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En octubre de 1992 se inauguraba la primera edición de Casa Decor en un antiguo convento de la calle General Oráa. Por primera vez se reunía medio centenar de profesionales, entre decoradores, interioristas, arquitectos, diseñadores, paisajistas y artistas, para llevar a cabo un proyecto revolucionario, nunca antes visto en España: adecuar las estancias vacías de un edificio singular e histórico para convertirlo en una pasarela donde se mostraban las últimas tendencias en interiorismo y diseño.
El claim de aquella edición fue “¿Qué hacen 50 decoradores encerrados en un convento? La decoración hace milagros”. Y así fue cómo nació el ”milagro de Casa Decor”.
30 años de Casa Decor
El evento fue un punto de inflexión en una disciplina como el interiorismo que apenas empezaba a despuntar con timidez. El gran éxito de aquella edición –y de las que vinieron después–, radicó en su fórmula, única y exclusiva, enfocada en tres direcciones.
Por un lado, congregaba, por primera vez, a un nutrido grupo de profesionales con experiencia y prestigio que, con gran entusiasmo, querían mostrar su trabajo y creatividad más allá de sus proyectos para clientes. Por otro, involucraba a empresas y marcas del sector del hábitat, deseosas de darse a conocer fuera del circuito de las ferias.
Y finalmente, abría sus puertas a un público no profesional, expectante por conocer lo que se fraguaba en el mundo del interiorismo, a través de una experiencia sensorial e inmersiva completamente nueva.
Estos han sido los tres pilares que han sostenido el gran edificio de Casa Decor durante 30 años ininterrumpidos. En estas tres décadas, han participado más de 3.000 profesionales que han realizado 2.400 espacios en colaboración con 4.200 empresas.
Más de dos millones de visitantes han podido disfrutar de las propuestas más creativas y vanguardistas del sector. Sin duda, no existe un evento de estas características en Europa, tanto por su singularidad, como por sus dimensiones, duración y relevancia mediática.
Para los profesionales, Casa Decor representa una oportunidad única de darse a conocer y mostrar su forma de trabajar sin cortapisas, en un contexto de máxima creatividad y experimentación. Para las empresas, ha sido una fórmula alternativa a los soportes publicitarios y promocionales tradicionales, y una manera diferencial de mostrar su producto a través del contacto directo y presencial.
Sin lugar a dudas, Casa Decor ha tenido un papel activo y constante en la formación y divulgación del diseño y el interiorismo en nuestra sociedad. No sólo ha dado a conocer a las empresas y profesionales del sector, sino que ha inoculado la necesidad de concebir el interiorismo como un bien de primera necesidad.
Casa Decor ha anticipado las casas del futuro y las innovaciones que, en pocos años, se incorporarían en serie a las viviendas. Ha estado en la vanguardia de las novedades tecnológicas, de los materiales y de las nuevas fórmulas habitacionales.
Ha servido como laboratorio creativo y experimental en la aplicación de nuevos productos y modelos de vivir. Ha reactivado el sector, promoviendo el trabajo en todos los gremios, creando oportunidades de negocio y sinergias, y fomentando la investigación y el diseño.
El papel social proactivo de Casa Decor también lo ha ejercido acogiendo en cada edición a fundaciones solidarias no gubernamentales para dar voz a los más desfavorecidos, y abriendo el patrimonio arquitectónico de la ciudad a las miles de personas que nos visitan, reactivando así la economía del barrio donde se encuentra.
Celebrar los 30 años de Casa Decor nos llena de orgullo y energía para seguir ofreciendo una plataforma de marketing y publicidad para profesionales y marcas. Queremos seguir haciendo del interiorismo y el diseño un espacio abierto a la creatividad y la promoción tanto de jóvenes talentos, como de reconocidos profesionales.
Queremos seguir siendo los primeros en mostrar los avances tecnológicos en productos y materiales. Queremos seguir abriendo nuestras puertas a un público inquieto y curioso, que busca inspiración y soluciones para sus viviendas. Queremos seguir siendo la casa del mañana por muchos años más.
Los edificios de Casa Decor
Cada edificio de Casa Decor se convierte en el buque insignia para transmitir los valores de nuestro proyecto: diversidad, creatividad e innovación. De ahí que todos los años busquemos edificios que representen retos nuevos para los profesionales y las marcas, y que, a su vez, sorprendan a los visitantes.
Ningún edificio es igual ni mejor que otro, porque cada uno tiene su propio carácter y personalidad, lo que obliga a los participantes hacerse nuevos planteamientos y reformular sus actuaciones. Nada más alejado del concepto de Casa Decor que celebrar la exposición en espacios estáticos o feriales, que reducen las posibilidades de creación de los proyectos.
De ahí que la presentación del edificio que albergará la nueva edición de Casa Decor sea siempre un motivo de celebración, pues nos da la oportunidad de enseñar la casa antes de su intervención y permite a los profesionales imaginar sus espacios en términos reales, con dimensiones residenciales y elementos auténticos (puertas, ventanas, suelos, techos..).
En ello estriba la grandeza de Casa Decor, en sus impactantes localizaciones ubicadas en zonas céntricas de la capital, que ofrecen un entorno concreto y tangible con múltiples posibilidades y limitaciones reales.
Durante estos 30 años hemos habitado inmuebles de diferentes tipologías: palacios y palacetes, sedes bancarias, conventos, embajadas, oficinas, fábricas o laboratorios… Pero para la edición de 2022, hemos elegido un magnífico edificio de viviendas de 1920, porque representa nuestra esencia más genuina.
Los profesionales se enfrentarán a un lienzo en blanco con el reto de adecuar espacios de una vivienda de hace 100 años, que conserva su estado original. Este escenario será el marco perfecto para mostrar las últimas tendencias en interiorismo y estilo de vida, manteniendo el encanto y las características únicas de su estructura.
El edificio de Goya 89
Construido en 1920, el edificio, de 4.600 m2, conserva la distribución original de las viviendas de la burguesía que se edificaron en esta zona del barrio de Salamanca. La mayoría de estas viviendas fueron destinadas a alquiler, el floreciente negocio de inversión inmobiliaria de principios de siglo XX, al que se sumaron numerosas familias de la burguesía, muchas de ellas provenientes de otras provincias.
La configuración del edificio solía destinar los locales de calle a comercios; el primer piso, a vivienda de los propietarios, y los siguientes para alquiler, con un curioso ordenamiento piramidal por clases sociales: por encima de los propietarios, se arrendaba a profesionales liberales como médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, etc.
A partir del tercero, se alquilaban a los comerciantes, funcionarios y rentistas de la burguesía intermedia. Las buhardillas se destinaban a vivienda de portero, personal de servicio y lavandería. En el interior, la zonas nobles se disponían a fachada, en tanto la cocina y el área de servicio daban a los patios interiores, con un largo pasillo en L que organizaba la distribución de las estancias. Ya en esa época, este tipo de viviendas se equipaba con cuartos de baño completos, agua corriente, electrificación y calefacción central.
Dada la configuración rectangular de la planta, el edificio de Goya 89 está distribuido en dos alas, con dos viviendas en cada una de ellas. Las de la derecha forman el chaflán con las calles Goya y Conde de Peñalver, mientras que las otras tres dan a la fachada de la calle Goya.
En total, se habilitarán el bajo y seis plantas, que cuentan con un total de 85 ventanales de suelo a techo, lo que proporciona luz natural en todos los espacios a cualquier hora del día. El último piso cuenta con coquetas terrazas desde donde se pueden contemplar impresionantes vistas sobre la capital.
Los numerosos huecos de fachada crean una ordenación neoclásica en paños verticales con uno o dos ventanales, alternando salientes en ritmo simétrico. Esta ordenación se rompe en las dos últimas plantas, con ventanales de arco de medio punto, terrazas retranqueadas y tres torreones en cubo que coronan el chaflán, y un cuarto que cierra el conjunto en el extremo de la fachada oeste.
Los torreones están rematados, a su vez, con una balaustrada y pináculos en forma de ánfora o jarrón. La ornamentación de la fachada es, en general, sobria y escueta, con pequeños detalles neoclásicos como las falsas pilastras rematadas con roleos de la parte superior, los capiteles estriados y frisos con forma de medallón.
La rejería presente en todos los balcones es de diseño sencillo en forma de aro alongado. Cabe destacar que, en la concepción del edificio, primó la funcionalidad frente a un exceso de ornamentación que hubiese tenido que sacrificar huecos de ventana.
En general, todo el proyecto arquitectónico es de apariencia lineal y concisa, pero está revestido de un cuidado estudio de proporciones para aprovechar al máximo el espacio, en pos de una distribución amplia y luminosa, y de una apariencia de fachada rotunda y señorial.
Su excepcional emplazamiento, en el vértice de las calles Goya con Alcalá, Narváez y Conde de Peñalver, le aporta aún mayor relevancia y visibilidad a este imponente edificio ubicado en uno de los ejes comerciales más importantes y transitados de Madrid.
Los interiores
En total, se adecuarán 54 espacios que serán intervenidos por los profesionales y firmas más importantes del sector. La casa conserva muchos elementos originales, como suelos de madera, cristales, puertas y ventanas con herrajes de la época.
La gran altura de techos, la sucesión de las estancias y la abundante luz natural convierten estos espacios en magníficos escenarios para la gran puesta en escena que será esta edición conmemorativa.
La Calle Goya y los alrededores
Hemos querido volver al barrio que nos vio nacer hace 30 años, y en el que hemos estado ya en 12 ediciones. En esta ocasión, nos asentaremos en la zona más comercial de la calle Goya.
Esta conocida calle de la capital, que lleva el nombre de uno de nuestros más ilustres pintores, nació como eje transversal a raíz de una reconstrucción urbanística más amplia, conocida como el Ensanche de Madrid.
A mitad del siglo XIX, Madrid era una ciudad ahogada en un casco urbano antiguo y sin servicios. La escasez de vivienda provocó una escandalosa subida en los alquileres y los problemas de circulación de carruajes eran acuciantes.
Pero, sobre todo, la falta de higiene a causa del hacinamiento se sumó a las razones que dieron como resultado un Real Decreto de 1857, bajo la regencia de María Cristina, por el cual se permitía la ampliación de la ciudad hacia el norte, el sur y el este, más o menos lo que hoy son los distritos de Chamberí, Arganzuela y Salamanca.
El proyecto se encargó al arquitecto sevillano Carlos María de Castro, quien diseñó un ensanche de trama octogonal, al estilo del Eixample barcelonés, pero también fijándose en ciudades como Londres, Nueva York y especialmente París.
Desde su concepción inicial, el ensanche del este, que posteriormente sería el barrio de Salamanca, estuvo destinado a zona residencial para la aristocracia y alta burguesía, con edificios de viviendas de no más de tres pisos, jardines interiores y multitud de zonas ajardinadas, que poco a poco fueron modificadas para ampliar los metros urbanizables.
Fue José de Salamanca y Mayor, un habilísimo hombre de negocios de la época, considerado como el primer gran inversor inmobiliario que se conoce, quien adquirió las primeras licencias de urbanización de los terrenos: casi un millón de metros cuadrados. El clima de inestabilidad política, los sucesivos gobiernos y cambios institucionales provocaron un retardo en las obras, que no se iniciaron hasta 1864.
La edificación de la calle Goya se completó antes de la Guerra Civil; no obstante, muchos de los edificios originales fueron reemplazados por construcciones más modernas y hoy se entremezclan diferentes estilos arquitectónicos a lo largo de esta amplia y señorial vía.