que, más allá de contextualizar el proyecto, evidencian el pliegue temporal implícito en los elementos constructivos de los estudios de fotografía.
El arco, construido a imagen y semejanza del de uno de esos estudios, reitera los errores que contenía el original en una secuencia caligráfica meramente decorativa, sin posibilidad de lectura.
En su obra Todas las formas, Irene Grau ha colaborado con Juan Carlos Iñesta de Domanises. La imagen nítida y conocida del palacio de la Alhambra recuerda que cada cosa que vemos oculta otra; muchas otras en realidad.
Un primer indicio acerca de esto se encuentra tras el topónimo cristiano del palacio: “Alhambra” es un velo que difumina la voz árabe “al-Hamrá” (la roja), en referencia a la arcilla prensada entre sus terrosos muros, procedente del cerro de la Asabika.
La arcilla roja, protagonista de esta obra, fluye en forma de canalizaciones cerámicas, inspiradas en los “atanores” que conducen el agua de manera subterránea en la Alhambra, y se deposita en forma de polvo sobre las láminas que la artista modela. Se aprecia la huella de sus dedos en la tierra roja, depositada capa a capa, en continuidad con las del artesano, quien a su vez ha dejado el rastro de sus manos en los “atanores”.
Almudena Lobera es la autora de Tempo de exposición, realizada en colaboración con la artesana Raquel Marí Adsuar de Bolillotuber. La obra se sirve de la técnica del encaje de bolillos para tejer una celosía de hilo y madera.
El patrón del encaje reproduce formalmente el diafragma de una cámara fotográfica, poniendo en relación la percepción visual real (celosía) con la creada por los mecanismos de documentación (cámara fotográfica).
Ambos elementos se basan en el mismo principio de tamizar la luz y ver sin ser visto. La artista, además de trabajar con la luz y la mirada, introduce sonido y las herramientas de la propia labor artesanal (bolillos y alfileres), enfatizando el carácter musical del proceso de producción.
La pieza sonora mezcla grabaciones del sonido de la encajera con el sonido de las fuentes de la Alhambra, invitando al espectador a habitar la obra y a tener, como sucede en el monumento nazarí, una experiencia inmersiva más allá de lo visual.
Alberto Odériz ha trabajado en la obra Si se pareciera a algo, ya no sería el todo en colaboración con Miguel y Javier Muñoz, de Escayolas Muñoz. Un proyecto que se acerca al monumento de La Alhambra aprehendiendo de ella las herramientas abstractas que utiliza para construir el espacio generando un nuevo repertorio de objetos.
La relación entre lo natural y lo artificial que se dan la mano en La Alhambra, son el detonante para la obra, formada por una serie de esculturas en una escala, una forma, un material y un leguaje que nacen de la abstracción nazarí y sus reglas pero que acaban configurando un espacio diferente al del punto de partida.
De esta manera, el artista propone un nuevo lenguaje a través de un conjunto de piezas cuyas combinatorias son múltiples y que adquieren sentido en su condición relacional.