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En estos tiempos en los que la pandemia por la Covid-19 ha paralizado la vida normal como la conocíamos, hemos tenido que aprender a mantenernos a una distancia prudente unos de otros, con medidas de seguridad —como el uso de mascarillas y la higienización regular de manos con geles hidroalcohólicos, entre otras—, hemos limitado nuestros movimientos y nos estamos cuidando reduciendo las visitas o la acumulación en espacios pequeños.
Uno de los sectores que más se han visto afectados es el sector turístico, puesto que las medidas que se han impuesto por la seguridad de todos consiste en reducir nuestros viajes y por tanto nuestros paseos por ciudades distintas a las de residencia. Esta medida principalmente nos ha limitado a la hora de coger medios de transporte masivos como aviones, trenes o autobuses.
Además, las compañías de aerolíneas han sido las que más restricciones y medidas han impuesto a los pasajeros para viajar, necesitando certificados de vacunación, test recientes con resultado negativo, etc. Por lo que se han propuesto rutas nacionales para continuar viajando pero en nuestros propios coches y conociendo más ciudades y pueblos con encanto.
Y es que las ciudades españolas brillan por su hermosa arquitectura, pues tenemos una diversidad y contamos con grandes arquitectos que han desarrollado las urbes de las que disfrutamos hoy en día.
El modernismo de Benidorm
Una de las ciudades que más destaca por su magnífica arquitectura y urbanismo es Benidorm, la ciudad del litoral mediterráneo alicantino es alabada por medios extranjeros por su modelo urbanístico sostenible.
Y es que el alcalde de la ciudad —Pedro Zaragoza— durante el franquismo, tuvo la visión de transformar un pequeño pueblo de pescadores en una máquina de aprovechar al máximo el incipiente turismo en España, que por aquel entonces ya apuntaba maneras.
Para la época, se trató de un modelo de ciudad pionero ya que contaba con una visión a futuro y contemplaba el plano de toda una gran ciudad. Una visión que apuntaba hacia las alturas, pues sería de las primeras ciudades en construir increíbles rascacielos todos juntos y en una armonía modernista.
Una de las grandes ventajas de este modelo urbanístico es que consigue una mayor eficiencia del terreno gracias a la poca ocupación horizontal, haciendo que la ciudad esté más junta y por tanto se disminuya el uso de transporte privado, al igual que logra que se obtengan más vistas al mar desde todos los puntos de la urbe.
La ciudad, gracias a su modelo de rascacielos, consume menos energía que otros modelos más extensos —ya que necesitan instalaciones más amplias y alejadas, requiriendo mayores excavaciones, ya sean de electricidad, de agua o de otros servicios— y sus espléndidas vistas logran que sea una ciudad turística durante todo el año, y no solo en la época estival.
Su localización es otra de las grandes ventajas y otra razón por la que esta ciudad se ha convertido en toda una joya muy valorada por otros países europeos como Gran Bretaña y Alemania. Situada entre dos bahías que apuntan hacia el sur, se trata de un territorio clave en el litoral que consigue aprovechar más de 3.000 horas de sol anuales y que cuenta con un microclima resguardado gracias a las dos sierras que lo rodean y lo protegen.