El Chi Kung o Qi Gong es una terapia medicinal de origen chino basada en el control de la respiración. Ayuda a eliminar las tensiones y el estrés, siendo un auténtico caudal de paz que aporta salud y vitalidad. 

Estudios como el publicado por la revista Medicine o el Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine demuestran que la práctica del Qi Gong produce una amplia gama de beneficios como la mejora del equilibrio, reducir la presión arterial y aliviar la depresión.

La técnica que nos propone Joaquín Almería, experto en Medicina Tradicional China y pionero del Qi Gong terapéutico, nos habla de cómo practicar esta actividad milenaria, de todos los beneficios que para nuestra salud tiene y nos ofrece 3 ejercicios para iniciarnos en su práctica.

Los monjes taoístas y budistas la practican como método de sanación y es hoy, cada vez más, una disciplina a la que recurrir en épocas de estrés y ansiedad que nada tiene que ver con la religión. 

Como ha pasado con el yoga o la meditación, el chi kung, también conocido como qi gong se ha implantado como una herramienta para la conexión interior, que favorece la paz y mucho tiene que ver con ambas en cuanto a su metodología, pues es, en realidad, es una manera de meditar y, a la vez, de movimiento corporal medido y consciente. Además de la relajación, ofrece otros beneficios como mejorar el sistema inmunológico o aumentar la concentración. 

Para conocer con mayor profundidad este tipo de terapia medicinal tradicional, Joaquín Almería, experto pionero del Qi Gong terapéutico, con más de 30 años de experiencia, comparte los aspectos fundamentales del Qi Gong. “es una terapia basada en el control de la respiración. Ayuda a eliminar las tensiones y el estrés, siendo un auténtico caudal de paz que aporta salud y vitalidad”, explica acerca de esta práctica. 

Además, resalta que crea un equilibrio único interior que nos permite sintonizar nuestro interior con el exterior y nos ayuda a ganar energía en lugar de perderla. 

Según dichos principios, el buen estado de la salud de cada uno dependerá de nuestra capacidad para conseguir el correcto equilibrio entre la mente y el cuerpo; y dicho bienestar se logra, principalmente, a través de la respiración, los movimientos y las visualizaciones, lo mismo que hace la medicina tradicional china con la acupuntura. Según esta perspectiva, hay salud cuando se dispone de abundante energía vital, la cual se denomina “Chi” o “Qi”. Tal energía debe circular por donde tiene que circular, sin estancarse o dispersarse, manteniendo un equilibrio. Si esto se logra, hay buena salud física y mental.

También conocida como “fuente de la juventud”, quienes la practican aseguran que les ayuda a eliminar las tensiones y el estrés del día a día y que es un auténtico caudal de paz que les aporta salud y vitalidad.  

El qi gong no es una práctica que descubramos ahora, pero la hemos recuperado en el tiempo, y menos mal, porque es un ejercicio perfecto para amoldarse a la vuelta a la realidad, o para iniciarse en cualquier momento.

Una mezcla de Tai Chi, Yoga y Meditación que sincroniza los movimientos y la respiración con la intención de obtener la energía que fluye por todo el cuerpo y aumentar la conciencia.

Datado antes de Lao Tzu o Buda, el qigong es sin duda la herramienta original para reducir el estrés, razón por la que el mundo moderno se enamora de las antiguas artes de la atención plena.

Hemos tardado en recuperar esta práctica pero una vez que pruebas sus movimientos fluidos y su respiración consciente, que no encuentras en otras artes, te das cuenta de que el esfuerzo vale la pena.

Prácticas y beneficios del Qi Gong

El Qi Gong puede ser practicado por cualquier persona, sin límite de edad o condición. No exige tener un buen estado físico, ya que se basa en posturas estáticas, movimientos dinámicos, posturas sentadas, marchas y sonidos. A diferencia del yoga, no exige grandes habilidades para alcanzar las mencionadas posturas. 

La esencia de esta práctica es la sincronización armónica de los tres procesos vitales, esto es, cuerpo, mente y respiración. La tradición oriental se refiere a estos tres procesos como los “tres tesoros”. “La finalidad de esto es que, al hacerlo, se abran los canales o meridianos por los que circula nuestra energía vital permitiendo que ésta fluya de forma correcta, y consiguiendo una sensación de calma, paz y equilibrio que beneficiará tu bienestar emocional así como tu salud en general”, indica Joaquín Almería.

Y estos beneficios no se terminan cuando acaba tu sesión de chikung, ya que el control de la respiración puede ayudarte a que tus días sean más calmos, y a controlar los síntomas de ciertas enfermedades.

Según estudios como el publicado en la revista Medicine, el Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine o el artículo sobre el uso del Qi Gong en el tratamiento de la fibromialgia publicado en la Revista de la Sociedad Española del Dolor, sus beneficios incluyen optimizar el suministro de oxígeno y nutrición a los tejidos, aumentar la eficiencia del metabolismo celular, controlar el dolor y el estado de ánimo, reducir la frecuencia cardíaca y la presión arterial y facilitar la relajación y el enfoque mental. 

Por ello, además de ser una práctica fundamental de la Medicina Tradicional China, el Qi Gong es conocido por la ciencia médica occidental como un Movimiento Meditativo, una categoría de ejercicio que también incluye Tai Chi. 

Como explica Joaquín Almería, la base de los beneficios del chi kung se encuentra, sobre todo, en el hecho de controlar la respiración, realizándola de una forma consciente. Cuando respiramos mejor, nos oxigenamos de forma adecuada, activamos la circulación sanguínea y, además, conseguimos que nuestro cuerpo y nuestra mente estén relajados y en equilibrio.

En el caso concreto del sistema circulatorio, a través del Qi Gong se reducen las pulsaciones del corazón y mejora el bombeo sanguíneo. Con ello, mejoran las funciones de los diferentes órganos como, por ejemplo, los que componen el aparato digestivo -que se regula, favoreciendo así las digestiones y el proceso metabólico– o el sistema endocrino.

3 ejercicios para conectar con tu  energía interior

Despertar de energía interior

Frota las palmas de las manos haciendo círculos hasta que se calienten, luego separa las manos hasta que queden como si formaran una bola de energía en el espacio creado entre ellas.

La palma de la mano derecha estará arriba y la de la izquierda abajo, sosteniendo la bola. Acariciamos la bola hasta poner la palma de la mano izquierda arriba mirando a la palma de la mano derecha, abajo. Coloca luego la palma de la mano derecha en el pecho y la palma de la izquierda en el abdomen.

Siente el calor y cómo la respiración mueve las manos, durante diez respiraciones., finalmente intercambia las manos y realiza 10 respiraciones más.

Espiral para no flaquear

De pie, en la posición del jinete, abriendo los brazos en cruz con las palmas de las manos hacia abajo. Pasa el peso al pie izquierdo a la vez que realizas una espiral con el tronco, el brazo izquierdo y el brazo derecho. Para ello, lleva el pulgar y el brazo izquierdos hacia arriba y hacia fuera (el omoplato izquierdo bajará), y el brazo y pulgar de la mano derecha hacia abajo y hacia atrás. 

Dibujarás así una espiral con cada brazo. Sigue con el tronco la espiral del brazo izquierdo, sigiendo con la mirada la mano izquierda. Respira tres veces. Vuelve al centro y realiza exactamente el mismo movimiento hacia la derecha.

Acopio energético y de serenidad

Coloca los centros de las palmas de las manos uno sobre otro y los dos sobre el centro de gravedad del cuerpo: 4 dedos transversales por debajo del ombligo. Siente el calor que se produce. Escucha la respiración sin intentar manipularla. Al espirar intenta visualizar una bola de luz en el interior del centro de gravedad, una luz que se expande ocupando el espacio que deja el aire que se va. 

Al inspirar visualiza cómo entra el aire y la luz mengua sin desaparecer, para volver a expandirse al espirar. Visualiza esta secuencia durante diez respiraciones. Puedes repetirla añadiendo un leve desplazamiento del peso hacia los talones al inspirar y hacia la almohadilla y dedos de los pies al espirar.